Luis Jaramillo | Director de Cope Castilla y León y pregonero de la Semana Santa de Valladolid 2024
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Luis Jaramillo | Director de Cope Castilla y León y pregonero de la Semana Santa de Valladolid 2024
«Tendríamos que saber pasar por la Semana Santa»He aquí un periodista de los pies a la cabeza. Luis Jaramillo Guerreira (Zamora, 1958). La voz del periodismo de Castilla y León y una fonoteca andante que explica, como muy pocos pueden hacerlo, la historia de esta comunidad desde mucho antes de acceder a ... la autonomía política y administrativa. Y la voz de la Cadena Cope en Castilla y León, en la que empezó a colaborar en 1972 en su Zamora del alma, a la vez que estudiaba en la Universidad de Salamanca Medicina y Cirugía. Se licenció como médico, pero no se colgó el fonendo: se puso ante un micrófono, de la Cope, por supuesto, en cuya plantilla entró en 1984. Sólo 15 años después fue nombrado director regional de esta cadena de emisoras, cargo en el que se jubilará en poco más de cuatro meses. Decir Cope en estas tierras es decir Jaramillo y decir Jaramillo es decir Radio, con mayúscula. Y Periodismo, también con mayúscula. El próximo viernes pronuncia el pregón de la Semana Santa de Valladolid.
–Es usted un rara avis. Profeta en su tierra, Zamora, y ahora en su segunda tierra, Valladolid.
–Me considero muy afortunado. Soy zamorano y ejerzo de zamorano, pero me considero vallisoletano. He vivido mucho más en Valladolid que en Zamora. Y en Valladolid me he sentido acogido y querido: será donde me quede siempre, lo tengo claro.
–Se define como «zamorano convencido». ¿Hay que estar muy convencido para ser zamorano?
–Es la llamada de la tierra. En aquellas generaciones que tenemos mucho pasado y venimos de mediados del siglo XX, había un cierto amor y apego a la tierra. Y si la tierra es una tierra pequeña, con un componente victimista claro, porque eso estaba muy metido en la esencia y el espíritu zamorano, hace que tú quieras mucho aquello que conoces de niño.
–Zamora alfabéticamente es la última capital y provincia. Pero ese lugar parece además una maldición: basta mirar el PIB, el paro, por poner dos datos.
–Por Zamora no se pasa, a Zamora hay que ir, y es una tierra muy envejecida, la más envejecida de España. Y es una tierra de emigración, fundamentalmente. Pocos chicos de mi generación nos quedamos en Zamora. O se iba a estudiar a Salamanca o a Valladolid, pero pocos nos quedábamos. Sinceramente, creo que Zamora tiene un potencial muy grande, pero falta un poco creer más en ella, falta tener un poco de suerte con los responsables que han llevado adelante la vida política y social de Zamora.
–¿Mala suerte con los políticos?
–Ha habido mucha gente que ha desempeñado mucho cargo pero con ganas de irse, de salir fuera y no de apostar por la tierra y eso es lo que ha hecho que en algunos casos Zamora se haya quedado atrás. Pero Zamora, pese a empezar por Z, es la única provincia española que tiene en medio de su nombre la palabra 'amor'. ¡Fíjese si puede uno creen la tierra!
–¡Será por cualidades!
–Tenemos una naturaleza realmente envidiable, un río absolutamente majestuoso, una producción agroalimentaria realmente genial, unas buenas comunicaciones, que hay que intentar forjar y que te puedan anclar y ayudar. Zamora tiene potencial.
–Entonces, ¿qué falta?
–Creer en ella. Y los primeros que tienen que creer son los zamoranos. Tienen que apostar por ella. No todo nos lo tienen que dar hecho, en algo tenemos que arriesgar nosotros. Y si somos capaces de arriesgar y apostar por nosotros mismos, tendremos más fortaleza.
–No parece que les hagan mucho caso a quienes piensan así.
–Es el carácter, es el carácter. Somos castellanos y leoneses viejos y a veces nos apegamos demasiado a que nos faciliten las cosas. Nos fijamos más en lo que nos falta que en lo que tenemos y eso deberíamos invertirlo: fijarnos más en lo que tenemos y reivindicar lo que nos hace falta, pero viendo siempre la botella medio llena, nunca medio vacía.
Luis Jaramillo
Director de Cope Castilla y León
–Pregonar la Semana Santa de Valladolid, ¿qué significa para el zamorano que llegó un día y se quedó para toda su vida en ella?
–Una gran oportunidad.
–¿De qué?
