Dejar de ser los niños de la casa y dar el salto a la vida adulta, emancipados de padre y de madre, va camino de convertirse en una empresa digna Tom Cruise: Misión imposible. Nos lo recuerda cada seis meses el Observatorio de Emancipación actualizado ... por el Consejo de la Juventud de Castilla y León, que concluye que solamente 3 de cada 20 jóvenes de la comunidad logran dejar el hogar familiar para emprender una vida independiente.
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No es nuevo. Esa es la desventura. A fuerza de que la dificultad para emanciparse sea algo repetido cada vez que algún organismo cruza datos de sueldos, alquileres, hipotecas, formación académica, mercado de trabajo y edades, el asunto puede acabar por perder visibilidad. Y mirar para otro lado es algo que una comunidad que aspira a mantener un mínimo pulso vital no puede permitirse.
Un breve resumen de todas las variables anteriores recoge nóminas que no alcanzan para pagar alquileres al alza, cuanto menos para lograr una hipoteca, en jóvenes que suelen estar sobrecualificados para los empleos que desempeñan, con tendencia a que eso se prolongue por encima de los 30 años, edad en la que empiezan a encenderse las luces rojas de alarma si uno o una sigue instalado en su habitación de toda la vida en la casa de los padres.
El salario mediano de un joven de Castilla y León se sitúa en los 967,93 euros mensuales y la renta media de alquiler ha subido hasta los 616 euros, a lo que habría que sumar gastos de luz, calefacción, transporte y comida... Ni con el trajín semanal de fiambreras y túperes de los progenitores para garantizar las tres comidas diarias cuadran las cuentas. Habrá quien diga que se pagarán nóminas más lustrosas y se pueden arrendar pisos más económicos –cada vez menos y más difíciles de encontrar en ciudades como Valladolid, Salamanca, Burgos y Segovia, que encabezan el mercado inmobiliario en Castilla y León–, pero la tendencia que dibujan las cuantías medias acotan un escenario de dificultad para emanciparse. Sin un trabajo con solvencia económica y sin facilidades de acceso a una vivienda queda capado el proyecto de vida y lastrado el relevo en el padrón.
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Castilla y León presenta diferencias respecto al conjunto de España. A nivel estatal mejora el sueldo medio (1.050,7 euros mes), pero empeora el alquiler, bastante más oneroso, hasta situar la media estatal que apoquina un inquilino en los 968 euros al mes. Aún así, con viviendas más caras, son muchos los jóvenes de Castilla y León que emigran a Madrid o Barcelona o a otros países detrás de un trabajo acorde a su formación.
Eso implica un doble tajo de trabajo a los gestores públicos: en el refuerzo cualitativo de la economía autonómica y el acceso a una vivienda a precio asequible, algo que podría ejercer un efecto de atracción de población. Lo primero es una cantinela sobre el cambio del mercado laboral que llevamos escuchando años. En lo otro, el asunto de la vivienda de alquiler para jóvenes quizá haya algo de esperanza. Los fondos europeos post-pandemia negociados en Bruselas por el Gobierno están permitiendo la construcción de promociones de vivienda pública, bajo gestión de la Junta, con el desafío de cumplir plazos muy apurados.
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Luego están las ayudas. El bono joven de alquiler estatal ha sido un desastre. Ha dejado fuera a 7 de cada 10 solicitantes y se ha concedido por orden de presentación. Quien más información tenía y más corrió a registrar la solicitud fue quien llegó a tiempo. Algo muy poco social. La subvención autonómica está consolidada y abona entre el 65% y el 75% del alquiler a menores de 36 años. Pero tiene un requisito cada vez más excluyente: la vivienda no debe superar los 550 euros de renta mensual. Hay ciudades en Castilla y León en las que encontrar un piso por debajo de ese precio, como decía al inicio, es un encargo a la altura de Tom Cruise. Casi imposible.
Hay ciudades en Castilla y León en las que encontrar un piso por debajo de ese precio es un encargo a la altura de Tom Cruise. Casi imposible. Y así no hay quien deje el nido familiar a una edad normal. Lo peor es que dentro de seis meses podríamos volver a publicar este artículo porque poco o nada habrá cambiado. Me gustaría equivocarme.
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