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Fernández Mañueco, en la calle Génova esta semana, con la consejera María González Corral, tras las elecciones europeas. Juan Lázaro/Ical
Opinión

Mañueco marca los tiempos políticos en Castilla y León

«El popular afronta reforzado el futuro tras las europeas. Su sociedad limitada con Vox y el emparejamiento en la Junta con Juan García-Gallardo durará lo que él quiera»

Susana Escribano

Valladolid

Sábado, 15 de junio 2024, 17:01

Los tiempos políticos en Castilla y León corren a favor del PP y su manejo es cosa de Alfonso Fernández Mañueco. Sobre todo después del escrutinio de las elecciones europeas, con unos populares que exhiben aquí porcentajes de apoyo en las urnas por delante de ... territorios con líderes que marcan el paso nacional en la formación, como la madrileña Isabel Díaz Ayuso o el andaluz Juan Manuel Moreno.

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El recuento del 9-J en Castilla y León deja en Casa Mañueco un destilado dulce que corrobora la tendencia de las municipales y las generales del año pasado. En las primeras arrebató al PSOE las alcaldías de Valladolid, Burgos, Segovia o Ponferrada y en las segundas el PP se zampó cinco de los seis diputados de Vox. Golpeó por la izquierda a la oposición y por la derecha a sus socios ultraconservadores, disipando las dudas sobre su liderazgo que en la dirección nacional de su partido había dejado la derrota que el salmantino cosechó en las autonómicas de 2019 y la victoria pírrica de las elecciones que adelantó en plena ola de covid tras reventar la coalición con Ciudadanos.

Mañueco afronta reforzado el futuro. Si el PP de Alberto Núñez Feijóo encabezó el recuento de las urnas europeas con un 34,20% de los apoyos, uno de cada tres votos, el de Fernández Mañueco en Castilla y León logró el 44% de las papeletas, sacando 14 puntos de ventaja al PSOE de Luis Tudanca, con provincias como Salamanca y Ávila que rozaron el 50%.

La manija del reloj que marca los tiempos de la legislatura autonómica depende de lo que decida el político salmantino. Su sociedad limitada con Vox y el emparejamiento en la Junta con Juan García-Gallardo durará lo que quiera el popular. Encara lo que resta de legislatura con escrutinios favorables, un socio con menos capacidad de imponerle pulsos (en continuo baile de ceses y nombramiento de cargos en la Junta, con la idea de inestabilidad que eso transmite) y un presupuesto regional recién estrenado que puede prorrogarse sin mayor problema en enero si se atascan las cuentas de 2025 que deben empezar a elaborarse en la Junta en las próximas semanas.

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Mañueco, además, puede disfrutar del panorama político que otea a izquierda y derecha.

El horizonte hacia las próximas elecciones autonómicas en Castilla y León, se agote la legislatura hasta 2026 o se adelante la colocación de las urnas, presenta a los socialistas lastrados por los pactos de Pedro Sánchez. El azul PP que colorea todo el mapa español salvo Cataluña y, por la mínima, Navarra y el País Vasco y dibuja a las claras que la ciudadanía no comparte en el resto de comunidades el discurso del 'progresismo' de estos acuerdos con Puigdemont, ERC, PNV o Bildu.

Luis Tudanca valora, en Burgos, el resultado del PSOE en Castilla y León en las europeas. R. Ordóñez/Ical
El consejero Gonzalez Gago ocupa el escaño del vicepresidente García-Gallardo, este jueves, en las Cortes de Castilla y León. R. Cacho/Ical

A eso se suma el agotamiento de la opción de Luis Tudanca, que él mismo verbalizó tras las autonómicas de 2022 y el hecho de que se vea obligado a seguir tirando del carro en Castilla y León porque ninguno de los dirigentes que puede coger su testigo está por la labor de hacerlo. El cartel autonómico del PSOE es un marrón del que los posibles candidatos huyen como de la peste.

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Eso ve Mañueco a la izquierda. Si mira a la derecha observa a Vox y hace cuentas. Las de los votos y diputados que se dejaron los de Abascal en las generales del pasado julio y el roto que les puede hacer el incalificable Alvise, si logra armar candidaturas, en un recuento parcial por provincias que hace más difícil llegar a mínimos para lograr procuradores.

Con esas pinceladas de fondo, la semana dejó en las Cortes la foto del anhelo de Mañueco. En el banco azul se había esfumado García-Gallardo, que acaba de ser padre, y su puesto lo ocupaba el popular González Gago. Es la imagen de una fantasía de color para el líder popular, la de encabezar un gobierno en solitario, que le pondría a la altura de antecesores como Juan Vicente Herrera o Juan José Lucas y coetáneos como Ayuso o Moreno Bonilla.

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Y la foto de una pesadilla para los socios de Vox y para una oposición, la del PSOE, que los socialistas ejercen aquí desde 1987. Camino de 40 años.

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