Teresa de Jesús González | Mediadora, maestra, psicóloga y pedagoga
«Cada vez es más verdad que las carreras no se parecen al trabajo, ninguna»Teresa de Jesús González | Mediadora, maestra, psicóloga y pedagoga
«Cada vez es más verdad que las carreras no se parecen al trabajo, ninguna»He aquí una Maestra (sí, escrito con mayúscula) muy de su tiempo y muy del que está por venir. Teresa de Jesús González Barbero (Ávila, 1959). Doctora en Educación, licenciada en Psicología, licenciada en Pedagogía y licenciada en Ciencias Políticas y Sociología. Imparte trece asignaturas ... de diez titulaciones distintas en tres universidades (la Católica de Ávila, la de La Salle y la Complutense). Es mediadora familiar del turno de oficio de Castilla yLeón, experta del Plan Nacional de Formación e Inserción Profesional y miembro del Catálogo de Expertos del PlanNacional de Formación del Ministerio de Trabajo. Es profesora de Sociología de la Vida Consagrada en el Instituto Teológico de Vida Religiosa y, como buena abulense, una de las expertas mundiales en Santa Teresa de Jesús. Pero, sobre todo y por encima de todo es Maestra (sí, escrito con mayúscula), una maestra muy de su tiempo y muy del que está por venir puesto que lleva años formando a los maestros que a su vez formarán a los niños de hoy y de mañana.
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–La de mediadora es una tarea que asociamos siempre a conflictos.
–No necesariamente. Es una figura neutral y ayuda al entendimiento de las partes.
–¿Cómo se hace aquí y ahora?
–En todos los juzgados de Familia su titular siempre aconseja, cuando hay una pareja con conflictos, que vayan a una sesión de mediación familiar. Es una sesión voluntaria e informativa. Si resulta que a las dos partes les interesa o lo ven positivo acuden; si no, siguen con sus abogados.
–¿La mediación sirve para acercar a las parejas y que se vuelvan a juntar?
–No. Sirve para favorecer el entendimiento, sobre todo si tienen hijos a cargo porque, al final, los hijos son una moneda de cambio en los juzgados en todas las parejas que se separan. La mediación sirve para tratar de objetivar los problemas y buscar un diálogo en favor de los hijos. Ahora también se hace mediación comunitaria, mediación en prisiones y mediación escolar en los centros educativos.
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–¿Siempre se puede mediar?
–En dos circunstancias, no: cuando hay abuso y violencia de género y cuando hay delitos de sangre.
–¿Por qué se hizo mediadora?
–Porque en la Universidad llevo el área de familia y muchas áreas escolares, ya que trabajo con profesores y futuros profesores. Veía, sobre todo cuando visitaba centros, que es una necesidad. Ir poniendo funciones punitivas no siempre funciona; al final, una ha de tratar de saber cuál es el origen que las genera y la mediación trata de buscar ese origen, objetivar los problemas y que las partes acuerden una propuesta. El mediador ayuda al diálogo y a escuchar y a que esta propuesta se lleve a cabo.
Teresa de Jesús González
Mediadora, maestra, psicóloga y pedagoga
–¿En la mediación sirve también lo de 'más vale un mal acuerdo que un buen pleito'?
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–En general, sí, pero muchas de las parejas que van a los juzgados no tiene conciencia de que pueden ir a mediación y de que el proceso sea gratuito según el nivel de renta. Pero, ojo, que si una de las partes no quiere ir a mediación, no se va.
–¿Qué tipo de educación necesitaríamos para que los conflictos de familia o del colegio quedaran reducidos a la anécdota?
–La gente de mi generación normalmente formábamos parte de familias de muchos miembros y la familia ya servía como entorno de crecimiento y de solución de problemas. Ahora hay muchos hijos únicos y la figura del hermano está siendo sustituida por la de los primos en el mejor de los casos, pero no hay más entornos de socialización primaria y lo que sucede es que todo se vuelca en el colegio porque la casa no ofrece espacios donde ese tipo de aprendizajes y crecimiento se puedan hacer. Pero no por que sea mal hogar, sino porque los miembros han cambiado. Yo sí encuentro en el entorno universitario que los alumnos ahora son más frágiles.
