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–¿Qué respuesta encuentra de la gente cuando pasea por la calle?
–En general muy buena. Me paran muchas personas, me llaman por mi nombre, como si fuera parte de su familia. Muchos me dicen: 'lo estáis haciendo muy bien, gracias por la prudencia'. ... Habrá gente a la que no le gusten las decisiones que tomamos, pero en general encuentro mucho cariño. Las cartas que nos mandan son muy bonitas, aunque hay de todo.
–¿Cómo ve a Fernando Simón, una figura pública que tiene muchas adhesiones pero también muchas críticas?
–Lo valoro bien. No es nada fácil el papel que tiene. Todos hemos hecho lo que hemos podido en determinadas situaciones. Creo que Fernando Simón es un gran profesional. Esta situación es muy compleja y hacer análisis a posteriori, cuando todo ha pasado, resulta muy fácil. Ha hecho una gran labor de coordinación. El ministro [Salvador Illa] también es un buen ministro. En el consejo interterritorial no hay partidos, sino un grupo de personas trabajando para conseguir el máximo nivel de salud. Eso es bueno.
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-Un ministro de Sanidad que no es médico y que también se ha enfrentado a un problema de magnitud colosal...
-No, él es filósofo. Desde el primer momento se puso a trabajar. Estos días hemos tenido un problema con una empresa que no había suministrado los reactivos a Salamanca. Le llamé a las 7:30 de la mañana y a los dos minutos me estaba devolviendo la llamada para ver cómo nos podía ayudar. Eso se agradece.
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