Beatriz Fernández Pujo | Bodeguera, viticultora, sumiller y presidenta de la Ruta del Vino de Toro
«Al vino hay que tratarlo como lo que es, un alimento»Beatriz Fernández Pujo | Bodeguera, viticultora, sumiller y presidenta de la Ruta del Vino de Toro
«Al vino hay que tratarlo como lo que es, un alimento»He aquí una mujer que conoce el mundo del vino mejor que la palma de su mano. Beatriz Fernández Pujo (Burgos, 1981). Segunda generación familiar de la bodega toresana Liberalia. Viticultora, bodeguera, sumiller y desde hace siete años presidenta de la Ruta del Vino de ... Toro, cargo en el que fue reelegida recientemente y desde el que impulsa un proyecto europeo en el que su tierra, vinícola por antonomasia, va a ser pionera en todo el Viejo Continente para hacer accesibles las bodegas e instalaciones visitables en la Ruta del Vino a las personas con distintas capacidades. Sin pelos en la lengua y con palabras claras y sin artificios, puede decirse de ella que de tal palo... Con 5 años ya acompañaba a su padre, el iniguablable Juan Antonio Fernández, a la bodega familiar de El Pego. Hoy, desde su Toro del alma, ella se afana sin descanso para que esta tierra de vino y el vino de esta tierra tengan en el mundo el mayor prestigio, fama y renombre.
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–El vino no se vende por sí solo, ¿verdad?
–¡Ya quisiéramos! Hay que hacer muchos esfuerzos.
–Y eso que ayudan las nuevas tecnologías y el empujón que hubo en tiempos de pandemia...
–Ayudó muchísimo porque pudimos poner en valor al cliente final, que está en su casa, que en aquel momento estaba encerrado por el confinamiento y quería poder disfrutar de vino.
–Lo 'on line' facilita contacto directo, sin intermediarios.
–Sin distribuidor, sin importador,... Funciona bastante lo de la tienda 'on line', aunque queda mucho trabajo por hacer.
–Uno dice en cualquier lugar 'Toro' y al instante la mente lo asocia con buen vino.
–Me da mucha rabia que el vino de Toro sea más conocido como tal internacionalmente y valorado como lo que es el vino de Toro hoy que en España.
–¿Más valorado fuera?
–Claramente. En España tenemos todavía aquel 'sanmartín' del vino de Toro que se partía con cuchillo y tenedor. ¡Que ya me dirá si no ha llovido desde entonces! Elija cualquier vino de las 63 bodegas que están ahora mismo acogidas a la DO; le gustará más o le hará más gracia este o aquel, pero nada tienen que ver con aquello que hacían mis bisabuelos en los tiempos de postguerra. Ahora mismo lo que tenemos son vinos elegantes, divertidos, muy bebibles y muy comerciales.
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–Y que atraen capital e inversores a la DO Toro.
–Capital de muchas bodegas nacionales e internacionales con mucha fama de años, que se han fijado en la DO Toro y han venido a montar su bodega y a elaborar su vino.
–Si a alguien no le gusta el vino, ¿carece de sentido para él la ruta del vino de Toro?
–No tiene por qué. De hecho, es una de las mejores opciones para conocer el mundo del vino y, en este caso, enclavado en Toro y los 17 municipios que componen la denominación de origen.
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Beatriz Fernández Pujo
Bodeguera, viticultora, sumiller y presidenta de la Ruta del Vino de Toro
–¿La ruta de Toro para llegar al vino de Toro o éste para descubrir aquella?
–Es un círculo. La Ruta del Vino de Toro estuvo congelada durante muchos años porque en estas cosas siempre hay muchos intereses de gente que pulula por el mundo; se metió en un cajón el proyecto y cuando se formó el nuevo consejo regulador, con el nuevo presidente, Felipe Nalda, uno de los principales proyectos fue crear la Ruta del Vino de Toro.
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–Y echaron a andar, ¿para qué?
