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Silvia G. Rojo
Domingo, 16 de abril 2023, 13:35
Marzo de 2023 fue el segundo marzo más cálido y con menos lluvias del siglo XXI en el conjunto del país. La situación de sequía ... en la mayor parte de la Península Ibérica es un hecho desde el pasado mes de diciembre y Castilla y León no es una excepción.
En concreto, el pasado marzo ha sido el octavo marzo con la temperatura media más alta desde 1951, según los datos de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). La temperatura media se situó en un valor 1,4 ºC superior a su promedio y en cuanto a las precipitaciones, el mes alcanzó un déficit del 50%, tal y como se recoge en el avance climatológico de este organismo. Esta situación empieza a comprometer de manera importante a diferentes cultivos, especialmente aquellos que están en tierras de secano, y los agricultores ya temen que si de aquí a final de mes no llueve –y a tenor de las predicciones meteorológicas para esta semana no parece probable–, muchas zonas de cereal serán insalvables. Así, UCCL estima pérdidas del 70% con respecto a la media de los últimos cinco años si no llueve en 10 o 15 días.
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Fernando Polanco, profesor de Climatología en INEA Escuela Universitaria de Ingeniería Agrícola, comenta que la situación en cuanto a temperaturas es «preocupante, aunque sean episodios puntuales». Recuerda que primaveras secas ha habido en otros momentos, la cuestión está en que ahora se ha convertido en algo casi común. «Es tan continuo que ya es preocupante, algo está cambiando para distinto, para mal, en cuanto a la sequía y el calor».
Esta realidad se traslada obligatoriamente a las aulas. «A los estudiantes en estos días les he puesto el ejemplo de que cuando yo cursaba agrónomos tenía que proteger las plantas del frío, éramos buscadores de calor, y ahora estamos en cómo buscar el frío, nos estamos quedando sin él y eso es malo para los cultivos». En su opinión, «la agricultura está cambiando porque nos estamos quedando sin frío, las plantas tienen que pasar horas de calor pero también de frío para que crezcan bien y con calidad».
Toda esta realidad está derivando en que las producciones «no se dan como antes, hay que regar un poquito más, no tenemos que proteger del frío y los ecosistemas que rodean a un cultivo, adventicias o insectos, también están cambiando».
Mantiene que una sequía con esta «virulencia» sí que se puede atribuir a la crisis climática, «al calentamiento global, que en parte está causado por la acción humana».
Según su opinión, «el cambio climático es evidente porque el calentamiento es evidente. Hay calentamiento por el efecto invernadero producido por exceso de CO2 y al darse esta situación el clima cambia y nos va a tocar sequía y calor, en otras zonas será al revés y les tocará más lluvia».
El futuro agrario
Con este punto de partida, la siguiente pregunta parece obvia: ¿Por dónde pasa el futuro de la agricultura? Polanco se muestra contundente cuando señala que «tiene futuro, no hay que rendirse, pero hay que cambiar algunos conceptos. Y aunque suene duro. se debe retomar la agricultura de secano, buscar variedades que resistan bien, de toda la vida la meseta ha sido de secano, los grandes regadíos han venido mucho más tarde».
Destaca que a pesar de ser grandes consumidores de agua, «cada vez lo hacemos mejor, somos el segundo país más eficiente en riego después de Israel, pero hay que reinventarse si el agua se acaba». Y de manera concreta se refiere a cultivos de leguminosas que prácticamente se han perdido, como los yeros o los titarros, o a la alfalfa de secano.
Concluye que los productos ecológicos «son los que menos están sufriendo estas consecuencias del clima porque, tal y como se cuida el terreno, el agua se conserva mejor, las cubiertas vegetales, los acolchados son una manera de conservar el agua».
Toda esta situación de sequía y de contrastes totalmente dañinos, porque no se puede olvidar que todavía por las noches está helando, la están viviendo de manera especial los agricultores de la región. En una región tan extensa hay muchas realidades, pero prácticamente se mire a un lado o a otro, buena parte de los profesionales se juegan la cosecha a lo que pueda suceder este mes de abril.
Mateo Muñoz está asentado en la localidad de Cigales y asegura que, a día de hoy, «el cereal ya está muy comprometido». Pone una fecha como referencia:«Como no llueva de aquí a Villalar (el 23 de abril) ya no se tira a espigar y de coger, nada, quitando cuatro zonas bajas que puedan ser más buenas».
