«Ahora valoro mucho más poder salir a la calle»

María Marcos Frías ha pasado el confinamiento en casa, a sus 11 años de edad, cuando terminaba sexto de primaria en el colegio San José. Allí van también sus hermanos, Santiago, de 10 años y Beltrán, de 6 años y en primero de primaria. Han sido tres meses «raros, difíciles, haciendo deberes, ayudando a mi hermano Beltrán, con papá y mamá trabajando también en casa, sin ver a mi mejor amiga, Marta Huidobro, ni a Sara, Ane o Daniela. Tampoco hemos visto al resto de la familia, ni a los primos ni a los abuelos», cuenta María, que se explica como un libro abierto, con una perfecta construcción de las frases y expresiones. Su profesor de Lengua puede estar más que satisfecho.

Han perdido un crucero que tenían preparado para dentro de unos días, regalo de los abuelos maternos, «los de Rodilana», al que iban a acudir los 18 integrantes de la gran familia Frías, con los diez primos todos juntos llenando de vida y alegría los ratos de encuentro. Allí, en Rodilana, es donde se presenta más que seguro y tranquilo el verano para todos ellos.

«Como vinieron niños del colegio Niño Jesús, ahora había dos clases bilingües y dos mixtas, hasta que se adapten». Disponen de medios digitales para trabajar en casa, compartiendo entre los tres hermanos. «Las dos primeras semanas nos enviaban por mail las hojas de ejercicios para hacer en PDF. Después, el colegio creó un sistema informático para conectarnos. Ahora tenemos tutorías por Teams y algunas clases, y nos mandan formularios de evaluación que rellenamos y enviamos. De ahí nos pondrán las notas de este curso», explica María Marcos Frías.

María es más que consciente de lo que ha sucedido. «Hay que tener mucho cuidado por los contagios y los rebrotes, y que nadie se lo tome a broma. He echado mucho de menos salir a la calle y tomar el aire. Ahora lo valoro mucho más. Antes no daba importancia a esas cosas, porque eran lo normal». Las semanas han pasado en casa de los Marcos Frías entre deberes, manualidades, series de televisión, programas de televisión, bailes, canciones, juegos de mesa y, desde que se puede salir, paseos por el Paseo Zorrilla o el Campo Grande, para que los dos hermanos de María, los rubios Santi y Beltrán, desfoguen energía, y sus padres, Cristina y Santi, puedan respirar aliviados. Tras el verano volverán a jugar al baloncesto y al vóley, sus deportes favoritos, a tocar el piano, y al comedor del colegio. Ojalá que con total normalidad para todos.