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El punto de encuentro en caso de alarma nuclear está en la pared de la iglesia de Mijaraluenga, un pueblo a 800 metros de la central donde residen dos vecinos. Gabriel Villamil

El Valle de Tobalina juega la última carta del turismo para desconectarse de Garoña

Los vecinos llevan años interiorizando el cierre de la central, donde hoy quedan solo 119 empleados para velar por la seguridad de la planta

M. J. Pascual

Garoña

Domingo, 2 de diciembre 2018, 13:48

Entrar por los túneles del embalse de Sobrón, desde «el lado vasco», por donde dos coches a la vez no pasan, y encontrarse con esa sobreabundancia de agua entre montañas es un aperitivo del gran festín medioambiental que ofrece el Valle de Tobalina, donde ... la central nuclear más antigua de España ha eclipsado todo lo demás durante 46 años. Incluso hoy, cuando Santa María de Garoña está cerrada, el motor que sustenta los servicios de los municipios del valle va a seguir siendo la central y no el turismo de naturaleza, aunque el embarcadero que se está construyendo para poder realizar visitas guiadas en un barco apunte tímidamente en esa dirección. Esta obra es casi la única novedad llamativa en el paisaje, seis años después de que El Norte de Castilla visitara el valle para preguntar a los vecinos si tenían esperanzas de que el Gobierno mantuviera la prórroga de la actividad de la central hasta 2013. Lo que no ocurrió.

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