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Atención a los pacientes antes de acceder al centro de salud de Casa del Barco, en Valladolid. Henar Sastre

La utopía de alcanzar la inmunidad por contagios: costaría unos 13.900 muertos en Castilla y León

El estudio de seroprevalencia ha mostrado la dureza real de un virus que destroza el sistema sanitario

Antonio G. Encinas

Valladolid

Viernes, 15 de mayo 2020, 06:56

Cuando Boris Johnson, aconsejado por sus expertos, aseguró que había que asumir que muchas personas iban a morir, pero que la mejor solución para luchar contra el coronavirus era pasar la enfermedad para alcanzar la inmunidad de rebaño, se sabía demasiado poco de esta covid-19. Pasaron muchos días de estado de alarma, por ejemplo, hasta que los sanitarios empezaron a detectar el factor común de la pérdida de olfato en muchos pacientes que parecían asintomáticos porque no presentaban el cuadro más clásico, tos y fiebre. Pasó mucho más tiempo hasta que se empezó a comprobar su incidencia en la proliferación de trombos como los que ha padecido el diputado de Vox Ortega Smith.

Y pasaron muchos cadáveres desde que se empezó a describir el virus como una gripe hasta que se confirmó que era un arma de destrucción de sistemas sanitarios por su contagiosidad y por lo duro que resulta eliminarlo cuando hace presa.

Ahora, las estimaciones del primer estudio de seroprevalencia realizado en España parece mostrar que lo de la inmunidad de rebaño o comunitaria, ese 70% de contagios 'naturales', no mediante vacunas, que dificultan la circulación del virus es un objetivo inviable. Patrick Vallance, asesor del Gobierno de Johnson, explicaba a mediados de marzo que muchas personas jóvenes podrían pasar la enfermedad de forma leve e inmunizarse. Si se actuaba prudentemente con los mayores, añadía, podía poco a poco ir avanzándose hacia esa protección colectiva sin necesidad de restringir drásticamente la actividad económica y social del país.

Si Castilla y León optara por esa vía se contagiarían 1.680.000 ciudadanos en toda la comunidad autónoma y los muertos, solo por causa directa de la Covid-19, podrían rondar los 13.900. Entre ellos, además, al menos una veintena de menores de 10 años. Porque la enfermedad, y eso lo hemos aprendido a golpes, también mata a los más jóvenes, incluso sin patologías previas. Y no se incluyen, obviamente, los caídos por falta de recursos para atender a otros enfermos.

Porque la masacre se completaría con un cuadro de destrucción hospitalaria inasumible. Alrededor de 5.300 personas necesitarían pasar por la UCI. En una comunidad que, con respiradores en los quirófanos y salas de reanimación, ha conseguido habilitar quinientas camas de cuidados intensivos a costa de triplicar su capacidad habitual. Si a eso se le suma que un paciente Covid grave puede pasar de dos a tres semanas en una UCI... Los cálculos apuntan a que otras 83.254 personas necesitarían atención hospitalaria, si se mantuviera la ratio de ingresos que muestran las estadísticas del Ministerio de Sanidad.

Son juegos estadísticos que permiten hacerse una idea de la magnitud del problema mientras el virus no se atenúe o no se encuentre una vacuna. Porque también puede anotarse que los anticuerpos pueden tardar más tiempo en aparecer, y entonces la seroprevalencia sería mayor de la apreciada en el avance del estudio, que aún tendrá dos remesas más en las que, presumiblemente, las cifras crecerán.

Cálculos

El cálculo surge a partir del estudio de seroprevalencia del Ministerio de Sanidad. Este establece que en Castilla y León se han podido contagiar 172.767 personas, si bien la Junta de Castilla y León, con datos de este miércoles, había detectado, por PCR u otros métodos, 24.262, alrededor de un 14% de los que podría haber potencialmente.