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–¿Cómo que más frágiles?
–En el sentido de que todo les afecta mucho. Antes te suspendían y si había razones objetivas para ello, no te gustaría, pero lo asumías. Y ahora, por ejemplo, hay casos de padres que llaman a la universidad a escondidas de sus hijos, te cuentan que ven mal a su hija por un suspenso y te plantean que si puedes aprobarle.
–¿Y qué les dice?
–Pues que no es que no quiera aprobarla, sino que si su hija ha elegido una carrera en la que luego desarrollar su profesión, deberá sacar esa carrera. Y les comento que ellos cuando van al médico, o al abogado o llaman a un fontanero, quieren un profesional que haya sacado su formación aprobando. El primer año de carrera puede ser complicado, el segundo a lo mejor también, pero cuatro años de carrera son muy pocos comparados con 35 de trabajo.
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–En pocos años se ha pasado del padre autoritario al padre amigo. Pero claro, un padre es un padre, no un amigo...
–Eso, seguro, porque dejaría al hijo sin padre.
–Y entre el padre autoritario y el padre amigo, ¿en qué punto hay que situarse?
–El valor de la paternidad y la maternidad es socialmente muy elevado porque tenemos pocos hijos. Los padres destinan muchos recursos para que los hijos tengan muchas cosas porque el éxito del hijo es implícitamente el de los padres. Los padres no son peores ahora que antes y ningún hijo viene con un manual bajo el brazo, pero los padres muchas veces no tienen herramientas para enfrentarse a esto y buscan sobreprotegerles: es mucho más sencillo sentarse con los hijos y hablar con ellos, pero los padres a veces no encuentran ese espacio y las palabras para el diálogo.
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–¿Y antes sí?
–Antes es verdad que el entorno y la familia enseñaban. Yo, por ejemplo, soy de una familia numerosa, éramos seis hermanos y claro, entre tantos aprendes a socializar. Cuando no tienes eso, lo tienes que volcar en la escuela y esta dedica mucho tiempo a los conocimientos y a veces no quedan espacios para socializar. Es un entorno complicado.
Teresa de Jesús González
Mediadora, maestra, psicóloga y pedagoga
–Se ha pasado también de lo de 'la letra con sangre entra' a cuestionar la figura del maestro.
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–Los maestros, en genérico, hemos evolucionado menos. Hay algo, y es una opinión personal, a lo que los maestros nos resistimos, sobre todo los que tenemos más juventud acumulada.
–¿Qué es ese algo?
–Tradicionalmente, el maestro era el transmisor de la información y la ventana al mundo, sobre todo en la España rural porque no había mucha gente que sabía leer y escribir. El maestro era el que te enseñaba la vida y acompañaba ese proceso de maduración. Y a veces lo discuto con colegas y no siempre nos gusta este discurso a todos: ahora nosotros ya no somos eso, porque todo está en las redes, todo está en internet, la inteligencia artificial lo hace. Entonces, tú como maestro tienes que ofrecer otro extra, por decirlo de alguna manera, porque ser el transmisor de la información ya no lo eres, y el dueño de los contenidos tampoco lo eres. Pero la figura del maestro sigue siendo necesaria, solo que está cambiando el papel: desde mi punto de vista tiene que ser alguien que acompañe en la vida, alguien que ayude a madurar y alguien que tiene un papel más diferenciador del conocimiento que el que tenía en la década de los 50 o los 90 del pasado siglo.
Teresa de Jesús González
Mediadora, maestra, psicóloga y pedagoga
–¿Qué le han dado a usted el Magisterio y la Psicología que no le hubieran dado las Ciencias Exactas o la Arquitectura?