–De poderle contar a la gente, desde una tribuna diferente a la de un medio de comunicación, que también lo es, porque siempre digo que uno de los mejores medios de comunicación es el púlpito, lo tengo claro, basta ver la audiencia que tienen los púlpitos, contarle a la gente de lo que somos capaces cuando llega la primavera a Valladolid, en este caso. Y Valladolid, que yo creo que tiene una Semana Santa envidiable...
–¡Huy cuando lean esto en Zamora!
–Es que no digo que ni mejor ni peor.A mí la pelea de tu Semana Santa es peor que la mía me parece una cosa como muy localista y que realmente no es verdad. Valladolid tiene una gran Semana Santa y poder contar lo que somos capaces de hacer juntos es realmente importante para mí.
–¿Cantar y contar las excelencias de la Semana Santa de Valladolid le impedirá este año seguir recomendando la de Zamora o la de Toro?
–A los que nos gusta la Semana Santa, y yo soy un auténtico convencido de la Semana Santa desde niño, y he estado metido en la Semana Santa de Zamora hasta la médula: fundador de dos cofradías, pertenezco a 11...
–¡¿A 11?!
–Es que en Zamora el sistema es distinto a Valladolid: cofradía y procesión en Zamora son sinónimos. Cada cofradía hace su procesión. No coinciden dos prácticamente nunca, así que de niños podíamos salir en todas. Pero creo que hay que abrir la mente y conocer lo que se hace en otros sitios, que se hacen cosas muy buenas, muy bonitas, con un trasfondo espiritual realmente envidiable. Claro que recomendaré ir a Zamora. ¡Y a Bercianos de Aliste!, que para mí es el paradigma de la Semana Santa rural. O a Rioseco. O a Toro.
–La liturgia hace que si quieres participar en una procesión o en un rito de Semana Santa de un sitio te pierdas lo del otro.
–¡Pero no vivimos solo un año! Podemos movernos. ¿Le cuento un detalle?
–¡Venga!
–Los medios de comunicación han sido siempre mi vida, me gusta la radio porque me parece el medio más imaginativo, más rápido, más dinámico, pero me ha gustado bucear en todos. Y me ha gustado el vídeo; tuve la primera cámara de vídeo cuando salieron las primeras cámaras domésticas, así que tengo grabado muchísimo de la Semana Santa de Zamora. Cuando lo veo ahora me arrepiento de cómo lo grabé, a parte de la calidad y demás.
–¿Y eso?
–Porque tomaba las imágenes procesionales en la calle y es que siguen siendo las mismas imágenes, no han cambiado. Lo que ha cambiado es el entorno urbano y me da mucha rabia no haber grabado en 1984 cómo estaba una determinada calle, cómo eran los vestidos de la gente, todos esos aspectos. Con el paso de los años, que han pasado cuarenta, me digo, Dios mío, me falta la ciudad porque mi Cristo de las Injurias sigue siendo exactamente el mismo, en el mismo paso. Los años no pasan por nuestras imágenes, nuestras imágenes pasan por las calles.
–Con lo cual, se deduce ¿qué?
–Que nosotros tendríamos que saber también pasar por la Semana Santa. No pasa nada por que un año no veamos una determinada procesión porque eso nos permitirá conocer otra forma de celebrarla en otro sitio. Yo lo hice desde hace unos 20 años y hay siempre 2 o 3 días que empleo en ver la Semana Santa de otras comunidades o bien en el medio rural, que cada día me gusta más porque conserva una esencia y una espiritualidad que a veces se pierden en la gran ciudad.
Luis Jaramillo
Director de Cope Castilla y León
–Excepción hecha de la General del Viernes Santo, si tuviera que recomendar en Valladolid un momento, un lugar o una procesión de Semana Santa, ¿cuál?
–La tarde de Jueves Santo en Valladolid no hay que perdérsela. Lo que ocurre en Valladolid en Semana Santa el Jueves Santo no ocurre en ningún sitio de España. Y eso hay que contarlo.
–¡Y verlo!
–Y pasear por las calles, y pasar de una esquina a otra, e ir a una procesión, y a otra... Y luego cada procesión tiene su momento. Y si hay que hablar de momentos, me parece uno especialmente maravilloso, el encuentro del Nazareno con la Virgen de la Vera Cruz el miércoles en la calle Platerías. Y me parece algo insustituible y único en el mundo la visión desde el balcón de Platerías en la Procesión de las Palmas el Domingo de Ramos.
–¿Qué tiene la Semana Santa, desde su raíz cristiana...
–...¡Es que esa es la clave! Si no hubiera esa raíz, la Semana Santa no sería lo que es. Y luego tiene una ventaja o un gran acierto: es capaz de unir religión y tradición. Es capaz de unir una raíz, lo que para los creyentes es la razón de la existencia, la Resurrección, con una cultura, y ahí está la Escuela Castellana, otra cosa que a Valladolid le hace única. Y luego tiene una tradición, que se ha heredado de padres a hijos.