Si distribuimos ese 70% de enfermos en función de la incidencia de la enfermedad por cada tramo de edad en cada provincia nos sale una tabla con resultados dispares, en la que se incluirían todos los niveles de la enfermedad, desde los que fallecen hasta los que la pasan sin saberlo. Posteriormente aplicamos el 14% de casos detectados porque son los que han mostrado más síntomas y por tanto han permitido su detección por parte de las autoridades sanitarias, si bien es cierto que el aumento de test en sectores de riesgo como los profesionales sanitarios o los trabajadores y residentes en centros de mayores pueden desvirtuar un poco las cifras.

De ese resultado se obtienen, mediante las cifras de letalidad observadas por el Ministerio de Sanidad en los casos confirmados por tramo de edad, los fallecidos.

Aunque no se trata de un estudio con rigor científico –hay muchas variables que no se incluyen o se desconocen– el resultado es una cifra de base lo suficientemente alarmante.

Porque hay otro cálculo más sencillo y más grueso. Si el Tribunal Superior de Justicia consideró que en marzo y abril fallecieron por Covid o por patologías compatibles con Covid (sin confirmar con pruebas) 3.672 personas, y con una seroprevalencia hasta la fecha del 7,2%, la inmunidad colectiva supondría que podrían fallecer 35.700 ciudadanos.

«El genio se ha escapado de la botella, la única forma en que se puede detener la epidemia es la inmunidad colectiva», justificaba otro experto británico, John Edmunds, en 'Channel 4', a mediados de marzo. A principios de abril, tras dar marcha atrás el Gobierno británico, se calculaba que de haber seguido esa línea podrían haber muerto en torno a 500.000 personas y habrían necesitado 360.000 camas UCI, lo que según el 'Daily Mail' es 80 veces su capacidad habitual. Hoy, según 'Worldometer', contabiliza 33.614 fallecidos.

«Si esto es el 7,2%, cómo sería el 60%», dice Igea

Francisco Igea y Verónica Casado fueron contundentes respecto a la situación que ha dibujado el primer avance del estudio de seroprevalencia, que deja a la región con un 7,2% de y a Soria con un 14,2% como la provincia más afectada. «La pregunta que nos hicimos ayer fue 'si esto es el 7%, cómo sería el 60%'», reconoció Francisco Igea. «Somos la tercera comunidad en número de personas que han pasado la enfermedad. Es insuficiente para conseguir inmunidad colectiva. Caminamos sobre un sitio peligroso, puede producirse en cualquier momento un nuevo rebrote y pico de la enfermedad y si alcanzar el 7% nos ha costado tres mil muertos, las cuentas las puede hacer cualquiera. Es la realidad», aseveró.

En parecidos términos se expresó Verónica Casado. «Aun teniendo una tasa mayor, no es una tasa que nos permita decir que estamos protegidos, ni siquiera en Soria, con un 14% de seroprevalencia. No es una tasa que nos proteja, que nos permita una inmunidad de población que debería estar en torno al 60-70%».

Así que la Junta ahora se centra en adaptar sus estrategias a este escenario que ha dibujado el estudio. «Tenemos que incidir en la protección de quienes pasan la enfermedad con más síntomas o más gravedad, hacer una segmentación más precisa, proteger más a los mayores de 65, hacer una desescalada gradual... Quizá cambiemos a más rápido a la vista de los datos, pero tenemos que plantear la estrategia con los números», anticipó el vicepresidente de la Junta. «Los meses de invierno son duros, viene la gripe, hay que vacunar a la gente... Pero hoy estamos mucho mejor que ayer, ya tenemos diagnóstico».

En el lado positivo, Francisco Igea señaló que la estrategia sanitaria de Castilla y León «ha funcionado de una manera razonable». «No podemos estar contentos, hay tres mil muertos. Pero con esta seroprevalencia, con una población muy envejecida, hemos conseguido que nuestra tasa de hospitalización esté por debajo del 5%, la de ingreso en UCI al 0,32%, con una letalidad muy baja para la población que tenemos», afirmó.

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