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La ecohidrología alcanza su máximo reconocimiento con el Premio del Agua de Estocolmo anunciado esta semana para el experto italiano Andrea Rinaldo, considerado uno de los padres de esta disciplina que estudia cómo las redes hídricas ofrecen corredores ecológicos para la circulación de personas, especies ... y patógenos. Profesor en la Universidad de Padua y en la Escuela Politécnica Federal de Lausana, Rinaldo recibirá en agosto este galardón, considerado el 'Nobel del Agua', gracias a sus estudios sobre la estrecha interacción entre los ríos, los procesos ecológicos y el desarrollo económico, con consecuencias evidentes tanto en los países ricos como en el mundo menos desarrollado.
«El acceso al agua limpia y segura para todas las poblaciones es un imperativo moral», explica el experto en una entrevista con este diario. «En mi trabajo de investigación se aprecia que se trata de un elemento clave para reducir las desigualdades económicas. Cuando viajo a países pobres como Haití me sorprende ver que todo el mundo posea un teléfono móvil, pero sólo los ricos gozan de un servicio con agua potable, lo que facilita que surjan enfermedades», advierte. También plantea Rinaldo la necesidad de que el desarrollo económico tenga en cuenta una adecuada gestión de los recursos hídricos «y de todo lo que nos dan gratis». «No se puede pensar sólo en términos de PIB. Es importante entender cómo funciona la naturaleza y, en particular, los sistemas fluviales, que son abiertos y tienen un impacto muy importante en las migraciones de poblaciones, la transferencia de especies de un lugar a otro y hasta en la transmisión de patógenos que provocan enfermedades».
El profesor de Hidrología y Recursos Hídricos pone como ejemplo de este último problema la situación que se encontró en Burkina Faso, donde se han construido en los últimos años unas 15.000 pequeñas presas para recoger el agua de las lluvias torrenciales, canalizarla y utilizarla para la agricultura. «Ha habido un aumento inmediato del PIB, pero también se han multiplicado los casos de esquistosomiasis, una enfermedad parasitaria debilitadora que afecta sobre todo a los pobres». El Instituto Internacional del Agua de Estocolmo, que entrega el galardón junto a la Real Academia de Ciencias del país escandinavo, destaca que el premio se le concede a Rinaldo por las múltiples aplicaciones de sus estudios a la vida real. Entre los usos destaca la posibilidad de impedir la transmisión de enfermedades por medio del agua, evitar la contaminación de los recursos hídricos y atajar la propagación de especies invasoras.
Biodiversidad
«Los planes de gestión de los recursos deben tener en cuenta la biodiversidad de las redes fluviales. Hasta ahora no hemos sido capaces de ponerles un precio y cuantificar lo que aportan, pero ahora ya no tenemos excusas y hay que contar con ellas», advierte el experto. «En eso consiste la ecohidrología, en tener en cuenta todas las comunidades vivas que hay alrededor de los sistemas hídricos. El desarrollo tiene que incluir una reflexión medioambiental para evitar que sobrevengan mayores problemas». Entre los países virtuosos Rinaldo cita a Israel, que gracias a la desalación, un uso extremadamente responsable del agua y la tecnología más avanzada, consigue incluso exportar agua a la vecina Jordania a pesar de encontrarse en una región con muy bajas precipitaciones. Preguntado finalmente por la idoneidad de los trasvases entre distintas cuencas, el galardonado es partidario de que prevalezca un «sentido de la jerarquía» en el que prime «el bien común» decidido por un Estado central, sin que la decisión se delegue a las administraciones regionales.
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