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El Norte
Lunes, 19 de noviembre 2018
A principios de 2017, en medio de una situación laboral inestable, Sandra Sixto decidió vivir de lo que le gusta y de acuerdo a su formación, como licenciada en Tecnología de los Alimentos. Además, decidió emprender en su pueblo, Mayorga. Su familia tiene un restaurante en esta localidad vallisoletana y puso en marcha «Deanita», una marca que realiza y envasa recetas típicas realizadas con productos de la zona y, sobre todo, con mucho amor y pasión. Sandra es una emprendedora joven, defensora del medio rural y realizó algo que puede resultar complicado como es montar una empresa en un pequeño pueblo. Dicho y hecho, esta semana y tras un año de andadura, ha compartido su experiencia con los alumnos de STARTinnova, un proyecto que busca fomentar el espíritu emprendedor entre los jóvenes estudiantes de FP y Bachillerato de Castilla y León. STARTinnova aglutina a más de 460 alumnos y está patrocinado por el Instituto de Competitividad Empresarial, cuenta con la colaboración de los ayuntamientos de Valladolid y Palencia, y Michelin y SMP participan como empresas mentoras.
Los alumnos se han centrado en temas tan cruciales como son cómo surgió su idea de empresa, la financiación, el público al que se dirige… Esta emprendedora reconoce que no es camino fácil el que se recorre hasta que uno tiene su propia empresa. Al principio, uno tiene una lluvia de ideas, pero viendo que su familia ha estado preparando comidas más de 100 años y aunando con su formación, decidió montar esta empresa de envasado de recetas tradicionales, más concretamente de su abuela Ana, un homenaje que le hizo en momentos de cierta dificultad. Antes de crear la empresa, preguntó a sus familiares y amigos su idea. También preguntó a asociaciones, organismos públicos, etc. Cuando recibió buenos apoyos de su alrededor, se sentó a realizar el proyecto técnico de su futura empresa. No dudó en realizar una valoración económica del proyecto y, tras preguntar diversas formas de financiarse, decidió dar el paso.
La financiación es un tema primordial y, tras consultar a varios bancos, optó por un préstamo familiar que, sin embargo, es necesario legalizarlo y registrarlo ante las administraciones públicas.
La ventaja competitiva de su empresa es la receta tradicional que hacía su abuela, los sabores que recuerdan al campo, al pueblo. Sandra, antes de lanzarse a esta aventura, probó los productos de su futura competencia. Vio que todos sabían iguales y ella quería recrear, de forma sencilla para el consumidor, las recetas de siempre sin potenciadores de sabor, si olor a conserva… Quería que el consumidor, cuando abriera el bote, le evocara a los platos que realizaban su abuela, su madre, etc. No emplea productos ecológicos, ya que emplea materia prima con IGP, esto es, «indicación geográfica protegida». Las lentejas o alubias que utiliza son alimentos naturales y de primera calidad. Evidentemente, la receta resultante no es barata pero ha sido fiel a su idea de negocio: transmitir la comida que hacía su abuela con los productos que se producen en su pueblo.
El emprendedor o autónomo hace todas las labores dentro de su proyecto, solo cuenta con un comercial. Al final, se ocupa de la compra, la cocina, el envasado, etiquetando, investigando… Es una elaboración absolutamente manual. Recomienda a estos futuros emprendedores que no se desanimen, ya que al principio se cometen muchos errores y hay muchas dificultades, en su caso, además que se trata de alimentación y maquinaria, necesita requisitos tanto sanitarios como de industria. Sandra aconseja acudir a la administración para realizar los diferentes permisos y requerimientos, ya que siempre la han ayudado y aconsejado de los trámites legales.
Deanita no vende grandes volúmenes y, desde el principio, descartó ir a grandes sitios. Prefirió vender sus recetas en tiendas especializadas o gourmet, aunque en el futuro evidentemente se plantea ir a distribuidoras más grandes, aunque reconoce que hay que ir poco a poco ya que más volumen requiere también mayor producción.
Su recetas envasadas se venden, sobre todo, en gente que no tienen tiempo para cocinar y come en el trabajo, y gente –joven y mayor- que vive sola y que no le apetece cocinar. Son sus principales públicos, aunque sus productos los puede consumir cualquier persona también las que tienen algún tipo de alergia o intolerancia y los veganos y vegetarianos. Para darse a conocer, Sandra ha apostado por Internet y redes sociales, principalmente, pero también acudir a eventos, realizar degustaciones en tiendas, prensa, programas de televisión, etc. Es muy importante mostrar el producto y moverse mucho.
Por último, Sandra recomendó a estos futuros emprendedores que, sobre todo, tuvieran pasión por lo que hacen. Dadas las dificultades, «el proyecto se va a quedar por el camino» a esto hay que añadir la formación y la financiación. Como ella dice «contar con un colchón para imprevistos». Sandra transmite una pasión y convencimiento por su negocio y pone cara al emprendedor real, un ejemplo vivo del emprendimiento en Castilla y León.
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