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El Norte
Lunes, 18 de diciembre 2023, 14:02
Viajes National Geographic ha elaborado una lista con los cien pueblos más bonitos de España «donde encontrar lugares Patrimonio de la Humanidad y degustar algunos de los principales platos de nuestra gastronomía». En esta selección se cuelan trece de Castilla y León: tres de Segovia ... , tres de Burgos, dos de Soria, dos de León, dos de Salamanca y uno de Zamora. Ávila, Palencia y Valladolid se quedan en este caso sin representación.
Este bello pueblo segoviano copa el primer puesto de la lista. La revista destaca «su muralla, uno de los símbolos más característicos de la villa junto con la iglesia románica de San Miguel Arcángel del siglo XII, ubicada en su extraordinaria plaza Mayor y reconocible por su campanario conformado por una única pared y un gran pórtico con rosetones labrados en piedra. Al mismo periodo histórico pertenece la iglesia del antiguo Convento de la Concepción Franciscana, que en la actualidad sirve de alojamiento rural, y la iglesia de San Juan. Del gótico se conserva el Palacio de los Contreras y la Casa de la Torre, el edificio civil más antiguo del pueblo, dos construcciones cuyas portadas están reproducidas en el Pueblo Español de Barcelona. Y del neoclásico la Iglesia de Santa María la Mayor, cuyo campanario de 40 m de altura se vislumbra a lo largo y ancho de la villa, y una de las casas señoriales más conocidas por su espectacular escudo con forma de águila de San Juan, la Casa del Águila».
Esta pequeña villa medieval de no más de 50 habitantes está situada en lo alto del cerro que domina la vega del río Abión y rodeada por una fortaleza. Su mayor atractivo reside en «sus calles empinadas y pedregosas transportan al viajero hasta el siglo X, cuando Calatañazor alcanzó la fama en plena Reconquista. En este enclave que separaba la España cristiana de la musulmana fue donde los sorianos vencieron al caudillo al-Mansür bi-llah (el Victorioso), castellanizado como Almanzor, en el año 1002. Pasear por sus calles es prácticamente como detenerse en el tiempo, pues su trazado se ha mantenido sin grandes cambios desde la Edad Media».
Esta localidad salmantina es conocida como 'el pueblo de las mil caras'. A finales de los años 60, Alejandro Martín, alcalde de esta localidad salmantina, creó un archivo fotográfico de todos los vecinos del pueblo que no habían emigrado a la ciudad, en una época en que la industrialización tomaba el protagonismo frente a la vida rural. El objetivo era que estos pudieran formalizar su documento de identidad. El artista local Florencio Maíllo recuperó las fotografías del antiguo alcalde y las reprodujo a gran tamaño, fijándolas en las fachadas donde vivían sus antiguos propietarios, algo que se ha convertido en todo un sello de identidad. «Debido al aislamiento que proporcionan los bosques que la circundan, en Mogarraz uno tiene la sensación de que aquí se detuvo la historia. Sus tradiciones siguen vivas en la confección de joyas artesanales y en sus bordados y trajes típicos. Durante las fiestas patronales, los mogarreños los exhiben orgullosos en sus balcones. Es posible conocer su técnica, su historia y algunos de los mejores ejemplares en La Casa de las Artesanías, el museo etnográfico del pueblo. Plácido y sosegado, Mogarraz aguarda a los visitantes. Las casas serranas con entramados de madera, piedra y adobe seguirán ocupando su lugar impasibles al transcurso del tiempo», destaca la revista.
Situada en la comarca de la Maragatería, esta localidad se diferencia por «el verde de puertas y ventanas y un marrón rojizo presente en los muros de las casas contrasta con el cielo azul y otorga a esta localidad la aparente condición de haberse detenido en el tiempo. Sus calles empedradas de acabado irregular interpelan al visitante desde otra época, aquella en la que los arrieros eran los habituales del lugar. Hoy siguen llegando hasta aquí peregrinos del Camino de Santiago buscando un descanso antes de emprender las etapas finales. El trazado original discurre por el puente viejo y sigue por la calle Real, descubriendo un auténtico pueblo maragato. Algunas de sus casas arrieras conservan los escudos familiares sobre las puertas, la mayoría con una entrada amplia que permitía el acceso de los carros. Estas viviendas típicas fueron construidas con gruesos muros que protegían y atemperaban el interior».
