Vicente Pliego, en la sala de cata de su bodega Pinea, en la DO Ribera del Duero. RODRIGO JIMÉNEZ

Vicente Pliego | Viticultor y bodeguero

«El vino no se hace con dinero, sino con corazón, pasión, perseverancia y humildad»

«A los jóvenes les diría que el vino es cultura y que eso le da la enorme diferencia de entenderlo como arte y no solo como bebida»

J. I. Foces

Valladolid

Sábado, 15 de junio 2024, 08:36

He aquí un hacedor de sensibilidades y un alarife de instantes únicos. Vicente Pliego (México, 1977). Un buen día de hace ya once años se trasladó con su mujer y sus hijas desde el país azteca al corazón de la Ribera del Duero burgalesa para ... iniciar la venturosa aventura de crear vino. Como maestro de esa colosal labor y a la vez campesino entre viñas, construyó un proyecto, de la mano de su inseparable amigo y socio Hugo del Pozzo, y una década después ha situado sus vinos en muy altas cotas de calidad y prestigio mundial. Y, pese a lo que ya ha logrado, no se conforma: quiere hacer el mejor vino del orbe. Refrenda sus palabras con una mirada profunda (se diría que habla con los ojos) y un tono tan convincente como afable, que atrapa la atención de su interlocutor, para garantizar que está dispuesto a seguir dejándose la vida en una tarea que le colma como persona y que le ha dado sentido como ser humano.

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–Usted en México no se dedicaba al mundo del vino.

–Estaba metido en la captación de fondos para la construcción de universidades. Lo que más necesita México es educación y sentir que tus iniciativas empresariales conducen a una mejora de tu país era altamente recompensable. Por varias razones, conecté con el mundo del vino...

–Suena eufemístico ese 'por varias razones'.

–Desde muy pequeñito aprendí de mi padre cómo funcionaban las denominaciones de origen, la diferencia entre un vino y otro, por qué Francia había construido territorios de crecimiento tan importantes a través de los estudios de la enología, por qué Italia se había fortalecido a través de inversiones de Norteamérica y por qué tenía zonas que habían ganado prestigio de determinada forma por cierta evolución de mercados... Me sabía las historias de Alsacia y la II Guerra Mundial y las bodegas escondidas... Los mitos de Champaña... Todo eso, en el vino tiene un hilo conductor que es la cultura.

Vicente Pliego, durante la entrevista. R. JIMÉNEZ

–La cultura, así, ¿sin más?

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–Cuando llegas a España es mucho más fácil entenderlo porque aunque no tengo ascendencia española, la cultura de España está inmersa en México. Las etiquetas de vino de más prestigio en México son españolas y la Ribera del Duero ocupó un lugar en mi corazón muy pronto.

–¿A más de 9.000 kilómetros de distancia?

–Suena más difícil decirlo que hacerlo. Cuando das un paso fuera de tu pueblo, te da lo mismo que sean 2.000 que 40.000 kilómetros. El punto es soltar tu lugar, tu familia, despedirte de tu padre, no saber si vas a volver a verlo. Despedirte de tu madre, dar un beso a la abuela, viajar y llevarte un proyecto de emprendimiento.

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–Pero vino a España sin un proyecto empresarial definido, vino sin tradición familiar previa... ¿Entiende que sorprenda?

–Pero eso fue el éxito. Porque si hubiera llegado con un proyecto empresarial, en el que hubiera destinado un capital para obtener un retorno de la inversión, hubiera sido una gran decepción.

–¿Decepción? Capital, inversión...

–El vino no se hace con dinero: grandes capitales han invertido en elaborar vino en la Ribera del Duero y se han desinflado. El vino se hace con el corazón, con pasión. Y si no pones todas tus células y tu corazón en la elaboración del vino, no te sale. Y tienes que ir paso a paso.

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«No llegué hasta aquí para hacer un vino a medias, llegué para hacerlo a lo grande y vivirlo con todo mi ser»

Vicente Pliego

Viticultor y bodeguero

–¿Cómo planteó en México a su familia que recogía y cruzaba el Atlántico sin nada concreto?

