Condenas que el PP da por liquidadas en Valladolid y Castilla y León

El efecto político de lo ocurrido con la fallida pista para esquiar en seco en la que la Diputación de Valladolid gastó más de 11 millones de euros y de lo que pase con La Perla supondrá poco más que arañazo al aire para el partido que encabeza en Castilla y León Alfonso Fernández Mañueco, del que eran afilados y cargos públicos los protagonistas. Será cosa de otro tiempo, liquidada. Escándalos de mala gestión o gestión corrupta difuminados por el paso de los años.

La sentencia sobre Meseta Ski llega 18 años después de que se iniciara la obra. Y ha durado más de catorce años de andanzas en los juzgados el proceso que ha llevado al banquillo a dos viceconsejeros de la Junta y a un delegado territorial acusados de delitos graves de corrupción por el posible sobrecoste del edificio negro de Arroyo y de parcelas rústicas en Portillo para un polígono sin plasmar, pagadas a precio de primera línea de playa en el Mediterráneo.

Son instrucciones armadas a paso de caracol durante lustros que culminan con sentencias abonadas al atenuante de las «dilaciones indebidas», lo que mitiga las penas de los que resultan condenados y ayuda a pasar página a los partidos que un día les alzaron. De que los jefazos te pasen la mano por el hombro a que se refieran a ti como «esa persona de la que usted me habla». Eso sentirá estos días el ya exalcalde de Olmedo, que para los dirigentes del PP con los que compartió escaño, mítines e inauguraciones vive ahora en una dimensión Amenábar, la de 'los otros'. Un paria político.

Alfonso Centeno creció políticamente en la Diputación de Valladolid desde finales de los noventa del siglo pasado. Trabajó a las órdenes de Ramiro Ruiz Medrano en una época en la que la venta del terreno de la antigua granja José Antonio, donde hoy se levanta Villa del Prado, permitió al equipo de Medrano impulsar carreteras modernas mientras otras diputaciones bacheaban vías para el rodaje de 'Cuéntame' con Antonio y Merche recién casados. También restaurar el Teatro Zorrilla, reformar el Hospital Viejo, abrir al turismo la villa romana de Almenara, el Museo del Vino de Peñafiel, la Villa del Libro en Urueña, el Museo del Pan en Mayorga y el Parque de los Seis Sentidos en Renedo, entre otros proyectos.

Fueron años de gestión rumbosa de un equipo con cargos que viraron a incombustibles en los despachos de la Diputación y en las alcaldías, del que ahora en el PP tachan a Centeno. No es el único. Sigue el camino de dos compañeros de esa etapa condenados por ilegalidades relacionadas con la tramitación de obras de una rotonda y la plaza de toros: Crescencio Martín Pascual, exalcalde de Medina del Campo, y Alejandro García, exregidor de Íscar.

Ambos cargan con penas de inhabilitación por prevaricación tras una larga trayectoria en despachos públicos. Centeno ha compartido abogado con Martín Pascual: José Ferrández Otaño. Otro compañero de la Diputación, que fue mano derecha en la dirección del PP de Valladolid de Tomás Villanueva, exvicepresidente de la Junta fallecido semanas antes de declarar como investigado por la Perla Negra y la Trama Eólica.

Lo relatado hasta aquí es crónica política, no una fábula de Esopo. Pero sí conduce a una moraleja sobre lo oportuno de saber retirarse en hora y de las bondades de la limitación de mandatos. Acota el número de conocidos a los que deber favores y no da tiempo a perder el temor reverencial de gestor novato hacia la Ley de Contratos y sus controles para coger atajos por descuido, soberbia, negligencia o intención de hacer caja solo o en compañía de otros.