Sor María Jesús de San José | Priora del Convento vallisoletano cuarta fundación de Santa Teresa
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Sor María Jesús de San José | Priora del Convento vallisoletano cuarta fundación de Santa Teresa
«Una vida de clausura no se aguanta sin fe»He aquí una mujer que lleva 54 años en una clausura conventual. Sor María Jesús de San José (Valladolid, 1948). Es la priora de la cuarta fundación de Santa Teresa, la de la capital vallisoletana, a la que llegó con 22 años, segura, afirma con ... enorme convicción, de que Dios la quería intramuros y dedicada a la oración. Desde 1970 a hoy han cambiado mucho las cosas dentro, al igual que extramuros. Tanto, que la decena de monjas que vive en este convento están al tanto de la actualidad por medio de las modernas técnicas de comunicación. En Internet han informado de la iniciativa que han puesto en marcha por primera vez para este agosto con el fin de que «quien se sienta llamada por Jesús para vivir por los demás», conozca cómo se vive en el convento y qué se hace y, si alguna decide quedarse, contribuir, además, a garantizar la continuidad de esta tan histórica como popular fundación de la Santa de Ávila.
–Estoy aquí porque vine engañando a las monjas.
–¡Vaya estreno!
–Tendría 13 años y con una amiga un día nos jugamos la clase; decidimos venir en la hora de la visita a ver el convento. A mí ese estilo de vida, de vivir solo para Jesús, una vida de fraternidad, de silencio y de recogimiento que nos enseñaron no se me olvidó. En los nueve años posteriores terminé los estudios, trabajé en Alfa Castilla, la firma de máquinas de coser, me eché novio...
–¡Se echó novio!
–Pertenecíamos a un grupo cristiano y siempre al hacer oración como que el Señor me pedía para él, como que me llamaba para él. Nunca se me olvidó: es vivir para Jesús por los que no rezan, la oración de intercesión.
–¿Por qué entró en la clausura?
–Cuando Dios te infunde una llamada... Mi jefe en aquel momento en el trabajo pensó que me había ocurrido algo con mi novio y me planteó buscarme un trabajo en otro lugar. Yo le insistía que no y en que yo tenía que ser fiel a mí misma. Es fundamental ser fiel a una misma, fundamental. Si no eres fiel a ti misma, ¿cómo vas a serlo con los demás?
–Buena pregunta.
–Doy muchas gracias a Dios por haber pertenecido a una familia cristiana y por el ejemplo que me dieron en casa. Éramos ocho hermanos, seis chicos, de los que dos ya han fallecido, y dos chicas.
–¿Cómo les planteó que quería entrar en el convento?
–Habían pasado nueve años, pero no se me había olvidado el convento y lo que nos mostraron a mi amiga y a mí. También me influyó mucho que la madre que nos recibió tenía un carisma especial. Enfermó de cáncer y un día me escribió una carta en la que me decía que ofrecía sus sufrimientos por mí, porque estaba segura de mi vocación. Lo primero que me pregunté al leer aquello es que cómo era posible que aquella monja lo supiese.
–Claro, nueve años después...
–Aquella carta me infundió tal impresión... ¡Aquella monja decía que ofrecía por mí el sufrimiento que le provocaba su cáncer! Entre aquello y que mi confesor me dijo que tenía que decidirme entre seguir con mi novio y no hacer una cosa que luego no se podía deshacer o profesar en el convento, preferí experimentar entrar al Carmelo.
–¿Cómo se lo tomó su novio?
–¡Pues fatal! Fatal, fatal fatal.
–¿Y sus padres y hermanos?
–Mis padres eran muy cristianos y muy buenos. Mis hermanos pensaban que iba a estar en el convento cuatro días. Cuando yo entré... Ahora se da la posibilidad de hacer una experiencia: entras y conoces lo que es el Carmelo. Pero hace 50 años estaba el postulantado, luego el noviciado y hasta que profesas pasaba mucho tiempo.
Sor María Jesús de San José
Prioira del Convento vallisoletano de Santa Teresa
–¿Qué es el Carmelo?
–Vivir para Dios, en su compañía, porque la oración es eso, esa presencia de Dios, vivir para el Señor, pero no por nosotras, sino por los que no rezan.
–¿Usted cree firmemente en Dios?
–¡Hombre! Pues sí, claro, porque siento la presencia de Dios tan segura... Y eso no quiere decir que yo no tenga tentación, ¿eh? A veces el Señor la tentación más fuerte que me ha dado ha sido la de la falta de fe, pero luego el propio Señor se te manifiesta y se supera eso.
