He aquí una humanista en el más amplio sentido del término. Sonia Serna Serna, doctora en Humanidades por la Universidad de Burgos. Humanista no solo por su concienzuda preparación académica. Humanista no solo por profesión, profesora en el Departamento de Historia, Geografía y Comunicación de ... la universidad burgalesa. Humanista no solo por actividad investigadora, estudiosa de fuentes documentales y codicológicas medievales, especializada en el campo de la Paleografía y la Diplomática. Sino humanista también por su convicción de que la formación del ser humano desde los primeros momentos de la vida ha de combinar las letras y las ciencias y no arrinconar a las primeras frente a las segundas por una errónea visión economicista del futuro.
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–¿Qué tienen la Paleografía (Ciencia de la escritura y de los signos y documentos antiguos) y la Diplomática (Estudio científico de los diplomas y otros documentos) para haber atraído su atención en su juventud?
–Me gustaron desde el principio y cursé las asignaturas relacionadas con el área. Cuando terminé me pregunté cómo encaminaba mi futuro. Casi todos tenemos la opción de la docencia. Yo lo hice, pero te ves con tiempo, te ves joven, tienes interés y apuestas por ello.
–Cuando decidió cursar Humanidades, ¿formarse para sumergirse en documentos antiguos no podía parecer algo anacrónico? Internet ya se expandía...
–Un historiador tiene que consultar fuentes. Las fuentes son fundamentales y has de ir a los archivos. Y en épocas en las que no tienes fuentes, como la Prehistoria, has de ir a la excavación. Tienes que extraer la información de una fuente directa. Por mucha tecnología que ahora tengamos, nos van a facilitar la llegada a las fuentes. Yo ahora puedo acceder a los archivos digitales y eso es una ventaja grandísima. Pero a mí me sigue interesando ver el documento.
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SONIA SERNA
–Imagino que la emoción de tener en las manos un legajo de varios siglos de antigüedad no tiene comparación...
–Cuando he tenido la suerte de tener en las manos códices del siglo XI, XII o XIII, tocarlos impacta físicamente. El esfuerzo tan grande de personas que se dedicaron exclusivamente a realizarlos con un interés no solo intelectual, sino también de legado, de decir 'esto es importante para la comunidad en este momentos'... Tenían un respeto por hacer de manera perfecta y pulcra esos manuscritos y códices.
–En sus investigaciones, la Catedral de Burgos está omnipresente. ¿Lo lógico en una doctora en Humanidades burgalesa?
–Defiendo que estando en una universidad como la de Burgos intentes potenciar o hagas tu investigación en materias del entorno. Por una cuestión también no solo de proximidad sino de dar relevancia y de intentar hacer ver materias y legados tan importantes que ha habido y hay, de potenciar aspectos, piezas, materiales relevantes que hay que poner en valor, que no se han estudiado antes y que porque estén en tu entorno próximo tampoco tienen por qué desmerecer.
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–La tan errónea como eterna impresión que existe de que lo de fuera, y lo que hacen los de fuera, pareciera mejor...
–Desde el siglo VIII al XII tenemos importantes manifestaciones en códices y documentos. Pues bien, muchos de los estudios de esa época se han llevado a cabo por autores americanos, ingleses o franceses, que han estado aquí. En cambio, que un investigador local haga un estudio de una pieza local parece como que es menos, como que desmerece. Y no: hay que poner de relevancia que es que, si no, vienen autores extranjeros a hacer esos estudios por la importancia de las piezas. Pertenezco a la Universidad de Burgos y creo que si hay cosas que decir sobre el legado documental y bibliográfico que tenemos aquí hay que decirlo. Es mi compromiso y así lo siento.
–En puertas del VIII Centenario de la Catedral de Burgos, ¿que visión tiene usted de ella, producto de haber estudiado documentos de su archivo?
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–Tengo la parte, digamos, menos vistosa, menos llamativa. Siempre se lo digo a los alumnos, la de los documentos...
–...menos vistosa, pero ¿más fascinante?
–Siempre a mis alumnos, en la asignatura de Patrimonio Documental y Bibliográfico, trato de hacerles ver el valor de este patrimonio y les comento que es el más desconocido, el más feo entre comillas, el menos llamativo, porque cuando alguien habla de patrimonio lo primero que se le ocurre es el edificio, el arte, lo museístico, las piezas. En cambio, documentos, códices, manuscritos y libros son el patrimonio que nos da más información. La catedral de León tiene un archivo sin parangón y la de Burgos no se queda corta. Tenemos documentos de épocas muy remotas a la espera de ser analizados. Se ha hecho mucho, evidentemente, y se está trabajando en el archivo, catalogándolo, se está haciendo un trabajo muy importante. Estos archivos empiezan a ser más accesibles. No hay que olvidar que son archivos privados.
