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La inteligencia emocional es la capacidad para resolver problemas emocionales y sociales, es decir, es la habilidad para reconocer nuestras emociones
«Los docentes en sus aulas deben crear y generar ambientes emocionales, afectivos y sociales apropiados en los que los alumnos se sientan seguros y cómodos para aprender»
Dra. Amelia Barrientos
Tradicionalmente, se ha pensado que la inteligencia cognitiva es mucho más importante que la inteligencia emocional. Sin embargo, se ha comprobado que ésta condiciona todos los aspectos de nuestra vida e incluso la dimensión intelectual, asegura la Dra. en Educación de la Universidad Católica de Ávila (UCAV) Amelia Barrientos. La inteligencia emocional es la capacidad para resolver problemas emocionales y sociales, es decir, es la habilidad para reconocer nuestras emociones y las de los demás y establecer buenas relaciones sociales. Su aprendizaje propicia el desarrollo de habilidades interpersonales como la empatía y de habilidades intrapersonales como la autonomía, la autoestima, la responsabilidad y el esfuerzo.
La inteligencia emocional se debe enseñar tanto en las familias como en las escuelas y, para ello, debe existir un programa bien planteado y consensuado de educación emocional que favorezca la adquisición y desarrollo de las competencias emocionales y sociales del alumnado. Sería interesante llevar a cabo esta formación en inteligencia emocional desde los primeros niveles de Educación Infantil con carácter preventivo e ir dotando a los estudiantes en todas sus etapas de unas adecuadas estrategias y recursos emocionales adaptados a cada momento del desarrollo.
Amelia Barrientos incide en que «los docentes en sus aulas deben crear y generar ambientes emocionales, afectivos y sociales apropiados en los que los alumnos se sientan seguros y cómodos para aprender». También deben proporcionar a los alumnos una relación personal estable y de calidad que les ayude a afrontar los acontecimientos que se produzcan en su vida. No solo deben crear un clima seguro y afectuoso sino también deben fijar normas y límites sólidos y flexibles con el fin de orientar a los alumnos para comportarse de forma adecuada y para manejar bien sus relaciones con los demás y lograr un buen equilibrio emocional.
La Dra. en Educación de la UCAV insiste en la importancia que tiene el trabajo de los profesores en la enseñanza y aprendizaje de la inteligencia emocional de sus estudiantes para ayudarles a prevenir problemas de conducta y de disciplina, el consumo de drogas y otras sustancias, situaciones de fracaso escolar, trastornos del ánimo como depresiones y ansiedad. A su vez, los docentes deben contar con recursos adecuados para gestionar la tensión que se genera a diario en sus clases y reaccionar de forma apropiada ante las situaciones inesperadas, lo que le ayudará a generar un ambiente propicio para establecer unas buenas interacciones entre sus miembros y que sus estudiantes logren desarrollar buenos aprendizajes a nivel académico y personal.
«Sería interesante contar con proyectos de formación en educación emocional en los grados y postgrados de Educación para que los futuros docentes desarrollen una correcta inteligencia emocional inter e intrapersonal que les permita establecer unas buenas interacciones con sus futuros estudiantes y poder enseñarles a gestionar su propia vida emocional que les proporcione herramientas adecuadas para enfrentarse a los desafíos de la sociedad actual», concluye.