Elefantes, alces, monos... los animales también se emborrachan. ¿Por qué lo hacen?

«Nos estamos alejando de aquella visión antropocéntrica en la que el etanol era simplemente un asunto de los humanos. Es una conducta mucho más frecuente en el mundo natural de lo que creíamos y la mayoría de los animales que comen frutas azucaradas van a estar expuestos a algún nivel de etanol», explica Kimberley Hockings, investigadora de la Universidad de Exeter (Reino Unido) y una de las autoras de un artículo publicado en la revista 'Trends in Ecology & Evolution' que corrobora lo que ya sabían los científicos: los animales también se emborrachan. Es un comportamiento, dicen, frecuente, extendido entre muchas especies y, en muchos casos, no accidental. Su argumento es que dado que el etanol está presente de forma natural en casi todos los ecosistemas, es probable que la mayoría de los animales que se alimentan de frutas y néctar lo consuman de forma habitual.

El etanol se hizo abundante en la naturaleza hace unos 100 millones de años. Entonces, las plantas con flores desarrollaron la capacidad para transformar el azúcar en alcohol como una defensa frente a las bacterias. En la mayor parte de las frutas fermentadas su presencia ronda entre el 1% y el 2%, como una cerveza sin alcohol, pero hay casos, como el de una planta de una planta de Panamá, que superan los 10 grados, una graduación similar a la del vino blanco. Para que los animales puedan asimilar el alcohol, es necesario que cuenten con una serie de adaptaciones genéticas. Estos genes están presentes en al menos 85 especies de mamíferos. Fuera de estos, un caso llamativo es el de la mosca de la fruta, uno de los seres más estudiados por los científicos. Las hembras dejan sus huevos en frutas maduras para proteger a su prole del asalto de microbios.

Lo que sí tenemos los humanos, chimpancés, gorilas y bonobos es la capacidad de asimilar el etanol hasta 40 veces más rápido que el resto de los primates. Según la hipótesis del 'mono borracho', hace 10 millones de años, los primates que bajaron de los árboles y se las arreglaron para vivir en el suelo tuvieron la ventaja de poder comer frutas maduras sin intoxicarse. Volviendo al caso de los elefantes, una hembra de tres toneladas necesitaría beber rápidamente 27 litros de etanol para emborracharse, una cantidad que difícilmente se encuentra en la naturaleza. Lo que sucede es que se embeodan con más facilidad que nosotros.

La cuestión que queda por dilucidar es en qué beneficiaría a los animales ingerir una sustancia que pone en riesgo su supervivencia. «Desde una perspectiva ecológica, no es ventajoso estar ebrio mientras trepas por los árboles o estás rodeado de depredadores por la noche», afirma otro de los autores de la investigación. Son varias las posibles explicaciones. Una podría ser el aporte calórico que obtienen de las frutas maduras. Otra, aprovechar sus propiedades antifúngicas, como el mencionado caso de la mosca de la fruta. Y una tercera hipótesis sería que cuando están ebrios, aumenta su sociabilidad. Se sabe que algunas moscas se aparean más cuando están bebidas.