–¿Hay que colegir que las monjas que están en el convento creen en Dios por encima de la media de la sociedad?
–Muy por encima. Es que si no, no se aguanta una vida de clausura sin fe. Una cosa es que tengas una tentación, por ejemplo preguntarte qué estás haciendo aquí. El demonio está ahí, ¿eh? Y tienta a las monjas como a todo el mundo. Pero luego... En la vida he visto verdaderos milagros y ves la oración de intercesión que está ahí, que es cierta.
–¿Dios sí le ha hecho caso en algunas peticiones que le ha formulado a lo largo de su vida?
–Me está haciendo caso. Vivo en Dios y para Dios. Pero, de verdad, si no sintiera la fuerza que Él me da día a día, no estaría aquí. Dejé cosas maravillosas fuera.
–¿Cómo cuáles?
–Éramos un grupo de cinco amigas como cinco hermanas, que nunca reñimos. Han fallecido ya tres. La amistad que tuvimos nos unió como verdaderas hermanas. La cuarta está casada y yo aquí. Cada una eligió su vida. Yo elegí la de vivir para el Señor, por los que no rezan, por los que no se acuerdan. Somos intercesoras de este mundo.
–Falta le hace al mundo, que está...
–Pero hay mucho bueno, que no se ve, y que no sale en los medios de comunicación.
Sor María Jesús de San José
Priora del Convento vallisoletano de Santa Teresa
–Le iba a decir que si no se ve a los buenos, dónde están.
–¡Pero les hay, les hay! ¿Cómo no va a encontrar gente buena? Y matrimonios buenísimos. Y gente buenísima. El otro día, en una consulta médica una señora me preguntaba que si éramos contemplativas y que si no creía que también hay muchas personas contemplativas fuera.
–¿Y qué respondió?
–Que seguramente sí.
–No se pasan la vida rezando. Trabajan y bastante, ¿verdad?
–Nuestra vida está ofrecida, desde por la mañana. Nos levantamos a las 6:30 y tras el aseo personal a las 7 rezamos laudes por el mundo entero. Tenemos luego una hora de oración, rezamos tercia y a las 8:30 la Eucaristía. Tras ella, un cuarto de hora de acción de gracias y, tras el desayuno, cada una a su trabajo. Estamos repartidas: la portera, la enfermera, la ropera... Y cuando has terminado tu oficio, cada una tiene su hobby: la que restaura, a restaurar; hacemos también unas imágenes pequeñas de marmolina... Distintos medios de vida, tenemos que trabajar para poder comer. Nuestro fuerte son las flores.
–Lleva 54 años en el convento. ¿De verdad no se ha arrepentido nunca de haber entrado?
–¡Noooo! Nunca, nunca, nunca. Estoy convencida de que Dios me quería aquí. Y le doy muchas veces gracias por que me eligió.
–Hay gente fuera que piensa que a una clausura solo entran personas con alguna frustración vital, algún desencanto...
–Yo le diría que de ser así no aguantarían dentro tres días. Una persona sin vocación en la vida contemplativa no aguanta. Si tu ves que esto no es, la Santa dice que es como un hueso dislocado, una persona que está fuera de sitio. ¡Un hueso dislocado!; el dolor que hace para una persona y los demás. Dios nos quiere felices: ese es un principio muy real.
–Nos querrá felices, pero admitirá usted que no lo pone fácil porque con la cantidad de desgracias que hay en esta vida...
–Porque a veces elegimos un camino que no es el nuestro. Yo me imagino que si me hubiera casado no habría sido feliz. Tal y como soy... Estoy donde Dios ha elegido. Esa llamada, esa inquietud que tienes dentro, llámela como quiera, tiene su raíz. Dios existe y es el que te mantiene.
–En agosto van a realizar por primera vez una convivencia juvenil para «quien se sienta llamada por Jesús». ¿Qué han de tener quienes quieran acudir?
–Esa inquietud que se siente dentro de que Dios te llama. Es la primera vez que lo vamos a hacer porque vemos que la comunidad está cogiendo muchos años y hacemos esa llamada. Hemos puesto agosto porque la gente ya está de vacaciones y tiene tiempo para poder venir. Hemos dado un teléfono de contacto: 983 251 989.
–¿Ha llamado alguien ya?
–Hace poco le hemos dicho no a una mujer de Alicante, porque hemos visto por dónde iba la cosa.
–¿Por dónde iba la cosa?
