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Jon Garay
Domingo, 11 de junio 2023, 08:55
Seguramente habrán soñado en un día de lluvia con unos vaqueros que no se mojen con la lluvia o con una camiseta que no huela con el sudor en caluroso día de verano. También con que repela los rayos ultravioletas del sol, los que dañan ... la piel, y que no pierda el color con el paso del tiempo. ¿Y si todo ello fuera posible en la misma prenda? Esto es justo lo que han conseguido en el CIC Nanogune de San Sebastián Natalia Chamorro y su equipo, lo que podría ser «la ropa del futuro». Hasta han logrado que rechace el 99% de microbios, «una característica muy importante desde el punto de vista médico», subraya la investigadora, que lleva trabajando en el proyecto Elkartek, que así se llama, desde el verano de 2021.
«Hemos observado una gran mejora en la impermeabilidad de ciertos tejidos, que han pasado de empaparse bajo la lluvia a repeler el agua. Asimismo, gracias al estudio de ciertas bacterias, hemos llegado a proporcionar a ciertos tejidos, como el algodón o el tejano, propiedades antimicrobianas y antiolor. También hemos conseguido aumentar la protección ante los rayos ultravioletas», enfatiza la experta.
El secreto para conseguir estas propiedades está en la nanotecnología, la manipulación a la carta de los materiales a escala atómica. Un nanómetro es la millonésima parte de un milímetro. En cifras, 0,00001 milímetros. Para que se hagan una idea, un cabello humano tiene aproximadamente 60.000 nanómetros de espesor. Lo que hacen los investigadores es incorporar partículas como el óxido de titanio y de zinc a tejidos comunes como el algodón, el vaquero o el nailon para cambiar su estructura química. «Ambos son biocompatibles, es decir, no producen ninguna reacción adversa. De hecho, ya se utilizan en cremas», subraya Chamorro, que añade que lo quieren probar también con el poliéster, muy utilizado también en la industria textil. La firma vasca Andrómeda Moto es la encargada de proporcionarles las muestras.
Hay dos técnicas para conseguir estos 'supertejidos': la deposición de capa atómica (ALD, por sus siglas en inglés) y la infiltración en fase vapor (VPI). En la primera, se introducen los «precursores» -las partículas mencionadas- en forma de gas en una cámara donde está también el tejido y «se produce una reacción química con la superficie del téxtil creando una nueva capa atómica». La segunda, desarrollada en Alemania por el investigador Mato Knez, líder del grupo de nanomateriales del centro vasco, es la que utilizan en San Sebastián: «Cuando se introducen los precursores en la cámara, se mantienen unos segundos o un minuto y esto permite que penetre unos nanómetros en la tela. Esto cambia la naturaleza del téxtil y se consiguen propiedades mucho mejores. No solo recubren el material, sino que se infiltren en su estructura interna, haciendo que las propiedades químicas y físicas cambien muchísimo más», explica la experta. Con las muestras pequeñas con las que están investigando, el proceso solo tarda media hora. «Si conseguimos aumentar la escala, tardaría algo más de tiempo», puntualiza.
Cabe preguntarse qué sucede cuando se lavan todos estos supertejidos. La respuesta es nada, las propiedades se conservan intactas. «Hemos hecho pruebas con diez lavadoras convencionales y con diferentes programas. El resultado es que las características añadidas se mantienen después de diez lavados», enfatiza.
Aunque todavía está en fase de investigación -»al menos durante un año más»-, el objetivo sería poder llevar estas prendas al mercado. «Al final es el objetivo de estas investigaciones, llevarlas más allá. Hemos empezado a pequeña escala para saber hasta dónde podemos llegar. Contamos con la posibilidad de hacerlo a mayor escala porque dentro de Nanogune hay desde 2014 una empresa, Ctech, que trabaja con estas técnicas. La industria textil se encuentra ante una gran oportunidad para crear nuevos y mejorados productos que satisfagan las demandas de los consumidores. Son muchas las empresas que están comenzando a invertir en este tipo de innovaciones para mejorar el día a día de las personas», concluye Chamorro.
Además de propiedades como la impermeabilidad o la capacidad para rechazar microbios, la ropa del futuro también podría almacenar la energía generada por el movimiento del cuerpo para cargar todo tipo de dispositivos como relojes o auriculares. Esto es lo que han hecho investigadores de la universidad china de Tsinghua con lo que han bautizado como fibra-Teng. Esta aprovecha el llamado 'efecto triboeléctrico', un tipo de electricidad que se genera cuando ciertos materiales friccionan con otros. Así, cuando la fibra Teng se dobla o se estira como consecuencia del movimiento del cuerpo, las capas de material que la componen generan una energía que se acumula y puede ser aprovechada para recargar las baterías de todo tipo de 'gadgets'.
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