–Porque hacía falta: hace falta bajar a la tierra el vino y ayudar a todas las pequeñas empresas y los autónomos que vivimos del vino a crear unas sinergias entre todos. Lo más importante es que cada uno aporte su personalidad. Pero te guste o no el vino, hay que conocer la Ruta del Vino de Toro.
–¿Qué es eso que dice de que hay que bajar el vino a la tierra?
–Nuestro mayor hándicap en este momento es el público joven. Lo ha sido siempre y lo sigue siendo. La gente joven está acostumbrada a que o han vivido el mundo del vino desde pequeños, con sus abuelos, sus padres, o se han acostumbrado a que el poco vino que beban lo hagan mezclado con Coca-cola o con un refresco. Pues, bueno, ¿y qué pasa por eso? No hay ningún problema.
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–¿Ah, no?
–La gente joven tiene que empezar por alguna parte y no hay ningún problema en que hagan una mezcla de vino. Pero claro, hemos hecho el mundo del vino tan rimbombante... Nosotros mismos muchas veces nos hemos tirado piedras contra nuestro tejado.
–Piedras como...
–Las catas muy técnicas, unas contraetiquetas que por más que las leas son incomprensibles... Y, mire, me pueden cantar misa: lo que la gente quiere es sencillez.
–Son legión los que por más que miran una copa de vino no encuentran los antocianos.
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–¡Es que los antocianos no te saludan cuando están en la copa!
–Y los polifenoles, ni le digo.
–¡Ni los taninos! Hay gente que te dice de un vino que tiene muchos taninos y cuando les preguntas qué es para ella un tanino, te admiten que no lo saben, que lo dicen porque se lo han oído a otros. ¡Pues vamos a un lenguaje normal!
–¿Quién gana en Toro la lucha vino-cerveza, vino-cubatas?
–Depende de en qué época del año. El mundo de la cerveza no es que nos haga daño, porque la culpa no la tiene la cerveza.
–Entonces, ¿quién?
–La culpa la tiene la educación, que no hemos dado con cómo se tiene que servir un vino.
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–¿Cómo se ha de servir un vino?
–Un vino tinto se puede enfriar en verano: no hay ningún problema en enfriarlo. Se lo digo a mis clientes, a mis distribuidores, a los hosteleros a los que vendo vino: no puedes poner un vino tinto a 40 grados a la sombra en una terraza porque, cuando te lo bebes ya puede ser el mejor vino del mundo puntuado por Parker y lo que te dé la gana, que realmente no hay quien se lo beba. Obviamente, los blancos en verano funcionan muy bien. Pero sigue funcionando la cerveza: es una competencia muy fuerte. Pero es culpa, insisto, de que no sabemos derribar ciertos mitos como el que digo de enfriar el tinto. Hay que desmitificar a tanto sibarita como hay y tanta cosa.
–¿Quién pone el cascabel al gato?
–Intento ayudar tanto a los clientes que vienen aquí como al hostelero. Y entiendo que en verano es más fácil poner cañas que andar enfriando el vino, sácalo, que si el corcho, que si cuánto tiempo se puede después tener una botella abierta... ¡Pero hay que tratar al vino como lo que es!
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–¿Qué es?
–¡Un alimento! Un alimento. Resulta que se beben muchos cubatas y nadie se preocupa de los cincuenta y pico grados alcohólicos que tiene un vodka o una ginebra y nos llevamos las manos a la cabeza cuando un vino tiene 14 grados alcohólicos. ¡Hombre, por favor! Hay que poner cada cosa en su lugar. También los gobiernos han hecho mucho daño en ese sentido.
–¿Un sitio más donde la política está omnipresente?
–El vino es la bebida alcohólica más fiscalizada que hay. Una botella tiene más papeles que una persona. No ya por los controles, que tienen que existir, sino a veces el flaco favor que hacen los gobiernos, autonómicos o el nacional, en no seguir tratando al vino como un alimento, que es lo que es, un alimento.
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Beatriz Fernández Pujo
Bodeguera, viticultora, sumiller y presidenta de la Ruta del Vino de Toro
–¿Existe un perfil de la persona que acude a disfrutar de la Ruta del Vino de Toro?
