No peinan canas y si las tienen las disimulan muy bien. Acaban de cumplir o no llegan a la treintena y son los rostros jóvenes de la justicia en Castilla y León. Son los casos de los abogados de Atrio Legal, Antonio Vallejo, Abel Martín ... y Cayetano Cuesta, de la fiscal Fátima Polvorosa y del juez Miguel Bilbao. Tres jóvenes que se han agarrado a las premisas de constancia, esfuerzo y trabajo para hacerse ya su hueco en los estrados.
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Dan un punto de vista diferente y gran parte de ellos reconocen que existe un cambio generacional con la llegada de savia nueva. Es el caso del despacho de abogados Atrio Legal. Tres jóvenes abogados (Antonio Vallejo, Abel Martín y Cayetano Cuesta) que en el inicio de 2022 arrancaron un proyecto diferente al conocido hasta la fecha. «Puede que existan abogados más jóvenes, pero que lideren proyectos como este, no. Habrá alguno que evidentemente sea más joven que nosotros, pero suelen estar en despachos con personal más experimentado», apuntan los tres letrados, entre los 30 y los 32 años todos ellos.
Apuestan por la digitalización de la profesión y se agarran a lo que las nuevas tecnologías ya ofrecen. Hasta presumen de un sistema de trabajo que consiste en poseer todos los documentos en bases de datos para un fácil acceso a distancia. «Cuando un asunto se comparte entre varios profesionales, el trabajo se facilita mucho. No somos el típico despacho tradicional. Se ha cambiado de generación y ya no se ve eso de que un mismo abogado gestiona siempre un mismo expediente. Como varios tratan el mismo, permite la complementación», resaltan Antonio, Abel y Cayetano, que, a pesar de todo, no se consideran pioneros.
Si el relevo generacional ha llegado para abogados y fiscales, sucede lo mismo con los jueces. Es el caso de Miguel Bilbao, que a sus 31 años ya ejerce de juez de refuerzo en el Juzgado de Primera Instancia de Palencia. Terminó derecho en octubre de 2014 y se puso a opositar durante seis años, para terminar aprobando tras el primer envite de la pandemia, en diciembre del 2020. La escuela judicial dio paso a las prácticas tuteladas en Palencia. «He aprendido mucho con las dos magistradas que estuve», detalla Bilbao, que desde el 1 de julio ya ejerce con plenitud la función jurisdiccional. «Llevo la mitad del juzgado y estoy solo en los juicios. Estamos hasta el 30 de noviembre, si no nos prorrogan, nos darán el despacho, aunque evidentemente no sé aún», prosigue.
Sacrificio de vida social y personal, pero que ha encontrado su recompensa con prontitud al ser uno de los jueces más jóvenes de Castilla y León, que pide más inversión para afrontar el futuro de la profesión. «No creo que sea un problema de rejuvenecimiento. Los magistrados que llevan más años son los que tienen los conocimientos más consolidados. Es más una cuestión de inversión. Hacen falta medios personales, materiales... más jueces. El consejo ya alertó de que hay un déficit estructural en la plantilla. Cada vez hay menos ingresos de jueces y más plazas vacantes», explica el joven juez, que busca adquirir rápidamente la experiencia de sus compañeros más veteranos. «Los magistrados más experimentados son capaces de sobrellevar, no sin dificultad, la alta carga de trabajo. A los más jóvenes, como en todos los trabajos, nos cuesta más. Hay que adaptarse, pero con dedicación se consigue», concluye.
Precisamente, les toca luchar contra la experiencia de compañeros más veteranos y no dudan en tumbar el argumento de que la experiencia es un grado. «El éxito del asunto no va ligado a tener más experiencia. El derecho está escrito. Si un abogado con experiencia le dedica diez horas y nosotros cien, ahí es donde se combate la experiencia», continúan a la par que explican la necesidad de rejuvenecer la Justicia. «Se necesita esa savia nueva. Nos encontramos muchas veces con que los recursos están ahí, pero no se utilizan. Todavía vamos a pedal. No tiene sentido que el Estado haga una inversión en medios y luego llegue un juez y no acceda a una vista telemática y tengamos que desplazarnos 500 kilómetros. Eso va en detrimento de nosotros como colectivo porque si te sacan del despacho una jornada, pues es un día que no estás trabajando en otros asuntos», añaden.
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Un cambio de generación, que viene de la mano de la «ruptura de la placa y del apellido» de los bufetes. Afirman que ya no es lo de antes y que el nuevo cliente solicita hoy un asunto y a la semana otro diferente. «Somos tres. Tenemos presencia física en Valladolid, Palencia y Segovia, pero abarcamos todo el territorio nacional», agregan los promotores del despacho Atrio Legal, que también reconocen la alta carga de trabajo que rodea a la Justicia.
Idea que mantiene también la fiscal Fátima Polvorosa. Palentina de nacimiento, estudió Derecho en Valladolid y tras acabar, dos años después, ya había aprobado Judicatura. Eso le llevó a Gerona durante cinco años y con sus 29 años actuales estrenará destino en septiembre en Santander. Ilusionada por un nuevo comienzo cerca de su hogar, ahora sueña con llegar a la Audiencia Nacional.
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Un periplo por la geografía nacional para cumplir con el objetivo que tenía desde pequeña, defender a los menores. «No soy fiscal de menores, pero siempre lo he tenido claro», apunta antes de insistir en la alta carga de trabajo que atesora la Justicia y que también se escenifica en las diferentes fiscalías. «Todos llevamos los mismos casos y para todos existe una gran carga de trabajo. Ese aumento motiva y da respeto. Después de la covid, al atascarse todo, tenía que explotar por algún lado. Hay que prepararse para ello. Es el trabajo y hay que cumplir. Aun así, se necesitan más fiscales y cada vez hay más plazas sin cubrir», insiste desde la ilusión de iniciar sus nuevas funciones en tierras cántabras.
Asimismo, destaca que la figura del fiscal también está evolucionando con el paso de los años. «Es una de las figuras que menos se conoce. La gente no tiene muy claro qué hacemos. Piensan que somos el malo de la película y es lo contrario. Tenemos que seguir intentando que la ciudadanía conozca lo que hacemos. Defendemos la ley y tenemos que eliminar la idea de que solo buscamos la condena», concluye la joven fiscal.
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Testimonios todos ellos desde dentro de la Justicia que tienen en común la necesidad de la premisa del papel cero en despachos de abogados, fiscales y jueces. Aún falta trabajo por mejorar, pero confían en que su trayectoria profesional lo vean en algún momento.
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