Mañueco, elecciones anticipadas y los posos del café

Lo primero que ha conseguido el anticipo de este debate es remover de nuevo el avispero sobre un posible adelanto electoral en Castilla y León. Con análisis contrapuestos, que igual se abonan a pasar ya la bayeta a las urnas que a mantenerlas en el almacén hasta dentro de un año, cuando tocarían las elecciones por calendario. Unos augurios revestidos de argumentos locales y nacionales con certezas equiparables a las predicciones basadas en la lectura de los posos del café.

La decisión es exclusiva de Alfonso Fernández Mañueco. Dice que agotará la legislatura «si todo va normal». Una expresión en la que cabe cualquier salida. ¿Qué es normal, con políticos por medio, en estos momentos? Todo y nada. El popular puede aguantar o disolver las Cortes y convocar comicios anticipadamente cuando crea conveniente. Lo hizo en diciembre de 2021, con encuestas en las que el PP acariciaba la mayoría absoluta que se priorizaron frente a la gestión de la sexta ola de la pandemia, con contagios crecientes y la posibilidad de aprobar un presupuesto para 2022.

A Mañueco no le terminó de salir bien esa apuesta. Los sondeos del PP perdieron fuelle a medida que avanzaba la campaña y la aspiración de gobernar en solitario, que lograrían después en 'Casa PP' el andaluz Moreno Bonilla, la madrileña Díaz Ayuso o el gallego Rueda, la tuvo que cambiar por un gobierno de coalición con Vox. Dos años aguantando a un socio correoso, abonado a surfear incidentes políticos día sí, día también.

Eso ya pasó. Los de Abascal hicieron al PP el inmenso favor de borrarse del gobierno de Castilla y León y el presidente de la Junta vive desde julio un paréntesis de tranquilidad. Tenía presupuesto aprobado para 2024, que le ha permitido prorrogar cuentas sin apuros en 2025, y se apoya en consejeros veteranos con experiencia en gestión.

Desde el despacho oficial Mañueco ha vivido como espectador la crisis del PSOE de Castilla y León, con la renovación aún sin culminar en las Cortes y enredados todavía en congresos provinciales. Y cada acuerdo de Pedro Sánchez con Puigdemont resta en las opciones electorales del soriano Carlos Martínez como candidato autonómico. Sea la financiación que se ha prometido para Cataluña o el embudo en el reparto de los menores inmigrantes no acompañados que se hacinan en Canarias. Difícil de explicar que sea equitativo acoger a 26 en tierras catalanas y que Castilla y León se haga cargo de 306.

Así están las cosas si Mañueco mira hacia la izquierda. Si vuelve la vista hacia la derecha se topa son sus exsocios de Vox, suturando rotos internos tras la marcha de García-Gallardo y confiando en volver a ser decisivos cuanto toquen las autonómicas. Porque ese es uno de los escenarios que contemplan los sondeos, con los de Abascal sacando rédito electoral de decisiones como el 'repacto' en Valencia a beneficio de Carlos Mazón, que ha dejado descolocado a Núñez Feijóo y con el pie cambiado a los líderes autonómicos.

Con ese panorama, todo lo que sea anticipar elecciones es adentrarse en un terreno incierto para Alfonso Fernández Mañueco. No hacerlo le permite unos meses de tranquilidad relativa y de publicitar gestión. De hacer campaña institucional. Del debate del 26 y el 27 se puede esperar eso y poco más. Sumará horas de discursos, réplicas y dúplicas con las que podría caer en un profundo sueño hasta la niña del exorcista.