Iván San Martín

Ricardo Rivero, rector de la Universidad de Salamanca: las neuronas que no pintó Ramón y Cajal

Rectores de Castilla y León ·

|Investigador nato, lector incansable y aficionado a la cocina, exprime las 24 horas del día sin dejar de pensar en la USAL

Lía Lorenzo

Valladolid

Domingo, 7 de marzo 2021, 10:10

Unas extraordinarias gafas naranjas hacen que el interlocutor tenga que fijar la mirada en los ojos de Ricardo Rivero Ortega. Tras ellas chisporrotean las neuronas del rector de la USAL, un hombre poliédrico que debe compartir genética con el resto de los Homo sapiens ... sapiens, pero que representa una nueva especie, más ágil, más rápida mentalmente, capaz de exprimir al máximo las 24 horas de un día. Ricardo Rivero duerme seis horas, corre, investiga, lee en cuatro idiomas diferentes –español, alemán, inglés y francés–, cocina y, además, es el rector de la Universidad de Salamanca.

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Estudió Derecho entre sus muros y se doctoró con Premio Extraordinario. Ha sido decano de la Facultad de Derecho (mayo 2012-mayo 2017) y fue elegido por mayoría absoluta del claustro como Defensor del Universitario (2005-2009). Es autor o coordinador de 24 libros y más de cien trabajos de investigación publicados en revistas especializadas en Derecho Público. Sus méritos podrían llenar hojas y hojas, pero pocas cosas le definen tan bien como su estancia en Ámsterdam siendo uno de los primeros erasmus españoles que se aventuraron entonces a una Europa mucho más desconocida que ahora.

España comenzaba a abrirse al mundo a comienzos de los años 90 y un jovencísimo Ricardo Rivero decidió viajar hasta los Países Bajos con una idea clara en la cabeza, preparar su doctorado. Así llegó a Holanda, un refugio de libertad absoluta. Los jóvenes de medio mundo querían arribar a Ámsterdam para conocer un mundo nuevo, lleno de sensaciones perseguidas en sus países. No Ricardo Rivero. Él acudió por la llamada de algo bien distinto, un programa muy centrado en el derecho comparado y el derecho europeo, la posibilidad de saber más, de sumergirse en el conocimiento. De aquellos años le viene también su amor por la cocina, ya que en Ámsterdam compartió piso con dos compañeras vascas que le enseñaron a cocinar.

Es esa pasión por el saber lo que le ha guiado hasta el rectorado de la USAL y, en ocasiones, le ha llevado a volver locos a sus colaboradores. Es habitual que, mientras su equipo está tomándose el primer café de la mañana, acumulen ya correos electrónicos sin leer que el rector ha mandado a las cinco de la madrugada.

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Su nivel de exigencia con sus colaboradores y alumnos es directamente proporcional al que tiene consigo mismo. No entiende que alguien acepte un cargo de responsabilidad sin estar dispuesto a dedicarle todo su tiempo. Y si no hay tiempo, hay que quitarle horas al reloj. El rector sale a correr por las mañanas y uno no puede dejar de imaginársele como el Alan Turing que representó Benedict Cumberbatch en 'The Imitation Game'. Ese hombre brillante que corre para ordenar sus ideas y que estas no lo devoren.

Como él, devora los libros. El rector de la USAL lee entre 8 y 10 a la vez, saltando de uno a otro, de una disciplina a otra, del ensayo a la poesía y de ahí a la novela. La no ficción suele dominar su vida y es imposible recomendarle una lectura. Él ya lo ha leído antes. Los libros le acompañan en sus días en la universidad, escondidos en su mochila, como los compañeros a los que acudir en momentos de debilidad. Un guiño claro a su profunda creencia en el humanismo como la idea capaz de cambiar al hombre y al mundo.

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El rector defiende la necesidad de formar a los alumnos de la Universidad de Salamanca como humanistas, conscientes de los valores trascendentales, con la racionalidad como base. Esta visión del alumnado es la que le ha llevado hasta el despacho del rectorado. Los estudiantes le auparon hasta el decanato de la Facultad de Derecho y luego le votaron en masa en las elecciones a rector. Ricardo Rivero no recibió el apoyo mayoritario de los profesores, pero sí el de los alumnos, que le aprecian por su capacidad para escucharles. Exigente, valiente, humanista. La nueva especie que representa Ricardo Rivero la del hombre del Renacimiento capaz de apabullar a su equipo, a sus alumnos, a cualquiera que trate de seguir sus conexiones neuronales. Si Ramón y Cajal hubiera tenido que pintarlas, seguramente se hubieran parecido a un cuadro de Jackson Pollock.

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