Otra realidad de fondo es el precio al que se ha sembrado, «histórico», subraya. «Este año ha andado la hectárea entre 800 y 1.000 euros en el secano, nunca se había llegado a esos precios, antes con 500 o 600 euros lo tenías».
Mateo hace especial hincapié en lo que considera una herramienta fundamental para el agricultor, como es el seguro agrario. «Antes el seguro integral te salvaba los gastos, ahora no llegas», por lo que pide que se actualicen los precios y se ajusten a la realidad del mercado.
Otro matiz que introduce es que a estas alturas del año, «lloviendo o sin llover, la cosecha no va a ser buena, pero la diferencia está en que si llueve y el mes de mayo acompaña, salvamos costes, al menos en esta zona. Y si no llueve, pues no se va ni a segar». Incide en que «la sequía y a mayores las heladas nocturnas están perjudicando mucho cultivos como las colzas» y tira de refranero: «Que no se te olvide que las heladas de abril se ven al medir», en referencia a lo dañinas que son en esta época.
Este agricultor también dedica una parte de su explotación al regadío y de ese lado las cosas tampoco pintan bien, pues depende del sistema Pisuerga-Bajo Duero, sujeto a restricciones por el bajo nivel de los pantanos y con una dotación de agua máxima por hectárea de 3.500 metros cúbicos.
«Si no apretara mucho el calor, sí que podríamos salvar la campaña de remolacha, pero como empiece a calentar en junio y desde el principio haya que regar fuerte, vamos a andar muy justos». Y eso que no deja de reconocer que «la remolacha es un cultivo muy sufrido».
350.000 euros invertidos
En San Pedro de la Nave (Zamora) tiene su explotación Felipe Luis Codesal, que tiene sembradas en secano 500 hectáreas lo que, dicho de otro modo, le ha supuesto una inversión que ronda los 350.000 euros. «Aunque llueva en los próximos días, en esta zona el 30% de la cosecha ya está perdida», explica. «Si llueve, habrá que esperar a ver si cría grano y si no, habrá que tirarlo; yo creo que si llegamos a cosechar va a ser a pérdidas».
Calcula que una hectárea de secano este año tiene unos costes de 700 euros. «Todo esto si no incluyes la amortización de la maquinaria o nuestra mano de obra, si no te va a 900 euros tranquilamente».Para que salga la cuenta «tiene que tener un valor de 300 euros mínimo y dar 3.000 kilos por hectárea y eso no va a suceder de ninguna manera».
Aclara que en función de las zonas «ya se ven muchos corros con un color pálido y seco, otros aguantan más la humedad».
Felipe piensa que «si fueran los costes de antes, pues bueno, no es tanta la pérdida, pero ahora es mucho dinero el que tienes invertido. Y a este paso, esto se acaba», lamenta. En su caso, también mantiene una explotación de ovino en la que «es verdad que ha subido el precio de la leche y los piensos, por lo que te quedas igual, con el mismo margen», pero ya adelanta otro problema que puede afectar a su rentabilidad: «El 80% de lo que comen las ovejas lo produzco yo, me cuesta menos producirlo que si tengo que ir a comprarlo, así que veremos lo que se nos viene porque en el caso del forraje no solo es comprarlo, es que no hay».
La organización agraria COAG cifra en 3,5 millones las hectáreas de secano afectadas por la sequía en el conjunto del país y que presentan «pérdidas irreversibles». Según el informe de este sindicato para el conjunto del país, «se dan prácticamente por perdidas las cosechas de trigos y cebadas en Andalucía, Extremadura, Castilla La Mancha y Murcia y en las zonas más áridas de Aragón, Cataluña y Castilla y León». En cultivos leñosos, como frutos secos o viñedos de secano, ya están experimentando problemas en la brotación. En el regadío también preocupan las restricciones en la dotación de agua, que «mermarán con toda seguridad las siembras de verano» y harán que muchos agricultores opten por reducir la superficie de maíz o girasolLa ganadería extensiva es otra gran perjudicada por la sequía. «Si no llueve no hay pastos para poder alimentar a las ovejas y esto obliga a que los ganaderos tengan que recurrir a la compra de pienso y forraje».
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