–¿Por ser de la Iglesia?
–Claro. Nuestra documentación más antigua se encuentra en archivos privados porque han sido los que los han custodiado. Los archivos públicos, los archivos reales, no se constituyen hasta época moderna. Entonces, nuestra documentación más remota está en archivos privados, de la Iglesia sobre todo. Esa accesibilidad era más compleja hace unos años, pero ahora se están abriendo, los investigadores podemos acudir sin problemas y esa apertura es buena para todos.
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–¿Allana la tarea la digitalización del material?
–Las digitalizaciones y catalogaciones que se están haciendo, como por ejemplo en el de la catedral de Burgos, son muy importantes porque ofrecen una accesibilidad que antes no era así.
–Efectuó una estancia en Londres para estudiar códigos visigóticos que se guardan allí de San Pedro de Cardeña y de Silos. ¿El sino de los españoles es tener que buscar fuera lo que narra nuestra historia?
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–Es verdad que luego, en épocas posteriores, ha podido haber algún tipo de venta, más oscura, más ilegal, o algún tipo de salida de patrimonio, pero casi el 80% de lo que está fuera es producto de la desamortización del siglo XIX. En esos momentos, cuanto todos los centros monásticos quedaron abandonados, hay que pensar que el edificio permanece a duras penas; muchos sufrieron vandalismo, pero las piezas artísticas y las documentales y bibliográficas fueron las que más daño registraron. Quedaron abandonadas y se produjeron pérdidas absolutas.
SONIA SERNA
–¿Cardeña es un ejemnplo claro?
–En San Pedro de Cardeña, de todo el archivo documental no quedó ningún pergamino: resultó completamente destruido. Hoy en día no tenemos ningún pergamino de Cardeña. Disponemos de relatos de viajeros que años después, hacia finales del XIX, van visitando estos monasterios y describen el panorama desolador que encuentran. Libros tirados por el suelo, mojados, mezclados... Entraba la gente ¿y qué hacía?: cogía piezas. El valor de esas piezas en el XIX hemos de pensar qué era para ellos. Para una comunidad era un valor sentimental e histórico, pero para el habitante de la localidad de al lado... pues bueno, si les podían dar dos reales como decían por vender a un extranjero que pasaba... Muchos intentaban hacer negocio y lo que pasó es que muchas de estas piezas acabaron vendiéndose y casi todas a extranjeros porque sabían, desgraciadamente, lo que venían a hacer. Es curiosa una noticia sobre Santo Domingo de Silos...
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–Cuente, cuente.
–Hubo un anticuario francés que se dedicó a reunir un número importante de códices, entre ellos de Silos, y antes de salir de España llegó a conocimiento del Gobierno de ese momento que se iban a proceder a vender un lote importante de códices de Silos, por si le interesaba. No hubo interés en evitar que salieran de España; la Biblioteca Nacional de París los compró y hoy en día están allí. Ahora valoramos este patrimonio, pero en la época de mayor desastre, el siglo XIX con la desamortización cuando quedó todo abandonado, no había un valor patrimonial, sobre todo de respeto y de intentar preservar ese importante legado que llevaba siglos y siglos en esos centros. Se encuentran fuera de España hoy en día, es verdad, pero lo que podemos decir es que afortunadamente se han salvado también porque muchísimas otras piezas sabemos, por inventarios, que no se han salvado: se quemaron, desaparecieron...
–Forma usted parte del grupo de investigación 'Bulevafuentes' con expertos de Burgos, León y Valladolid. ¿Por qué esas tres provincias y no otras?
–Nos movemos en el área de Ciencias y Técnicas Historiográficas y las universidades de León, Valladolid y Burgos tenemos de ellas y hay muy buena relación entre compañeros de las mismas. A la hora de buscar proyectos comunes en favor de esta comunidad hemos buscado sinergias y es más fácil acceder a convocatorias.
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–Una doctora en Humanidades, cuando ve que no se impulsan a la vez las carreras técnicas y las de letras, ¿qué siente?