La localidad medieval burgalesa de Frías atesora uno de los puentes más bellos de España y una fortaleza culminada por el Castillo de los Duques de Frías o Castillo de Velasco. National Geographic hace hincapié en esta construcción del siglo XII «de gran valor estratégico, realizada sobre el cerro de La Muela y que fue ampliándose en los siglos posteriores. Este bastión se completaba con una muralla que rodeaba la villa en lo alto y otra más baja que pasaba frente a las casas construidas en la roca. Unos vestigios que todavía se pueden apreciar en sus tres accesos: la Puerta de Medina, la del Postigo y de La Cadena.Su arquitectura se adaptó a lo escaso del terreno y su construcción, de toba y madera, les permitió aprovechar el reducido espacio sobre el que se asienta la parte más alta de la villa. Muy cerca de allí, junto al cortado rocoso, se localiza la iglesia de San Vicente Mártir. En su interior el templo esconde varias capillas de estilo gótico y renacentista y tres retablos, entre los cuales destaca uno del pintor Juan de Borgoña, realizado en el siglo XVI. En la parte baja del pueblo se encuentra el puente fortificado medieval de Frías, con 9 arcos, 139 m de longitud y una torre defensiva ubicada en la parte central, construido con el fin de salvar el curso del río Ebro».
La revista se fija en su plaza Mayor, de planta trapezoidal, las casas de entramado de madera, la «majestuosa» fachada de la excolegiata de Santa Ana (siglo XVI) y en el Palacio de los Condes de Miranda (siglo XVI), «una de las mansiones renacentistas más notables a este lado del Duero que esconde en su interior un precioso patio porticado». «El instinto viajero fija la brújula en el castillo, pero de camino merece la pena buscar dos puertas de la antigua muralla que siguen en pie y la Botica, una farmacia del siglo XVIII cuyas reliquias y utensilios se exhiben a modo de museo. En lo alto, el castillo recompensa el esfuerzo de la subida con unas vistas del pueblo y el río con las que poner el broche de oro a la visita», describe la publicación.
Este pueblo, situado junto a un meandro del río Arlanza, también es conocido como 'la cuna de Castilla'. De su arquitectura, la revista resalta que «en la plaza del Obispo Peña y en la de Doña Sancha se encuentran los mejores ejemplos de edificios agropecuarios típicos de Covarrubias, construidos a base de piedra en la planta baja y con entramados de madera y adobe en los pisos superiores. Los soportales y las balconadas cubiertas que exhiben son una de las particularidades de las casas rachelas que se levantaron en el pueblo durante la Edad Media.Entre los edificios de arquitectura sacra se encuentra la ex-Colegiata de San Cosme y San Damián, cuyo museo muestra obras de arte como los retablos de Berruguete y Van Eyck, capiteles románicos y el Tríptico de la Adoración de los Reyes Magos, atribuido a un discípulo de Gil de Siloé. En cuanto a las construcciones defensivas, el Torreón de Fernán González alberga una de las mayores exposiciones sobre armas de asedio de Europa. De la muralla tan solo se conservan algunos restos debido a que para combatir la peste que asedió el pueblo en siglo XVI se vieron obligados de derribarla».
Viajes National Geographic se fija en el conjunto patrimonial de Pedraza, formado por «sus casas porticadas presididas por escudos nobiliarios, el Ayuntamiento y la iglesia de San Juan Bautista, cuya torre se hace notar desde varios puntos del pueblo». Además, realiza un recorrido desde «la calle Real, imprescindible para conocer las construcciones nobiliarias y las tradicionales casas pedrazanas, que conecta la entrada a la localidad con su famosa plaza Mayor que, de forma irregular y sin un diseño claro, se encuentra en la lista de las plazas más bellas de España.Desde ella se abre paso la vía hacia el castillo, a través de la calle Mayor. A medio camino se pueden contemplar las ruinas de la iglesia de Santa María y al final aparece la fortaleza, originaria del XIII, donde la segunda torre se ha convertido en el Museo Zuloaga, donde se expone la obra del pintor Ignacio Zuloaga y parte del patrimonio familiar, como un cuadro de El Greco, otro de Goya y bodegones de pintores flamencos».
