Un gran mensaje de 'Bienvenidos' pintado en colores sobre fondo verde recibe a los alumnos de la escuela del pueblo zamorano de Arrabalde. Es un mensaje alegre y colorido en un inicio de curso para recordar y que pasará a la historia de la localidad ... de 220 habitantes.
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Lo que parecía imposible ha ocurrido en este inicio de curso en el que la pandemia del coronavirus ha dejado imágenes atípicas de geles hidroalcohólicos y distancias, pero también momentos inolvidables como la reapertura en la provincia de Zamora de un colegio que llevaba cuatro años cerrado.
No es lo habitual en un momento en el que la tónica en el medio rural es la pérdida de población y el cierre de los colegios por falta de niños.
El aula de Arrabalde, que pertenece al Centro Rural Agrupado (CRA) San Pelayo de Morales del Rey, cerró sus puertas en 2016 porque no alcanzaba el número mínimo de alumnos. Hoy son ocho: Claudia, Sofía, Rodrigo, Raúl, Aarón, Carmen, Elena y Cloe, que cursan Educación Infantil y Primaria. Este año lo hacen sin moverse del pueblo, cuyo nombre es reconocido por los famosos tesoros de Arrabalde, que se encontraron en el castro de las Labradas, a cuyos pies se sitúa la escuela.
La pandemia ha supuesto un impulso para la reapertura del centro, ya que varias familias, incluso una que no reside en Arrabalde, han decidido matricular a sus hijos en el centro y otras dos que descienden del municipio han regresado desde Medina del Campo (Valladolid) y Madrid.
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«El colegio se cerró porque quedaban ya tres niños y para el siguiente curso no había suficientes. Ahora ha abierto y la pandemia ha ayudado mucho», explica Felipe Martín, alcalde de un municipio que pertenece a la comarca de Benavente y Los Valles y que se sitúa muy cerca del límite con la provincia de León.
Padre además de una de las alumnas, el regidor explica que la covid-19 ha tenido mucho que ver en la reapertura, que ha sido posible gracias a que dos familias que ya había en el pueblo, otras dos que se han trasladado y la médica del consultorio local, que no reside en Arrabalde, han optado por el colegio debido al menor número de alumnos que tiene, las medidas de seguridad que ofrece y para evitar desplazamientos.
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«Los alumnos que teníamos iban al colegio de Morales del Rey y les llevaban en un autobús de línea con más gente, mayores y trabajadores. Entre los niños que había ya en el pueblo y familias que han venido a vivir, hemos reunido los niños suficientes para abrir el colegio», explica el alcalde, que presentó la propuesta a la Dirección Provincial de Educación de la Junta de Castilla y León en Zamora, y esta fue aprobada. Así se lo notificaron de forma oficial desde la Junta a finales de julio.
Asegura el alcalde que la reapertura supone «un avance espectacular» para Arrabalde, al pasar de «no tener centro educativo y ver una decadencia bastante amplia en estas zonas rurales a que la gente esté muy contenta».
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Es la hora del recreo y las alumnas más pequeñas, Cloe y Elena, en periodo de adaptación durante las primeras semanas del curso, llegan al centro para incorporarse al aula en su primer día de clase. Llegan con sus mochilas y en la puerta son recibidas por el maestro, Vicente Rodríguez, que al finalizar el curso 2015-2016 cerró la escuela y ha vuelto a reabrirla en este 2020. «Me parece genial que haya abierto el colegio porque vivo en Arrabalde y es estupendo. Lo cerré hace cuatro años y ahora lo vuelvo a abrir», explica el maestro, que lleva ocho años como profesor del CRA de Morales del Rey y más de 35 dedicado a la docencia.
Confiesa que cuando dejó la escuela, nunca pensó que pudiera volver a funcionar. «Sinceramente no pensé que pudiera volver a abrir por la demografía de estos pueblos, pero ha habido un golpe de suerte, un alcalde trabajador y una serie de coincidencias», manifiesta.
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Del colegio destaca ventajas como el menor número de alumnos y el espacio suficiente que hay para todos, además de contar con un aula de nueva construcción que tiene unos dieciséis años y con materiales fáciles de limpiar. «En principio, estamos muy a gusto. Para mí, desde luego, es una alegría y para los abuelos que vean otra vez y sientan a los niños tiene que ser un placer enorme porque si no hay niños en un pueblo, está muerto», afirma el docente antes de volver a retomar las clases, esta vez para que los alumnos mayores expliquen a las más pequeñas las medidas de higiene y distancia que hay que cumplir en el aula.
Difícil le parecía también la reapertura al alcalde porque una vez que se cierran los centros educativos, cuesta mucho abrirlos, según explica. «Hemos tenido suerte, hemos luchado y finalmente lo tenemos abierto porque la pandemia ha ayudado bastante, la gente se piensa las cosas dos veces y opta por la calidad de vida que tenemos y porque hay menos riesgo de contagio», afirma sobre un municipio en el que se no han registrado contagios de coronavirus.
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Ahora el alcalde y los vecinos esperan que siga impartiéndose educación en el colegio durante mucho tiempo porque además creen que puede ser un atractivo para que se asienten en el pueblo más familias con hijos. De hecho, ya han mostrado interés un par de ellas, que puede que en un futuro próximo se sumen a la gran familia del colegio de Arrabalde.
Los testimonios
«Yo personalmente también estoy contento por mi hija, que gracias a Dios va a poder estudiar aquí con una buena educación. Que reabra el colegio es un punto muy a favor y estamos muy contentos todos», asegura el alcalde de Arrabalde y padre de Cloe, una de las alumnas más pequeñas del centro, que ha comenzado este curso Educación Infantil.
Teresa Villar y Gustavo Malumbres se trasladaron hace cuatro años a Medina del Campo (Valladolid) y en junio regresaron a Arrabalde junto a sus hijos Raúl y Elena, lo que ha hecho posible la reapertura de la escuela. Decidieron volver al pueblo a finales de junio, tras el confinamiento, por motivos laborales y personales, pero también por la pandemia, que les animó a tomar la decisión.
María Rábano es madre de Claudia y Sofía, dos alumnas de Educación Primaria que tienen 11 y 9 años y que estudiaron en la escuela de Arrabalde hasta 2016. Desde entonces se trasladaban a diario al colegio de Morales del Rey, que está a unos doce kilómetros de distancia, en un autobús de la línea regular que va a Benavente y en el que iban junto a otros viajeros adultos.
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