Castilla y León

Los salarios actuales permiten comprar el 13% menos que los de 2009

Desde que se pinchó la burbuja inmobiliaria, la trayectoria de precios y salarios ha seguido caminos divergentes. Los primeros años del Gobierno de Rodríguez Zapatero fueron a la vez los últimos en los que los ciudadanos ganaron poder adquisitivo. Desde 2009, la pérdida ha sido continua, tanto con el presidente leonés en la Moncloa como después, con Mariano Rajoy al frente del Ejecutivo, y ahora, cuando las cosas han empeorado en este sentido con Pedro Sánchez en el poder.

Si se toman estos periodos como referencia, el resultado es el siguiente: Entre 2004 y 2008, la inflación acumulada en la comunidad fue del 10,98%, de acuerdo con el Índice de Precios de Consumo que elabora el INE; mientras que los salarios de los castellanos y leoneses se revalorizaron el 18,48% (pasaron de 16.586 a 19. 861 euros brutos anuales en esos cinco ejercicios), según la Encuesta Anual de Costes Laborales, también del INE.

Desde que explotó la burbuja de especulación financiera-inmobiliaria, el panorama es desalentador. En los tres últimos años de Rodríguez Zapatero, los salarios subieron el 1,45% agregado; con los precios un 4,63% más elevados. Conclusión: 3,19 puntos de pérdida de poder adquisitivo.

Algo mejor (o menos mal) fueron las cosas del comer con Rajoy. En los siete años que van de 2012 a 2018 (en puridad, el presidente gallego solo estuvo en el cargo hasta el 2 de junio de ese año), el salario medio de los castellanos y leoneses prácticamente estuvo congelado. Subió el 0,65%, al pasar de los 20.509 euros de partida a los 20.628 del término.

Por fortuna para los asalariados, la crisis mantuvo los precios a raya en esos años. En tres de ellos (2014-2016), la inflación incluso fue negativa. La subida acumulada del IPC en los siete años, que se produjo al principio de la primera legislatura y al final de la segunda, resultó ser del 3,64%. Resultado: una pérdida de poder adquisitivo del 2,99% en siete años.

Entre 2019 y 2022 la comunidad ha asistido a la mayor devaluación de los sueldos de sus trabajadores, debido sobre todo a la espiral inflacionista, de la que las remuneraciones se han quedado descolgadas. El 8,21% han subido los salarios, frente al 12,31% de la inflación, es decir, una pérdida del 4,10%. El año pasado fue el peor, ya que en comparación con 2021 se produjo un retroceso en el poder de compra del 5,79%.

La comparación con lo que ha sucedido en Europa durante los años transcurridos desde la crisis de 2008, la posterior segunda recesión de 2013, los años de recuperación truncada por la pandemia y lo sucedido después, con la remontada contaminada por la crisis energética y de precios y la guerra de Ucrania deja a España bastante mal parada. Sólo Grecia –donde los salarios han bajado el 18,3% y los precios subido el 8,6%– presenta un balance peor (entre 2009 y 2022), con una pérdida de poder adquisitivo del 24,8%. Un análisis realizado por Datamania con información de la oficina estadística europea Eurostat coloca a España con único acompañante de Grecia:11,8%de alza salarial, menos el 19,2% de subida de precios da como resultado una pérdida del 6,2%.

Un 0,3% ha caído la capacidad de compra de belgas y franceses, mientras que todos los demás han salido ganando. El país con mejor balance es Bulgaria (105%), seguido de Rumanía (67,8%), Letonia (62,9%) y Lituania (62,8%). Italia gana el 1,9%; Portugal, el 5,6% y Alemania, el 14,1%.

Todos los países se han visto golpeados por la inflación, pero en todos menos en Grecia ha subido el salario medio más que en España (11,8%). En Italia lo ha hecho el 19,4%; en Portugal, el 21,5%; en Alemania, el 37,6%;en Bulgaria, el 146,4%.

Las razones de la devaluación salarial española están claras, según explica Margarita Ramos Quintana, catedrática de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social. «La políticas de austeridad para combatir el déficit y la deuda pública, así como la reforma del mercado de trabajo, especialmente en materia de flexibilidad salarial, debilitando la negociación colectiva y precarizando la posición del trabajador en cuanto a las condiciones de trabajo, han contribuido a la intensificación de dos efectos no declarados pero implícitos en las reformas estructurales de contenido económico y laboral: aumento de los despidos y pérdida de capacidad retributiva de los trabajadores».

Los efectos de la crisis debilitaron «la capacidad negociadora de los representantes de los trabajadores en todas las materias, especialmente, en los niveles retributivos». La austeridad trajo «más impuestos y menos empleo», así como reducciones salariales, supresión de pagas extras y congelaciones». Durante la mayor parte de estos años, además, desaparecieron de la mayoría de los convenios colectivos las cláusulas de garantía salarial, «elemento central de un modelo que toma como referencia la evolución de los precios y persigue la mejora del poder adquisitivo de los salarios negociados».

En los trece años en los que el sueldo medio de un castellano y leonés ha subido el 10,33%, el IPC lo ha hecho el 23,92%. No todo se ha encarecido por igual. El vestido y el calzado ha aumentado su precio el 5,6%, la sanidad el 13% y los artículos del hogar, el 13,9%. El alcohol y el tabaco ha escalado el 54%, los gastos de la vivienda, el 46%, el transporte, el 32% y los alimentos, el 28,6%. Solo dos epígrafes han bajado: las comunicaciones (16,2%) y el ocio y la cultura (2,8%).