–Te duele y hiere más. Yo comprendo que ahora se busque mucho la practicidad de todo, de los estudios y la educación, pero creo que no se está haciendo un favor a largo plazo a la sociedad, a estos jóvenes que si no se van a formar en Humanidades desde pequeños, van a tener unas carencias importantes en el futuro. Evidentemente, hay que buscar cosas prácticas y técnicas, pero no nos tenemos que formar para ser meras máquinas, robots o trabajadores técnicos. La parte de formación de la persona, la parte cultural de formación de un país incluso, creo que es muy importante y se está descuidando.
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–¿Lo constatan con los alumnos que ingresan en las carreras?
–Estamos viendo que llegan a la Universidad con muchas carencias de la parte de formación cultural humanística. Pueden ponerse con el ordenador y la tablet, con los programas y hacer maravillas; y no voy a meterme en la redacción y en la expresión oral, que también fallan, y en las faltas ortográficas, ya no solo es eso: es una carencia cultural que se está empezando a notar y eso se debe a que en las etapas anteriores no se ha cuidado la formación de la persona. Una persona tiene que estar formada en su parte más humanística y en su parte técnica, tiene que haber un binomio perfecto entre las dos. Dejar a un lado lo humanístico, porque no es práctico, porque hoy en día no es productivo...
–¿Por que no tiene salidas profesionales?
-...Eso es, al final la carencia cultural a nivel formativo de una nación se va a hacer notar.
–Una sociedad que no cuida las Humanidades, ¿a qué está abocada?
–La vida no es solo trabajo y no es solo lo técnico. Una sociedad culturalmente rica, además de un desarrollo profesional, va a buscar un desarrollo personal. Y ese desarrollo personal pasa por nutrirse intelectualmente a través de unos intereses que van más allá de lo meramente técnico. Hay que darlo vueltas, hay que cuidarlo, hay que pensarlo, hay que madurarlo y esperemos que el apoyo de la cultura nunca esté en entredicho y no se cuestione. Si a nuestros hijos solo se les ofrece una formación técnica el día de mañana las carencias van a ser brutales y, luego, esa competitividad que van a tener que mostrar frente a otras personas o en otros países en los que no es así se puede evidenciar a favor de los otros.
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SONIA SeRNA
–Se nos machaca con la idea de que en Internet está todo. ¿Quienes investigan en los archivos son la prueba más palpable de que esa aseveración es falsa?
–En parte sí, claro. Lo que tenemos en los archivos puede analizarse desde múltiples puntos de vista. La información pura y dura esta en los archivos y lo que tenemos que hacer es saber extraerla, analizarla y mostrarla a la sociedad. Eso se puede hacer a partir de publicaciones y artículos que pueden estar en la red, pero hay que tener cuidado en cómo se filtra esa información porque, el peligro que tenemos ya es de todos conocidos y sabido: en Internet es eso, puede estar mucho, pero ¿qué está? ¿Y cómo está? Ese es el problema. Al fin y al cabo las referencias más adecuadas y académicas son las que tenemos en las publicaciones y estas están en soporte físico, en papel, en libros, en artículos. ¿Que luego se pueden volcar en la red? Sí, pero no, no está todo y es lo que también tenemos que hacer ver a los jóvenes de hoy en día, que tienen que valorar que no está todo en Internet.
–Si le dejasen elegir un único documento, el que mejor pueda ofrecer una idea de lo que engloba la Catedral de Burgos, ¿cuál elegiría?
–En la Catedral de Burgos tenemos la información del día a día del desarrollo de la vida del Cabildo. ¿Qué es más importante en ese desarrollo a lo largo de los siglos del Cabildo? ¿Las cuestiones económicas? ¿Las espirituales? ¿Las hacendísticas? Es muy difícil decir qué es lo más importante. Sí podemos hablar de piezas singulares, por ejemplo, los privilegios, la Carta de Arras del Cid, que es uno de los documentos emblemáticos que se guardan. Pero también tenemos la Biblia de Cardeña visigótica, del 910, que por su antigüedad es trascendental. Hay muchas piezas y elegir una es muy difícil.
–En sus veinte años de trayectoria, ¿se ha parado ya a pensar qué quiere ser de mayor?
–No pienso a largo plazo. Aparte de consolidarme como profesional, sí que me gustaría seguir avanzando en temas de investigación que todavía no he podido abordar profundamente, sobre todo la cuestión de esta época visigótica con estos grandes centros que fueron Cardeña y Silos.
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