–Tenemos de todo, la verdad es que tenemos de todo. Nacional, internacional... No hay un perfil concreto que sea el que destaque: tenemos una diversidad de turistas de todo tipo. A mi bodega vienen desde visitantes de 25 o 27 años hasta gente de más de 70. Y es genial ver en las visitas y las catas cómo ese público joven se comunica con la gente mayor. Le puedo dar un dato.
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–¡Venga ese dato!
–En 2022, porque aún no tenemos cerrado el dato de 2023, la DO Toro recibió 60.000 visitantes, 60.000 que han sido comunicados por los socios de la Ruta. Ojo, en 2022 que todavía estábamos terminando la pandemia, que coleaban las restricciones... Cuando salgan los datos de 2023, esperamos rozar los cien mil y, si no me equivoco, en España nos pondremos entre el tercer y cuarto puesto de las rutas por visitas a bodegas.
–Ayuda la autovía a llegar.
–¡Desde luego! Pero ayuda mucho y más también lo que hallan cuando salen de la autovía.
Beatriz Fernández Pujo
Bodeguera, viticultora, sumiller y presidenta de la Ruta del Vino de Toro
–Y una vez en la DO Toro, ¿con qué se encuentran?
–Patrimonio histórico y vegetal sin igual y todas las posibilidades, muchas de ellas todavía por ponerse en valor, entre las que a la cabeza están más de 200 bodegas subterráneas. Para ellas estamos trabajando en un plan particular que esperamos desarrollar este 2024. Y estamos muy sumergidos en el proyecto HeritAccess, el proyecto internacional de enoturismo accesible. La Ruta del Vino de Toro va a capitanear en Europa este proyecto.
–¡Pioneros desde Toro!
–Lo que se va a intentar es que todas las rutas turísticas en los países europeos se centren en hacer también turismo accesible para personas de todo tipo de capacidades y todas las bodegas puedan hacer accesibles sus instalaciones al enoturismo.
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–Usted es viticultora y bodeguera desde prácticamente la cuna.
–Eso me dice mi padre: él lo mamó de niño y después, yo.
–Mujer, joven, preparada,... ¿todo ventajas en un mundo tradicionalmente de hombres?
–Ha habido que luchar mucho y hay que luchar muchísimo todavía. Ser mujer en el mundo del vino no es fácil. Y no solo, sino en muchos más ámbitos. Lo que pasa es que siempre he desmitificado estas cosas, las he tirado por tierra; claro que han de existir colectivos que pongan en valor a la mujer en el mundo del vino. Y aunque más del 50% de las direcciones técnicas de las bodegas están en manos de mujeres y detrás de grandes etiquetas hay mujeres, siempre hemos estado en la sombra, como en todos los aspectos de la vida.
–Cada vez hay más cambios en el clima: este invierno poca lluvia, poca nieve, temperaturas altas... ¿Qué les hace temer?
–Los viticultores estamos muy preocupados por ello. Es un problema que da bastante miedo. Pero hay que añadirle otros que tenemos en el viñedo.
–¿Como cuáles?
–Por ejemplo, la yesca.
–¿La yesca?
–Es una enfermedad que entra en la cepa de manera silenciosa, oculta, y lo que hace es como pudrir por dentro la planta y dejarla inservible. Más que el cambio climático, ahora mismo la mayor preocupación es la yesca. Si no conseguimos hacer algo, el panorama vitivinícola en España de aquí a 30 años va a tener un problema de quedarse sin viñas, de tener que arrancar y verlas reducidas al 20%.
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–El vino da la felicidad, señala el dicho, pero elaborarlo...
–¡Da más dolores de cabeza que beberlo! Se lo aseguro.
–Y pese a ello, ¿realizaría el mismo recorrido vital ?
–Lo mismo, con alguna cosa un poquito diferente, pero creo que hemos acertado al ir enfocando el proyecto.
–¿Y en todo ese proceso vital se ha parado ya alguna vez a pensar qué quiere ser de mayor?
–Cantante. Yo cantaba en la Coral Vallisoletana y tengo hechas las carreras de Violín, Canto coral y Solfeo.
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