Dos gobiernos PP-Ciudadanos rotos en la flor de la gestión -magnífica, insisten los defenestrados naranjas con el mismo gesto de incomprensión-, para dar paso a un anticipo electoral del que se vislumbra que puede acabar igual, con dos gobiernos PP-Vox.
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Y sin embargo, ... una retahíla de matices demuestran que Juanma Moreno, presidente de Andalucía, ha aprendido de los errores de estrategia de su partido en Castilla y León. El andaluz llamó a su vicepresidente, Juan Marín (Ciudadanos), convocó un Consejo de Gobierno, anunció que iba a disolver las Cortes y acto seguido dejó las consejerías de la Junta de Andalucía tal y como estaban. A Francisco Igea le sacó del ensueño un tuit en medio de una entrevista radiofónica. Su consejera de Sanidad se enteró de que ya era ex consejera de rebote, al entrar en una sala donde se celebraba una reunión a la que no le habían convocado. Y la ruptura fue todo lo traumática que podría llegar a ser.
«Es cultura de pacto, al fin y al cabo. La gente que vaya a negociar con Juanma Moreno irá con más tranquilidad», valora un ex alto cargo de Ciudadanos en la Junta. Es cultura, pero también matemáticas. Las encuestas valoran al alza a Moreno Bonilla y a Vox, pero al mismo tiempo procuran un pequeño resquicio de Ciudadanos. La explicación está en las circunscripciones. En Castilla y León, a la desconfianza de quienes votaron por un cambio en la Junta y se encontraron de nuevo con un Gobierno con el PP al frente, se une el hecho de que hay provincias que reparten 5, 6 ó 7 escaños en las Cortes. Esto, traducido a votos, significa que rara vez se escapa un puesto de las fauces de los dos partidos mayoritarios o del tercero al alza, papel que en 2015 recayó en Podemos (10 escaños), en 2019, Ciudadanos (12) y en 2022, Vox (13).
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Susana Escribano
En Andalucía, las provincias que menos escaños distribuyen, Huelva y Jaén, asignan once. Habrá 12 en Córdoba y Almería, 13 en Granada, 15 en Cádiz, 17 en Málaga y 18 en Sevilla. Los restos, con una izquierda fragmentada en tres espacios, pueden hacer que Ciudadanos recoja fruto en Cádiz, Málaga y Sevilla. Y tres parlamentarios, en este caso, pueden hacer que la dependencia de Vox no sea tan crucial como en Castilla y León.
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Así que Juanma Moreno no ha volado los puentes con su socio a pesar de un adelanto electoral que, en realidad, tampoco es tan abrumador. A fin de cuentas, tocaba colocar las urnas, a más tardar, en diciembre. Seis meses más tarde.
A Alfonso Fernández Mañueco no le funcionó el relato de la traición. Esa presunta negociación entre Ciudadanos y Por Ávila «a espaldas» del PP. Un relato que insistió en mantener en el debate de investidura a pesar de que el recuento de votos ha demostrado que no caló como se pretendía. A pesar del triunfo, los votantes del ala derecha castigaron al PP, que recibió 50.680 apoyos menos que en 2019. Juanma Moreno tomó nota y ha optado por una vía que le puede permitir otra salida. «Hay que sumar más que la izquierda», dice el mantra del PP andaluz. El mismo que exhibió el PP de Castilla y León durante la campaña. Ya se ha visto que no es suficiente salvo que haya otro actor más flexible. Al PP le conceden las encuestas en torno a 45 escaños. La mayoría absoluta está en 55 (son 109). Toda la izquierda suma entre 42 y 45. A Vox le asignan entre 17 y 22. En ese margen vive lo que pueda sacar Ciudadanos. Moreno podría agitar entonces la misma bandera que ondeará el PSOE en campaña: que viene la ultraderecha. Si sumado a Ciudadanos se acerca a los 50, podría forzar la abstención socialista o, en todo caso, una negociación más asequible con Vox.
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En algo se parecen, sin embargo, los anticipos electorales de Castilla y León y Andalucía. Los dos han tenido como detonante los presupuestos y en ninguno de los dos casos valdrá de mucho, a esos efectos, colocar las urnas. Alfonso Fernández Mañueco defendió las cuentas para 2022 como «históricas» y cruciales para la recuperación tras la pandemia. La negociación con Por Ávila sirvió como desencadenante de la ruptura el 20 de diciembre de 2021, cuando las cuentas autonómicas estaban casi a punto, y desde entonces han transcurrido cuatro meses y el Gobierno apenas ha empezado a andar. Como consecuencia, el presidente ya dejó claro que se trabajará con la prórroga de los presupuestos anteriores y los ajustes pertinentes, y que los próximos presupuestos serán los de 2023.
En Andalucía, Vox decidió no apoyar las cuentas en noviembre de 2021. El fin de semana pasado anunció que adelantaría elecciones porque Andalucía «necesita» tener cuentas «para 2022 y 2023». El ejemplo de Castilla y León pone en duda lo de 2022. Las elecciones serán el 19 de junio. 25 días después se celebra la constitución del parlamento autonómico. Quince días después se celebra la investidura. Esto sitúa la fecha de la toma de posesión del presidente casi en agosto. Y empieza el carrusel de nombramientos. Imposible elaborar un presupuesto para 2022. Como comparación: en Castilla y León el decreto que lanza la elaboración de los presupuestos se publica en julio, se hace la primera carga en septiembre, se lleva a las Cortes a mediados de octubre… Y en 2021, a 19 de diciembre, se rompió todo. Sin presupuesto.
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En otro aspecto sí han coincidido Mañueco y Moreno. En ambos casos, a la convocatoria electoral anticipada le siguió una comparecencia ante la prensa sin derecho a preguntas.
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