–Cuatro meses después de pregonar la Semana Santa, entrará usted en modo jubilado. ¿De verdad se jubila un periodista?
–¡No! No. A ver, te quitas un poco el peso de la responsabilidad en el sentido de la obligatoriedad, pero siempre vas a estar ahí. El periodismo, como la medicina o el sacerdocio, son profesiones que tienen mucho de vocacional y eso no se acaba con la jubilación. Yo seguiré tratando de mantener viva la llama del periodismo, me sigue encantando leer... Lo más importante en la vida es no perder la curiosidad y yo todavía no la he perdido.
Luis Jaramillo
Director de Cope Castilla y León
–¿Con qué cambio se queda que podría definir la evolución de la radio en su carrera profesional?
–La radio tenía una debilidad, que era el carácter efímero de sus emisiones, que Internet ha venido a suplir: el contenido de la radio ya no es efímero, está accesible en todo momento a las personas. Con lo cual, esa debilidad ha pasado a fortaleza. Ese es el gran cambio en la radio.
–¿Y en el periodismo?
–Es que no se parece en nada, absolutamente en nada. El periodismo tenía un punto de idealismo años atrás que hoy ya no tiene. Estamos metidos en el periodismo de lo demasiado rápido, de demasiado 'like', buscando el 'me gusta' o la posición en un momento determinado y vamos demasiado rápido, no reposamos los temas, falta tiempo para reposar las cosas, para el artículo tranquilo... Y luego se ha contaminado un poco de la tensión política y social que existe en estos momentos. No hemos sabido mantenernos al margen de esto y es un error que pagamos porque, el final, el oyente, el espectador, el lector termina desconfiando de todo. Vamos demasiado rápido.
–Toda su vida profesional en Cope. ¿Más rara avis, aún?
–He tenido oportunidades y ofertas de bastantes medios para irme, pero al final me quedé.
–¿Qué le ha unido tanto a Cope?
–Cope tiene un componente cuasifamiliar que hace que se meta dentro de tí y termines teniendo con ella una relación prácticamente familiar: riñes con ella, discutes con ella, pero la amas profundamente y, entonces, te identificas con ella. He vivido más en Cope que en ningún otro sitio en mi vida: he sido muy feliz en Cope y la he considerado mi casa y mi familia y supongo que de casa uno no se va nunca.
–¿Se ha parado a pensar qué perdió la Medicina sin usted?
–O qué perdió Luis Jaramillo.
–¿Qué perdió?
–Cuando entro en un hospital me entra una añoranza tremenda porque prácticamente el segundo ciclo de la carrera lo hice como alumno interno de cirugía vascular en el Clínico de Salamanca y hacía muchas horas en el hospital. Añoraba mucho la vida en el hospital y el trato con los enfermos. Pero le voy a decir una cosa...
–Diga, diga.
–Es verdad que he cumplido un papel a lo largo de mi vida profesional como periodista, pero le debo a la Medicina todo.
–Explíquese.
–La Medicina me enseñó cómo tenía que afrontar la vida, que hace falta analizar y pensar mucho las cosas para dar una respuesta racional y sentida. Eso me lo enseñó la Medicina; y a tomar decisiones de una manera meditada y razonada me ayudó mucho. Le debo mucho a la Medicina en mi formación humana.
–Entró en la radio colaborando sobre Semana Santa.
–Y puede que el último gran acto que protagonice en la radio sea el pregón de Semana Santa de Valladolid.
–Se define como «caminante curioso que aprende cada día». ¿Qué aprenderá cuando se jubile?
–A seguir viviendo, a ser feliz, a poder aportar a los demás si tengo capacidad. A seguir caminando si la salud, como hasta ahora, me lo permite. Y en esa pasión mía que tengo del Camino de Santiago he tenido la sensación hasta ahora de que el Camino ha pasado por mí, pero yo no he pasado por el Camino. Pese a la infinidad de kilómetros que he recorrido del Camino, no me he parado a hablar con este o aquel paisano porque aprovechaba una semana de vacaciones... Ahora tendré más tiempo para poder hablar con la gente y comprender determinadas cosas. Y a no perder la curiosidad, insisto.
–¿Hay vida más allá de la radio?
–¡Lo tengo clarísimo! Dejará de sonar el teléfono y eso me dará mucha más tranquilidad.
–En estos años, ¿ha tenido un minuto para pararse a pensar qué quiere ser de mayor?
–Una buena persona.
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