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La aparición el pasado 10 de septiembre del primer positivo de Peste Porcina Africana (PPA) en un jabalí silvestre en Alemania hizo que volvieran a saltar todas las alarmas en relación a este virus, que se propaga con mucha facilidad pero que no afecta sanitariamente ... al hombre. Ya en 2018 se produjeron hallazgos de esta misma enfermedad en Bélgica y fue a partir de ese momento cuando se puso en marcha un programa nacional de vigilancia porcina adaptado al riesgo de cada zona con el objeto de aumentar los controles en las explotaciones, en las especies silvestres, en los mataderos y en las partidas que se introducen de otros países de la Unión Europea.
Dentro de esas cuatro medidas, a Castilla y León se le han marcado una serie de condiciones que superó de forma muy holgada a lo largo de 2019.
Así, según explican fuentes de la Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural, la región duplicó el pasado año los chequeos en explotaciones que estaban fijados en 80.
En el caso de las partidas que vienen de otros países, a Castilla y León se la exigió controlar 41 y lo hizo con 140 y, por último, las muestras de jabalíes que se debían tomar para el programa nacional eran 460 y en la región se tomaron 1.821.
«Hacemos un sobresfuerzo de vigilancia», dicen estas fuentes, que también recuerdan la labor en información y formación que se lleva realizando a lo largo del último año, no solo para los propios veterinarios o ganaderos, también se ha trabajo con el sector del transporte. A esas cuatro medidas hay que sumar lo que se denomina bioseguridad, las medidas de contención con las que cuenta una explotación para evitar la posible entrada del virus y que van desde el vallado perimetral a cómo es la entrada de camiones para cargar ganado.
Vigilancia pasiva
Según los datos de la consejería, el 80% de las explotaciones tienen un nivel de bioseguridad muy alto o alto. El dato se eleva hasta el 96% en el caso de las explotaciones de reproductoras o al 98% en el censo de cebo. En el caso de las explotaciones de extensivo, el 70% de las granjas superan la bioseguridad alta.
La coordinación con la Consejería de Fomento y Medio Ambiente en lo que se denomina vigilancia pasiva de jabalíes se viene realizando desde hace tiempo y consiste en tomar muestras de aquellos animales que se detectan que han muerto y la causa, por ejemplo, no es un accidente. «Siempre hacemos esa vigilancia, tenemos una orden muy potente en fauna silvestre, pero a raíz del foco de Alemania hemos dado un impulso en zonas que creemos que pueden ser de más riesgo por densidad de animales».
La consejería tampoco quiere que le pille fuera de juego un hipotético foco y ha comprado todos los equipos de bioseguridad, destrucción o contención por si surgiera algún problema. Mantener este estatus sanitario no solo es fundamental para los ganaderos sino para la propia industria agroalimentaria, que tiene una gran dependencia del comercio exterior.
En cuanto a cómo está el mercado español en estos momentos, desde Interporc, la Interprofesional del cerdo de capa blanca, hablan de «estabilidad en los mercados tanto nacionales como internacionales», aunque se ha experimentado «cierta ralentización de la actividad de despiece y procesado al incrementarse las medidas sanitarias, que antes de esta situación ya eran las más altas del mundo, pero no se ha visto afectada la cadena de suministro a nivel doméstico ni la capacidad de abastecimiento a los mercados exteriores». El impacto de la situación alemana «la conoceremos en las próximas semanas».
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