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El fundador del Grupo Siro, Juan Manuel González Serna, se declaraba hace unos días en una entrevista «optimista» respecto a sacar adelante el plan de viabilidad. Pero también reconocía ser «consciente» de que la «supervivencia» de la empresa está exclusivamente en manos de los fondos ... de inversión. Junto a su esposa, Lucía Urbán, González Serna ejemplariza en Castilla y León y en toda España la figura del empresario familiar comprometido con la industria agroalimentaria.
Su imagen de 'salvador' de empresas que compraba a multinacionales y reflotaba cuando estaban condenadas al cierre comenzó a fraguarse desde el minuto uno, con la compra en Venta de Baños del Grupo Siro en 1991 y alcanzó su mayor notoriedad en 2002. Entonces, el empresario adquirió a United Biscuits la antigua fábrica de Galletas Fontaneda de Aguilar de Campoo, con lo que cerraba una de las mayores crisis industriales que ha vivido la comunidad y que azuzó como nunca la unidad de acción de Junta y agentes sociales.
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Cuando González Serna compró la fábrica de Siro tenía 85 empleados. Bajo la batuta de Serna y Urbán el grupo llegó a tener 5.000. En sus 31 años de carrera empresarial se hicieron cargo de 15 fábricas en dificultades y añadieron 11 más. Muchas han tenido que venderlas en los últimos años, en los que el empeoramiento de la cuenta de resultados ha colocado a la empresa entre la espada y la pared. Ahora solo sueñan con cuadrar el círculo de convencer a los trabajadores de que renuncien a parte de lo conseguido en los últimos años y lograr que la oferta salvadora de los fondos de inversión salga adelante. Su intención es conservar un 25% del capital de Cerealto Siro y seguir dedicado a un proyecto que es toda una vida.
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