–Nos comentaba que le habían dicho que hace mucho frío aquí. Ahora hay calefacción, que cuando yo entré no la había. Pero Dios te da la fuerza para sufrir todo lo que tuve que sufrir. ¡Y eso es un milagro! Recién tomado el hábito me miraba y me preguntaba si era posible que estuviese vestida de monja. Yo misma me asombraba. ¿Que me dice alguien que Dios no existe? Pues le contesto que existe porque si no, yo no habría podido aguantar.
–¿Por qué una joven del año 2024 va a querer entrar en un convento de clausura? ¡Con los adelantos que hay fuera!
–Pues porque como Dios obró conmigo y es el mismo Dios, pues lo mismo obrará con la gente de hoy. Lo que pasa es que es desconocido. Este mundo nuestro es desconocido. De la vida contemplativa se dicen muchas cosas... Y ahora, por desgracia, tenemos a las de Belorado, que Dios les ilumine. Se han dejado engañar.
–Portadas de periódicos, telediarios...
–No son de mi misma orden, pero son hermanas contemplativas y me duele mucho. Rezamos mucho para que el Señor las ilumine.
–¿Qué cree que ha podido pasar?
–Pues engaño. Falta de formación... Dicen que esto ha venido con años, pero a mí me puede venir un señor diciendo una serie de cosas y, mire, la raíz de mi fe está ahí.
Sor María Jesús de San José
Priora del Convento vallisoletano de Santa Teresa
–Intramuros del convento están al tanto de todo lo que hay fuera. Tienen televisión, internet...
–La televisión la vemos cuando hay algo gordo o que nos interese. Pero las veces que la hemos puesto porque pensábamos que era una noticia importante, la hemos visto y hemos salido mal. Preferimos tener nuestra hora de recreación y cuando algo nos interesa lo pinchamos en Google y nos enteramos un poco.
–Las clausuras ya no son como las de antes.
–Claro, Internet en el siglo XVI no existía, pero si Santa Teresa viviera ahora sería de estos tiempos. La Santa era muy natural, muy humana y muy divina. Se desconoce la faceta humana que tenía la Santa, nos la han puesto siempre en éxtasis y así... Quería que fuéramos una verdadera familia.
–Si Santa Teresa viviera hoy, ¿estaría conectada a la Red, tendría redes sociales?
–Pues no sé si estaría en redes sociales, pero en Internet claro. Pero hoy todo tiene que ser por Internet, no te puedes manejar de otra manera. En 1997, la Junta de Castilla y León nos proporcionó unos ordenadores. Han pasado muchos años y vamos aprendiendo. Un informático conocido de la comunidad nos dio unas clases y las cuatro cosas básicas las conocemos.
–Han avanzado con el mundo.
–Hemos puesto muchas cosas acomodadas a este tiempo, pero la esencia de lo que es la vida de oración permanece. Tenemos dos horas de oración al día y dos horas de recreo al día. La Santa sabía que el cuerpo y el alma tienen que seguir y así como has estado en oración, en silencio, también tenemos nuestro tiempo de expansión. Cuando nos juntamos ahí está, cada una cuenta las noticias de lo que considera, su familia, lo que le ha pasado...
–¿Qué ofrece Santa Teresa dentro del convento que no se pueda encontrar fuera?
–La interioridad. Se puede vivir en interioridad fuera, también, claro, pero el sentido de la clausura es para ayudarnos a vivir esa intimidad con Dios.
–Pobreza, obediencia y castidad, votos que tienen ustedes, admitirá que en esta sociedad tan internetizada son valores a los que se mira con extrañeza.
–Por eso es muy importante tener contacto con las personas que quieran abrazar nuestra vida. Primero, a ver qué fundamento hay. La Santa dice: 'Que no vayan a venir para remediarse'. Lo dijo en el siglo XVI. Pero ahora podían venir pues, qué se yo, huyendo de algo, por ejemplo.
–¿Y no serían admitidas?
–No puede ser. Por eso es muy importante tener contacto con las personas y cuando ves, y no estamos pidiendo perfección, que hay una sinceridad, una llamada, se les invita a vivir con nosotras, que vean lo que es la vida del Carmelo. Esa experiencia no va a ser en el noviciado, sino en la vida de comunidad para que vean lo que es el trabajo, la fraternidad, la oración.
–¿De nacer de nuevo, volvería a profesar en este convento?
–Sí, volvería, volvería porque no me ha pesado nunca.
–¿En algún momento de este medio siglo largo que lleva en la clausura se ha parado a pensar qué quiere ser de mayor?
–Lo que vivo de carmelita: la fraternidad, la ayuda y la caridad, que son fundamentales en la vida religiosa.
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