Francisco Sardón, presidente de Predif Csatilla y León. Rodrigo Jiménez

«Hacer rehabilitación o adaptar el coche son necesidades para formar parte de la sociedad»

Francisco Sardón, presidente de PREDIF, analiza la situación del sector de la discapacidad en una entrevista

Ana Santiago

Valladolid

Domingo, 30 de enero 2022, 00:10

El presidente de Predif, Francisco Sardón, destaca que además de los otros muchos obstáculos que supone vivir en silla de ruedas, el económico complica todo más. «Aunque hay algunas ayudas de diputaciones, ayuntamientos o de la Junta, nunca superan el 30% de lo que te ... cuestan las cosas. Si quieres una silla de ruedas no te dan, como en otros países, un cheque-servicio para que adquieras, dentro de un catálogo y con un control de calidad, la que mejor se adapte a tus necesidades y ya decidirás tú cuánto puedes aportar de tu bolsillo. No, ellos deciden. Hay mucho intervencionismo y exceso de burocracia. Además necesitas un cojín antiescaras, un respaldo personalizado y otros elementos. Y depende de tu lesión o enfermedad y de tu tipo de vida... y la silla es fundamental porque, si no es la adecuada, fomenta problemas de salud, en los hombros, musculares... al final provoca gasto sanitario. Nunca he entendido por qué no se valora el ahorro que supone la prevención, ya sin entrar en la calidad de vida de las personas. Una escara supone un ingreso de tres meses en un hospital. Por ahorrarte un poco, provocas un gran gasto. ¿Por qué no invierten en prevención?».

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«El sistema no acaba de entender el principio de vida autónoma, la necesidad de elegir tu material ortopédico, tu forma de vida, tus apoyos. Para una persona que vive en una silla de ruedas contar con un coche adaptado, sobre todo si trabaja, es casi una obligación. La rehabilitación, otra. Si quieres ser autónomo, dominar la silla de ruedas, moverte y hacer cosas necesitas contar con estos apoyos y poder costeártelos, al igual que el asistente personal o la atención a domicilio. Yo me gasto cuatro mil euros al año en rehabilitación y es tal la necesidad que cuando Aspaym cerró durante la primera ola de la pandemia el gimnasio, la avalancha al reabrir fue tremenda, la gente lo necesitaba, ya no importaba tanto el miedo al contagio como la necesidad de recuperarse. El bajón de tres meses sin ejercicio en una persona con discapacidad es terrible. Son necesidades, claramente, para no ser una carga, para formar parte de la sociedad».

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