–Ya había hecho varios viajes de exploración y mi uva favorita es la tempranillo. Sabía que la mejor tempranillo, en mi opinión, está en la Ribera del Duero y, además, al norte de la Ribera, en una zona muy especial de viñedos que tiene muchísimo sufrimiento. La uva fue decisoria: si daba el sí era por la uva. Luego, con la primera que hablé fue con mi mujer.

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–¿Y qué le dijo?

–Y si...

–¿Cómo que 'Y si...'?

–Los grandes proyectos de este mundo han empezado con un ¡Y si...'. Me dijo que si lo íbamos a hacer aquel era el momento, cuando las niñas estaban pequeñas y teníamos la capacidad de empacar y llevarlas a donde fuera.

–¡A la Ribera del Duero!

–Hablamos con las niñas. Para ellas todo era emoción: llegar a un país nuevo, a una escuela nueva. Hablé con mi padre, me dio la bendición mi abuela y nos vinimos.

–Y a empezar en España.

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–Los primeros meses fueron de integrarme en la cultura de la zona, hablar con los mayores...

–¡Con los más viejos del lugar!

–Me fueron diciendo: 'Mira, olvídate de tonterías, que el vino se hace así; olvídate de maquinotas grandes, el vino se hace así...'

Vicente Pliego, en los viñedos de Pinea. RODRIGO JIMÉNEZ

–¿Cómo le recibieron?

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–¡Muy bien! Al principio fue difícil porque decían '¿Quién eres tú? ¿Cómo un mexicano viene a la Ribera a hacer vino? ¿Pero sabes lo difícil que es eso?' Me leyeron el historial de fracasos. Había ciertas frustraciones que me hicieron ver y no las hice mías.

–Menos mal.

–Me enseñaron a leer la zona, a leer la tierra, a leer los proyectos de elaboración como debían ser. Y ahí llegó la segunda fase: yo había tomado la decisión por la uva y me dí cuenta de que si quería hacer algo grande tenía que ser desde lo más simple.

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–Un dicho mexicano advierte de que 'del plato a la boca se cae la sopa'. Alude a lo que sucede entre el ¿'Y si...'? y la ejecución del proyecto. ¿Con qué se queda de por todo lo que ha pasado?

–Primero, el sueño nunca se termina y para alcanzar los sueños te tienes que esforzar. Me quedo con el esfuerzo que se vive todos los días y la recompensa del sueño se confirma cuando vas labrando pasos. No hay algo que habría hecho diferente, quizá porque hemos tenido éxito, quizá porque nuestros vinos hablan por nosotros, pero sobre todo creo que la línea seguida siempre ha sido en la sencillez, con espíritu franciscano, porque el ego destruye los grandes emprendimientos. Has de avanzar siempre en la perseverancia de los sueños porque si te la crees muy pronto, todavía no llegas y si no te la crees lo suficiente, no vas a llegar. Hay una confianza, una ilusión, una creencia, un fe en ti, en Dios, en tu proyecto, estás acompañado de la familia y lo que sigue es perseverar y perseverar, siempre teniendo la humildad en todos los proyectos y dejarte ayudar.

«Quiero hacer un vino de los que detienen el tiempo»

Vicente Pliego

Viticultor y bodeguero

–¿Qué busca elaborando vino?

–Hay una búsqueda de la felicidad, por supuesto. Tenemos el dicho de que Pinea es 'Siglos de historia, años de crianza, minutos de placer y momentos que duran para siempre'. Cuando ofreces una copa de tu vino y la persona prueba y sonríe, ¡no hay mayor satisfacción! Son esos momentos que duran para siempre, no hay mayor felicidad porque el vino es arte y se traduce en felicidad en tu cuerpo.

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–¿Y qué quiere que encuentre en su vino quien lo beba?

–Que se le pueda detener el tiempo. La capacidad detener el tiempo a través de un vino. Imagínese... ¡Es magia!

–¿Qué está dispuesto a seguir haciendo para conseguirlo?

–Estoy dispuesto a seguirme dejando la vida en esto. Queremos hacer el mejor del mundo. Yo no llegué hasta aquí para hacerlo a medias, llegué para hacerlo a lo grande y vivirlo a tope con todo mi ser para que funcionen las cosas. Hoy lo que sentimos no es ya que tenemos un vino que está a la altura de los mejores sino que nuestro propósito debe cambiar a hacer el mejor, perseverar en la construcción del mejor vino.

