![Vox tritura a García-Gallardo, que pase el siguiente](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/2025/02/05/vox-gallardo-leticia-ku2F-U230771364752KDC-1200x840@El%20Norte.jpg)
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A Juan García-Gallardo se le puso una noche cara de vicepresidente de Castilla y León, en palabras de Santiago Abascal. Fue el 13 de febrero de 2022, cuando Vox sacó 13 procuradores e intuía que el PP de Alfonso Fernández Mañueco iba a suspirar ... tras ellos para continuar gobernando. Luego, Abascal, o el entorno de Abascal, o la mano que mece la cuna en el cada vez más reducido cogollo de dirigentes que rodea a Abascal, notó que a Gallardo se le había quitado esa cara. Al vicepresidente de Castilla y León y a los que el partido puso después en Aragón, Murcia, Baleares... Ocurrió en julio de 2024 y quien fuera segundo de Mañueco en la Junta pasó entonces a hacerle oposición.
Ahora Juan García-Gallardo tira del freno de emergencia y se apea. Renuncia a sus cargos en las Cortes de Castilla y León (con retribución de 100.000 euros brutos anuales) y en el partido, y abandona la política activa en Casa Abascal describiendo un clima interno de zancadillas, pulsos rematados con chantajes y de lealtad no correspondida, que es lo mismo que la deslealtad, además de filtraciones tóxicas desde la sede nacional de Vox para desprestigiarle.
Gallardo ha desvelado que desde Madrid le apartaron de las negociaciones como parte del Gobierno de Mañueco tras el fallido protocolo antiaborto de enero de 2023. Y dice que Vox antepuso en esa crisis el interés del partido a los principios, transigiendo con que el PP no lo aplicara y Mañueco hiciera como si no existiera el documento. Y cabe deducir con ello que Gallardo transigió entonces con que su partido le ninguneara a nivel institucional y tutelara su quehacer como vicepresidente y el de los tres consejeros que tenía Vox en Castilla y León.
Año y medio funcionando con el mando a distancia que apretaban desde Madrid. Con un balance de mucho encontronazo, mucho vídeo propagandístico, mucho megáfono y de gestión bajo cero, con las exigencias más polémicas anestesiadas por el PP: ese protocolo provida, los informes para reabrir Garoña, la Ley de Concordia para borrar el Decreto de Memoria Histórica y Democrática de Juan Vicente Herrera, la Ley de Violencia Intrafamiliar...
Gallardo es oficialmente historia en un grupo parlamentario del que se ha expulsado a dos procuradores, el salmantino Javier Teira y la burgalesa Ana Rosa Hernando, que piden más democracia interna y un posicionamiento más ultraconservador que ultraderechista del partido en Europa. El exvicepresidente era partidario de aplicar medidas disciplinarias, pero no de llegar a una expulsiones que se negó a firmar. Lo hizo ya el nuevo portavoz, David Hierro.
¿Ninguno de los tres (Gallardo, Teira, Hernando) sabía dónde se metía? ¿Ignoraban cómo funciona un partido hiperpresidencialista en el que el cartel de tirón es siempre Abascal y articulado de arriba hacia abajo al modo de los antiguos sindicatos verticales? Se hace lo que marque el mando máximo hasta el final, sin matices, sin versos sueltos. Con un círculo en torno al líder supremo cada vez más reducido: quedan Ignacio Garriga, Jorge Buxadé, Kiko Méndez-Monasterio...
El alcance de la purga en la que vive Vox, con Gallardo como último caído, puede repasarse en el álbum de la campaña electoral que tuvo al joven burgalés como candidato neófito hace ahora tres años, arropado siempre en los mítines por pesos pesados nacionales (el día que no podía venir ninguno a Castilla y León no había acto de Gallardo), mano a mano con Macarena Olona, Iván Espinosa de los Monteros, Javier Ortega Smith... Pasados todos por la trituradora.
Con menos sangría interna, Ciudadanos ya se había diluido como azucarillo en café. Pero Vox, no. El PP no sabe cómo sacarle partido a la situación y eso trae de cabeza al equipo de Feijóo y al de Mañueco, embarcado desde hace meses en cábalas electorales. Ambos compiten contra Abascal, porque Vox Castilla y León es mudo a efectos internos.
El mando del grupo parlamentario lo toma David Hierro. Si Gallardo les parecía escorado en el discurso y hosco en las formas, esperen a escuchar al sucesor.
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