Atrapadas en Argentina por la burocracia: «¡Me siento como en una cárcel!»

Marta, cuya familia es originaria de Siete Iglesias de Trabancos, reside en Quilmes (localidad que da nombre a una famosa cerveza porteña), en el segundo cinturón urbano de la capital. Nunca había tenido problemas para renovar su pasaporte. La covid-19 lo trastocó todo. «Antes ibas al Consulado y lo hacías directamente. Pero con la crisis sanitaria dejaron de dar turnos».

La pandemia dejó una dura huella en el hogar de la vallisoletana. Además, Marta tiene que luchar contra la fibromialgia. El caso es que, cuando revisó sus documentos en octubre pensando en la habitual visita navideña a España, se dio cuenta de que se le había caducado su pasaporte.

Cuando pidió cita no daba crédito con la fecha: 15 de diciembre, pero de 2023. «¡Me siento como en una cárcel!», clama desde su casa al otro lado del Atlántico. De hecho, la familia tiene previsto regresar definitivamente a casa en 2024. «Queríamos viajar a España en primavera para ir buscando colegios para los chicos. Pero, a este paso, no llegamos», se teme Ledo.

A la burgalesa Aída Sancho le han dado cita para renovar el pasaporte de su hija, que vence en agosto de 2023, para principios de 2024. Aún así, se considera «una afortunada porque no tengo una situación urgente de viaje». Y su hija, nacida en Buenos Aires y, por tanto, con doble nacionalidad, siempre podría salir con sus papeles argentinos. Pero reconoce que en el grupo de whatsapp que comparte con otros 30 españoles «hay situaciones muy desesperadas». Aída renovó su documento personal a mitad de pandemia por lo que no tendrá que enfrentarse a la pesadilla administrativa de su consulado «en unos cuantos años».

Ante la consulta de El Norte de Castilla, la Oficina de Información Diplomática del Ministerio de Asuntos Exteriores en Madrid admite que «la agenda de pasaportes se extiende a un año de plazo». Y asegura que solo puede ofrecer «una media de 170 turnos diarios».

Un dato que enerva todavía más a los expatriados que miran a cada rato las redes digitales diplomáticas y están pendientes de que les hagan hueco. «¡Todo lo que dicen y anuncian es falso. Encima de tratarnos mal, mienten!», clama Marta Ledo mientras remite por whatsapp un pantallazo con los turnos establecidos para atender en una mañana cualquier de oficina. No pasan de 12 o 15 citas.

Esa misma web oficial también asegura que se habilita mensualmente un cupo para personas que tengan que viajar en fechas próximas, aunque deja claro que opera «en función de los medios humanos disponibles».

Los problemas de la colonia española se han visto acrecentados por la aplicación del artículo de la nueva Ley de Memoria Democrática. Esta última permite a los nietos de emigrantes españoles reclamar la nacionalidad de sus mayores. Tener las dos nacionalidades es abrir el abanico de las opciones vitales para un país que soporta niveles de pobreza cercanos al 40% de su población.

«Mi abuela paterna es española ...puedo yo tramitar el pasaporte europeo....??? Tengo 38 años», preguntas como esta pueden leerse por docenas en la web del Consulado. «No digo que haya que tener privilegios ante nadie, pero no parece lógico que vayamos en la misma cola los de primera nacionalidad y los que de la segunda», valora Aída Sancho.

El atasco en la gestión ha llevado a situaciones rocambolescas o a utilizar la picaresca. Algunos gestores internos aconsejan comprar antes los billetes de avión y alegar después la necesidad de viajar aportando algún certificado médico. «Conocemos a gente que va a perder sus pasajes», confiesan las dos ciudadanas castellanas.

En todo caso, en la búsqueda de atajos puede ser peor el remedio que el mal. «Si alguien quiere intentar adelantar su cita tiene que renunciar antes a la que ya tiene, por lo que te juegas quedarte sin nada», denuncia Marta Ledo. La oficina diplomática ha remitido un aviso a los nacionales que se han quejado de los plazos de gestión en el que les niega cualquier adelanto de fecha, les recomienda que «en ningún caso adquieran pasajes sin tener el pasaporte en vigor», y que «revisen periódicamente» la web que sigue sufriendo «una altísima demanda».

Tanto la Embajada como el Consulado se ubican en la zona noble de Buenos Aires. «La Embajada es un coqueto edificio de cuatro plantas pero solo lo usan el embajador o para actos protocolarios. No da servicios a los españoles», dicen los residentes.

El país tiene otra oficina consular en Córdoba (a 650 kilómetros de la capital) y algunos no descartan acudir allí por si el 'embudo' es más reducido. Después de estar cerradas durante más de dos años debido a la pandemia, estas oficinas permiten el acceso de público desde principios de noviembre. «Pero, sin cita previa, aquello es como la caja fuerte de un banco. Allí no entra nadie», se queja Marta Ledo.

Esta ciudadana de origen vallisoletano remitió este viernes una nueva comunicación por correo electrónico al Consulado bonaerense. Recibió una respuesta automática en la que se advierte de que «no se puede solicitar la renovación si resta más de un año para su caducidad». «Pero te dan turno para dentro de 13 meses... ¡Es indignante!», muestra su frustración Marta.