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–¿El viaje de 2013 desde México fue sin billete de vuelta?

–Mi mujer y yo decidimos en su día quemar las velas para vivir este proyecto a tope.

–¿Tienen ya doble nacionalidad?

–Todavía no. Hace un tiempo me resistía, ahora lo necesito. Amo España. Me encanta. Yo represento un producto bandera de España y para poder hablar de mi vino tengo que hablar de dónde viene y viene del país más rico del mundo, un país que tiene la capacidad de suelo y de clima para generar las mejores uvas tempranillo y está aquí, en mis manos, en una copa de vino.

–¿Hunde ya raíces en la Ribera del Duero?

–Me siento conferido para cuidar los viñedos, que van a vivir mucho más tiempo del que lleguemos en toda la vida a estar en estas tierras. Vivo pensando en la continuidad de mi proyecto y eso tiene su motivación, que es muy profunda.

«El vino es arte y se traduce en felicidad en tu cuerpo»

Vicente Pliego

Viticultor y bodeguero

–Con su vino ya entre los grandes, ¿ha vuelto a preguntar a los más viejos del lugar?

–Ellos lo compensan con cariño. La personalidad del castellano es dura y adorable....

–...¿Dura?

–Sí, porque de entrada la gente es seca, de pocas palabras...

–Pero la califica de adorable...

–Porque cuando te abren su corazón te vuelves parte de su familia. Creo que me he ganado su palmada en la espalda y como a nadie le dan la palmada en la espalda si no la merece... Además, está algo que no pueden ocultar, la sonrisa: cuando beben tu vino, sonríen y te preguntan '¿Qué has hecho?', he sabido que he hecho algo que está muy bien. La gente de aquí que me ayudó desde el principio me ha premiado con sus signos, no con sus palabras, y me han mostrado que se sienten contentos de lo que he hecho.

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Vicente Pliego, durante la conversación para la entrevista. R. JIMÉNEZ

–¿Por qué Pinea?

–Cuando vino Hugo del Pozzo por primera vez a Ribera del Duero a conocer mi proyecto lo primero que le llamó la atención en el viaje de Valladolid a Quintanamanvirgo fueron los pinos que vio durante el trayecto. Al lado de los viñedos que había comprado hay un pino gigantesco y bajo ese pino, nos sentamos, le conté todo el proyecto y me rompió con una pregunta. 'Venga, lo vamos a hacer, pero ¿cómo se va a llamar el proyecto?' Y miré atrás y arriba y lo ví en ese instante: Pinea. El nombre científico del pino es 'pinus, pinea', que para nosotros supuso el inicio, la inspiración, la filosofía. Bajo ese pino, inmenso, espectacular, fue donde empezó todo. Pinea, árbol de la región, símbolo muy importante, con mucha filosofía, las raíces, la grandeza, las ramas, la sombra, lo abundante... Por eso Pinea.

–¿Cómo convencería a un joven de que su vino le va a llevar a una dimensión que no va a lograr con cerveza o gintonics?

–Más allá de que es un producto natural, sano, de que con moderación tiene beneficios para la salud, les diría a los jóvenes que el vino es cultura y eso le da una diferencia enorme de entenderlo como arte y no solo como una bebida. Cuando llegas a entender cómo el vino ha conformado sociedades, es maravilloso.

–¿Será el vino de lo poquísimo que en esta vida quede a salvo de la inteligencia artificial?

–¡Ójala! Has de hacer muchas cosas para que la uva recolectada esté bien elaborada y se convierta en un gran vino y eso no lo va a poder hacer nunca la inteligencia artificial. Y si la inteligencia artificial llega a hacer vino, no será nunca de esos grandes vinos, sino que serán 'vinos cocacola'. Si no haces un vino con sensibilidad, el vino no se siente. Habrá vinos que bebas que no te pondrán la piel chinita y habrá otros que dirás 'Este es el vino, este detiene el tiempo'. Yo quiero hacer un vino de los que detienen el tiempo no de los del montón.

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–¿Contemplando sus viñedos se ha parado ya a pensar qué quiere ser de mayor?

–¡Sí! Uno de los más viejos del lugar que un día le pueda ayudar a hacer su vino a un joven, llegue este de donde llegue.

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