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–Siempre quise trabajar con personas. Hace una semana estuve con alumnos finalistas de Bachillerato que intentaban ver qué harán el año que viene en la Universidad. Y es verdad que ellos tienen muchas dudas, pero les daba este argumento: al final, uno tiene que determinar en qué entorno le gustaría moverse a nivel profesional porque cada vez es más verdad que las carreras no se parecen al trabajo, ninguna.
–Pero, ¿entonces?
–El contexto social cambia muy rápido, la universidad es en los primeros años de la juventud y hasta el final de la vida cada uno va a hacer cosas diferentes. Si a mí me gusta trabajar con personas, importan las habilidades de relación y el trato con la gente y, desde ese punto de vista, sería casi igual que fuera maestra, médica o enfermera, que fuera un trabajo en el que importan las relaciones porque las relaciones están cambiando constantemente la forma de entender la vida. Hay otro perfil de personas que se sienten más cómodas trabajando con cosas: los investigadores, desde luego; quienes trabajan con máquinas... Entonces, creo que una primera decisión sería esa.
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–Es profesora de Sociología de vida consagrada. En un mundo tan internetizado como el que tenemos, ¿mantiene sentido la vida consagrada?
–No es una opción para todo el mundo, pero sí lo tiene. El papel de la vida consagrada cambió a partir del Vaticano II. Hasta ese momento la Iglesia como institución tenía dos extremos, la élite –el Papa, los obispos, los sacerdotes– y los laicos. Tanto Juan XXIII como Pablo VI quisieron generar un papel de compromiso de los laicos en el entorno social, pero además quisieron hacer visible el papel de la vida consagrada y los papas posteriores fueron elaborando documentos sobre ello. A día de hoy, son el tejido que dinamiza la acción social, la acción por los pobres y la justicia social en la Iglesia. La mayoría de ellos desde instituciones de acción social, de caridad..., desde muchas vertientes.
–Llamándose Teresa de Jesús y siendo de Ávila, ¿estaba obligada a profundizar a lo largo de su vida en la figura de la Santa?
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–No, pero lo que pasa es que es verdad que el nombre de cada uno siempre genera sinergias y, estando en Ávila, los hechos que han ido sucediendo en relación con Santa Teresa me han ido acercando a ella. Recorrer los lugares teresianos me ha dado idea de que era una mujer de una enorme humanidad y de una enorme vida interior y, a la vez, una mujer de una enorme inquietud.
–De ella se han destacado muchas cualidades: entre ellas las organizativas, la prudencia y la austeridad. Estas tres cotizan a la baja en esta sociedad...
–La iniciativa cotiza al alza, ahí están los emprendedores, pero la austeridad cotiza a la baja, eso está claro. Y la prudencia, también.
–En una sociedad tan alejada de la Iglesia, ¿tiene hoy Santa Teresa mensaje para los jóvenes?
–Lo sigue teniendo. Por ejemplo, la iniciativa y el estar en el mundo y entre la gente son valores de ella que hoy están en los jóvenes.
–En un mundo tan convulso como el que vivimos cree que volvería a escribir Santa Teresa aquello de 'Nada te turbe, nada te espante...'.
–Sí, sí. Porque al final lo que ella escribió sobre la tranquilidad del espíritu y el valor y la confianza en Dios, ya que lo que sigue en esos versos es 'solo Dios basta', en el fondo de cada uno de nosotros ahora es una búsqueda incesante en la vida. Cada vez hay más gente que busca opciones de vida, no necesariamente religiosas, donde trata de encontrar su mundo interior. Cuando preguntas qué es la felicidad, cada vez hay más personas que dicen que es estar en paz y poder reencontrarse con su mundo interior, estar a gusto, estar serena y de ahí poder volver al mundo. Ese mensaje es el mismo que Santa Teresa decía cuando ella se fiaba de Dios.
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–¿En algún momento de todo su trayecto vital se ha parado ya a pensar qué quiere ser de mayor?
–Tengo una lista enorme de cosas pendientes. ¡Me quedan muchas cosas por hacer! Soy una mujer positiva respecto al futuro.
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