Para hacernos una idea del ambiente que se respira en este municipio, la revista asegura que «no es una exageración decir que Maderuelo está como estaba. Las poderosas murallas que lo protegían en lo alto de un meandro del río Riaza no tuvieron que ser desmanteladas, de ahí que hoy en día permanezca incorrupto. El acceso desde el sur, el más cercano a Madrid y a las grandes carreteras, se realiza por la puerta de la Villa, un arco del siglo XII que hasta hace un siglo aún conservaba su foso y su puente. Toda una declaración de intenciones, pues lo que viene después es un viaje en el tiempo.El paseo por las calles de Maderuelo es corto pero pausado. Su pavimento empedrado y sus casas antiguas regalan decenas de rinconcitos con encanto, como la plaza de San Miguel y su iglesia-palacio homónima, que sorprende por su delicada y acertada restauración. Más adelante espera la antigua cárcel, el ayuntamiento, la plaza del Baile con su característica Casa Porticada y la iglesia de Santa María del Castillo, notable por sus dimensiones y su imponente espadaña. A esta altura ya se empiezan a intuir las vistas que se abren por completo en el mirador del Alcarcel, en este caso sobre el pantano, y en la puerta de Barrio, que se asoma a un pequeño valle».
Según la revista, este pueblo soriano ubicado en el valle del Jalón guarda su origen en «un poblado celtíbero que fue conquistado por los romanos y después por los musulmanes, que le dieron el nombre de Medina Slim, 'ciudad segura', antes de ser tomada por los cristianos. De esas culturas quedan maravillosas reminiscencias que hacen de Medinaceli un municipio monumental. Ejemplo de ello es el castillo, antes alcázar árabe y ahora cementerio. O la plaza Mayor, que acogía el foro romano. Pero lo que realmente destaca en Medinaceli –y además da la bienvenida a la villa amurallada–, es su arco romano de triple arcada erigido en el siglo I, la única edificación de este tipo que se conserva en la Península Ibérica. Entre la arquitectura religiosa sobresale la Colegiata de Nuestra Señora de la Asunción, donde se guarda la réplica de la talla del Cristo de Medinaceli, pues la original está en la iglesia madrileña que lleva su nombre».
El ranking destaca que en este municipio «uno tiene la sensación de que aquí no ha pasado el tiempo, algo sobre lo que sus calles empedradas tienen mucho que contar. En la cima, el Castillo de los Condes de Benavente del siglo XV se convierte en un balcón con vistas al río Tera y a la localidad.Pero en la villa, lugares como la iglesia de Santa María del Azogue, erigida a finales del siglo XII –con un órgano datado en el año 1780 en su interior– y el Ayuntamiento, ubicado en la plaza Mayor, son también edificios dignos de admirar. Como lo son los diez gigantes y 33 cabezudos que guarda y exhibe su museo, una tradición que se remonta hasta 1848 y cuya comparsa está considerada la mejor de España».
Este pueblo salmantino se sitúa «a cobijo del Parque Nacional de Las Batuecas, el santuario mariano Virgen de la Peña vigila, desde lo alto de un pico, el pueblo salmantino. El laberinto de calles angostas y empedradas que dibuja el entramado urbano es el escenario donde vive suelto, entre el 13 de junio y el 17 de enero (San Antón), un cerdo que es alimentado por los alberqueños, y que se sortea de forma benéfica en la segunda fecha. En algunas calles el sol apenas llega al suelo, pues los pisos superiores de las casas serranas sobresalen más que los inferiores, como si pretendieran tocarse.El centro neurálgico de esta localidad es la plaza Mayor. Las columnas de granito sustentan los pórticos sobre los que se levantan las casas, cuyos balcones de forja lucen los alegres colores de los geranios cuando el temporada lo permite. Bajo ellas, se instalaba el mercado. Ahora se degusta embutido ibérico en los restaurantes en los que se han transformado», subraya la revista.
El punto fuerte de este pueblo salmantino
Uno de los puntos fuertes de este pequeño pueblo con apenas 15 habitantes reside en las construcciones del casco antiguo, casitas de piedra coronadas por techos de pizarra, que «son un ejemplo de la auténtica arquitectura tradicional berciana». También es digna de ver «la diminuta iglesia del siglo X, cuya hermosa entrada está precedida por un doble arco de herradura, exhibe elementos propios de la época musulmana, convirtiéndola en una pequeño tesoro del arte mozárabe». Por último, cabe mencionar la leyenda que cuenta que «san Genadio (865-936), fundador del pueblo, en su búsqueda de aislamiento mandó callar las aguas del río Oza con un golpe de bastón. Hoy, se pueden visitar las cuevas donde se dice que encontró su lugar de retiro».
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