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En el primer bote, miel en la que se ha mezclado producto de siete países diferentes; en el segundo, miel nacional conocida como mil flores y en el tercero, miel nacional de encina. S. G.

¿Sabes cómo diferenciar la miel de otros sucedáneos?

El color no ayuda, pero sí que existen otros indicadores a nivel usuario como el hecho de que la mezcla se haga con producto de hasta seis países diferentes

Silvia G. Rojo

Lunes, 27 de mayo 2024, 00:28

Europa ha dado un paso al frente y, recientemente, ha aprobado nuevas normas sobre el etiquetado de la miel que, en el caso de las mezclas, indicarán los países de origen en orden decreciente, en función peso, y el porcentaje que representa cada Estado.

Esos cambios forman parte de la revisión de la denominada 'directivas desayuno' con la que se pretende «ayudar a los consumidores a elegir con mayor conocimiento de causa, garantizar una mayor transparencia sobre el origen de los productos y reducir el fraude alimentario», según indicó el Consejo en un comunicado.

Al sector apícola la nueva normativa se le queda «bastante corta», dice Santiago Canete, presidente de la cooperativa salmantina Reina Kilama, «al final, la industria siempre se arregla para que el etiquetado sea confuso y en el caso de las mezclas, lo difícil es saber si realmente se cumple con el porcentaje». El Ministerio de Agricultura se ha comprometido a aplicar la ley lo antes posible pero lo cierto es que los Estados miembros disponen de hasta dos años para hacerla efectiva.

Y si desde el propio sector ponen en duda que se cumplan los porcentajes declarados en las mieles de mezcla, qué opciones le quedan al consumidor para saber si una miel es de buena calidad y se ajusta a lo que dice el etiquetado.

Juani Castaño, apicultora asentada en Fuentes de Oñoro (Salamanca) y miembro de COAG, indica que «lo primero que hay que hacer es mirar la etiqueta». Y precisamente, toma como ejemplo un bote de miel comprado aleatoriamente en un supermercado en el que se pueden leer, en la parte superior, los países que han aportado miel a esa elaboración: España, Ucrania, Turquía, Cuba, México y Argentina.

«¿Cómo es posible que en un bote de miel metamos tantos países?», se lamenta la productora. Frente a ese producto, otros dos botes de miel en los que se identifica en el etiquetado que es, únicamente, miel española. «En el envase pone claramente que es miel española, de Castilla y León, una de encina, más oscura, y otra de mil flores, más clara».

En este sentido, el color no es determinante a la hora de decidirse por una miel u otra ni de definir su calidad. «Te puedes encontrar un amarillo más claro solidificado y eso es calidad, pero también encuentras ámbar más oscuros y con la miel más melosa y eso es igualmente calidad», apunta Castaño.

«Por el color no te puedes guiar», añade Santiago Canete, «nosotros envasamos la miel sin tratamiento alguno, tal cual la traen nuestros socios y lo único que se hace el filtrarla para que se decante por su propio peso, pero tenemos seis variedades diferentes, cada una de un color y sabor muy diferente». Así, «la miel de flores puede ir de más clara a más ámbar, es diferente siempre, aunque sea el mismo lote no es igual porque es natural».

Un indicador para el consumidor

Un indicador que puede ayudar al consumidor es si la miel está más o menos líquida. «Que la miel esté líquida se consigue poniéndola al baño maría y que nunca suba de 50 grados, así se convierte en líquida sin perder sus propiedades», informa Juani Castaño. La cuestión son esas otras mieles que siempre están líquidas y no van a solidificar nunca. «Eso ya ha perdido todas sus propiedades porque se ha metido a unas temperaturas muy elevadas para poder hacer la mezcla de tantos países, han roto todos los cristales y eso es simplemente azúcar, lo de miel ya pasó, aunque la gente ve que está dulce y se piensa que es mejor».

A modo de resumen señala la apicultora que el hecho de que «la miel esté líquida y venga de muchos países significa que se ha calentado en exceso para poder hacer la mezcla, eso ya te tiene que escamar».

A Juani la duele que entre esos países se incluya España, «a lo mejor no tiene ni un 30%, esa es la lucha, el etiquetado claro, no nos negamos a que vengan de otros países pero que lo hagan con las mismas garantías de calidad que tenemos aquí».

Dicho esto, reconoce que «lo que me gustaría es que no se mezclaran otras mieles con la nuestra, que es de excelente calidad y es una pena que nos hagan estas cosas».

Producida y envasada en España

Por su aprte, Santiago Canete recomienda al consumidor «que vea claro que es nacional 100%, producida en España, no solo envasada».

Recuerda que es la administración la que tiene que vigilar a través de controles y hacer «un seguimiento un poco serio si no, va a ser lo de siempre». Reclama a la industria española «que empiece a comprar más miel nacional, hay mucho parón en el mercado y los precios para los apicultores españoles están a la baja porque no se apuesta por envasar miel española».

Estas afirmaciones no son gratuitas pues el último informe publicado por la Comisión Europea junto con la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude presenta los resultados de un plan de controles llevados a cabo en frontera a cientos de importaciones de miel durante 2021 y 2022 y cuyos datos reflejan que un 46% de las muestras europeas analizadas fueron fraudulentas y un 66% de las empresas importadoras controladas tuvieron, al menos, un resultado positivo. En el caso de España, los porcentajes se elevan a un 51% de importaciones con producto fraudulento y un 85% de empresas.

«No pueden tomar medidas contra los que han hecho eso porque la metodología que han usado no está aprobada por la Unión Europea, es más avanzada que la permitida que, por otra parte, no detecta el fraude. Algunos siempre van por delante de la administración», declara Canete.

El presidente de Reina Kilama dice que en estos momentos «no hay miel almacenada porque llevamos unos años con cosechas desastrosas, hay gente que tardó en vender pero al final lo consiguió a precios muy por debajo de los costes de producción».

Producir un kilo de mie se estima de 3,50 euros para arriba, «las que se importan de Ucrania y de China andan por 1,50 euros, la que más, 2,00 euros», lamenta Canete, «no podemos competir con esos precios, tenemos que competir con calidad, que es muy buena, y que está sujeta a todos los controles que no tienen muchas de las de fuera».

En estos momentos se está acabando con la recolección de polen, un 60% inferior a un año considerado como normal, y en breve se comenzará con las mieles de primavera. «Al principio, las previsiones eran buenísimas, pero con el cambio de tiempo, las excesivas lluvias de Semana Santa y luego el frío, nos ha dejado planchados, nos ha cortado la producción que se veía muy buena».

La parte positiva es que «se han repuesto un número importante de colmenas».

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