Dormir peor y engordar, estos son los efectos de las pantallas antes de dormir
Estar enganchado a las pantallas antes de irse a la cama se conoce como vamping. Dormir mal, irritabilidad y engordar son sus efectos más comunes
Una Ăşltima mirada a Twitter o Facebook antes de dormir que se dilata durante una hora. Responder desde la cama esos whatsapps del grupo de la familia o de los padres del colegio que no leĂste mientras veĂas la televisiĂłn. No dormirse y ponerse a mirar el timeline de Instagram durante más tiempo del que eres consciente o, por quĂ© no, ver otro capĂtulo más de esa serie bajo el edredĂłn. Si te reconoces en estas actitudes, cada vez más comunes, o reconoces a tus hijos, es muy probable que sufráis vamping. Por este tĂ©rmino en inglĂ©s (contracciĂłn de vampire, vampiro, y texting, enviar mensajes desde el mĂłvil o la tablet) se conoce el hábito de estar enganchado a las pantallas antes de irnos a dormir. Y puede tener consecuencias en nuestra salud fĂsica y mental. Una práctica perjudicial sobre la que pone el foco en estos dĂas la iniciativa Por un uso Love de la TecnologĂa, promovida por Orange, a travĂ©s de la cual se busca concienciarnos sobre la importancia de utilizar de forma segura y responsable los dispositivos y herramientas digitales, asĂ como sobre las consecuencias de un mal uso como el vamping.
Más del 60% de los adolescentes se llevan el mĂłvil a la cama, segĂşn datos de la American Academy of Pediatrics, y el 75% de los adultos, tambiĂ©n. El resultado más evidente de este fenĂłmeno es la reducciĂłn de las horas de descanso, lo que puede derivar en un problema crĂłnico de privaciĂłn de sueño, con la consecuente somnolencia durante el dĂa; irritabilidad o mal humor; e, incluso, puede afectar a nuestro rendimiento laboral o al acadĂ©mico en el caso de niños y adolescentes. La luz azul que emiten las pantallas de nuestros dispositivos electrĂłnicos influye en los ritmos circadianos del sueño y desconcierta a nuestro organismo, ya que el cerebro piensa que no debe dormirse y no segrega melatonina, una hormona que sirve para conciliar el sueño y que nuestro cuerpo produce unas dos horas antes de irnos a dormir. Como resultado de ello, se retrasa el inicio del sueño, y dormimos menos y peor, algo que ya se conoce como insomnio tecnolĂłgico. No es una cosa menor porque, segĂşn datos de la Sociedad Española de NeurologĂa (SEN), entre el 20% y el 48% de la poblaciĂłn adulta sufre trastornos del sueño y, al menos, un 20% de la poblaciĂłn infantil tiene problemas para conciliar o mantener el sueño.
Otra consecuencia no tan evidente de estar enganchados a la pantalla antes de irnos a dormir es su influencia en nuestro peso. Al inhibirse la producciĂłn de melatonina, se estimula el apetito aumentando la sensaciĂłn de hambre y la necesidad de alimentos más dulces y grasos. Un estudio de la Unidad del Sueño de la ClĂnica Universidad de Navarra explica que dormir entre tres y cinco horas menos de lo habitual nos induce a consumir 385 calorĂas más al dĂa. ÂżEl resultado? Acabaremos engordando por esa ingesta extra de alimentos y porque la privaciĂłn de sueño hace que estemos más cansados y, por tanto, menos activos y más sedentarios. Por eso, como nos recuerda la iniciativa Por un uso Love de la tecnologĂa, nuestros dispositivos, independientemente de la edad, deben guardarse dos horas antes de dormir. Es la mejor forma de tener dulces y largos sueños.
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Por eso hemos creado este espacio. Un lugar donde entender esta relaciĂłn de los menores con el entorno digital y donde descubrir cĂłmo hacer que sea saludable.
