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Cola para comprar frente a una frutería de Valladolid. Henar Sastre
Coronavirus en Castilla y León: El punto crucial de la economía regional es ahora: un rebrote del virus agravaría la crisis

El punto crucial de la economía regional es ahora: un rebrote del virus agravaría la crisis

Castilla y León se expone a una caída, según la red Hispalink, de entre el 4% y el 8% del PIB autonómico

Antonio G. Encinas

Valladolid

Lunes, 27 de abril 2020, 21:46

Cinco kilos de cochinillo, no llega por poco. El tamaño perfecto, se supone, para que quede en su punto. La pieza viene de Vallelado, en Segovia, hasta una carnicería en el alfoz de Valladolid. Total: 37,12 euros. El propio carnicero mira la cuenta. «Nunca, nunca, ha estado tan barato. A 7,50 el kilo. Porque el lechazo depende más de la época, pero el cochinillo todo el año está igual», dice, porque habla en presente pese a que el otro precio, el anteriormente conocido como habitual, casi el doble, es precoronavirus. «Te acabas de ahorrar treinta pavos», le dice al cliente.

No es casual. Hace ya varias semanas que Jesús Julio Carnero, consejero de Agricultura de la Junta, invitó a los ciudadanos a consumir lechazo y cochinillo, sectores muy afectados por el cierre de los establecimientos hosteleros por la crisis del coronavirus. El lechazo, con todo, es un alimento más habitual en los hogares, siquiera que sea para un capricho ocasional. El cochinillo, en cambio, es casi exclusivo de restaurantes. De ahí lo del precio nada estacional.

A medida que avanzan los días de confinamiento se atisban los días en los que habrá que resituar las rutinas. El ejemplo al que se acude continuamente, porque para eso ha ido por delante cronológicamente en la alerta sanitaria, es China. Y allí los restaurantes se han encontrado con algunas consecuencias, como la falta de algunos ingredientes importados, según contaba días atrás un reportaje del 'China Daily'. Algo que casa bien con dos mensajes que llegaron por dos vías diferentes este lunes. Por una, Jesús Julio Carnero alababa en sus redes sociales la «Unión con mayúsculas del sector agroalimentario en Castilla y León para valorizar productos agrarios con problemas de mercado». Acababa de firmar el lanzamiento de una plataforma para que los productos con más aprietos encuentren salida en el mercado.

El Gobierno, al mismo tiempo, solicitaba a las cadenas de supermercados que se priorice la presencia de productos españoles en los lineales.

El riesgo sanitario, al parecer, lleva al proteccionismo.

Aunque este atrincheramiento en el producto propio tiene que ver no solo con modelos económicos sino también con modelos de desescalada. La Universidad de Valladolid envió una nota con las aportaciones del economista José Luis Rojo, de la red Hispalink, que apuntaba a que Castilla y León puede perder entre el 4% y el 8% del PIB este año, porcentaje que es más optimista que la media que señalaba el Banco de España (13% en el país) y está en la línea de lo apuntado semanas atrás por el Fondo Monetario Internacional, que calculaba un 3% de contracción del Producto Interior Bruto por cada mes de cuarentena en Europa.

Curiosamente, sin embargo, Castilla yLeón es resistente a las crisis convencionales, señala Rojo, por su estructura económica. «Las ramas más afectadas –en todo el territorio español– serán, previsiblemente, la hostelería, el textil y confección, el comercio, los transportes y algunas dentro de la industria manufacturera, en ese orden», indica el economista. «Castilla y León se ha mostrado históricamente más resistente a las crisis en el sentido de que las contracciones de su economía han sido, en general, inferiores a las nacionales. No obstante, esa ventaja, derivada de una estructura menos puntera en ciertas ramas industriales y de servicios, se traduce en un menor dinamismo cuando la actividad remonta el vuelo».

Menor caída, por tanto, pero más tardanza en la remontada.

Y todo esto puesto en relación con un modelo de desescalada que por fuerza será diferente. Lo que el léxico coronavírico utilizado por los gobernantes ha bautizado como «asimétrico». La relajación de las limitaciones a la movilidad y a la actividad económica debe ser por fuerza acorde a las características de cada territorio y a las circunstancias de la pandemia en esa zona y en sus aledaños.

Y aquí está el quid. El punto crucial en torno al que orbitan todas las posibles soluciones en estos momentos. Un rebrote sería terrible para el sistema sanitario, que aún sigue por encima de sus capacidades, pero también para la economía. La propia Organización Mundial de la Salud no descarta que los repuntes del coronavirus pudieran provocar nuevos confinamientos.

Difícil equilibrio

El director ejecutivo de la OMS para Emergencias Sanitarias, Mike Ryan, respondió a una pregunta sobre Bolsonaro y la situación en Brasil. «¿Cómo se puede decidir el aflojamiento de las medidas de restricción basándose en datos que no son reales?», preguntaba un periodista que ponía en duda las cifras oficiales. Y recordaba que Bolsonaro, como Trump, había apostado por hacer caso omiso de la OMS. «Cada país tiene que hacer un equilibrio entre vidas y medios de vida –'live against livelihoods', fue el juego de palabras de Ryan en inglés–. Y al mismo tiempo estar seguro al hacer los cálculos, porque si las restricciones se relajan demasiado pronto puedes volver a una situación en la que tengas que volver a establecerlas y puede que tengan un impacto potencial mayor en la economía», señaló el directivo de la OMS. «Lo que queremos es ver a los países dando pasos que permitan avanzar con firmeza», indicó, «pero al mismo tiempo no muy rápido, porque un rebote de casos puede ser incluso más dañino para las vidas y también para esa economía que los gobiernos quieren proteger».

Y ese es el punto exacto en el que se encuentra España y, por inclusión, Castilla y León. Con la mente en recuperar la economía y el ojo en unas estadísticas que indican que las UCI siguen por encima del 100% de su capacidad habitual en todos los hospitales salvo el Clínico de Valladolid y el Complejo Asistencial Universitario de León. Cifras que invitan a calcular con prudencia en qué punto el riesgo sanitario será más asumible que el económico.

Un cambio de modelo económico hacia la innovación

El sector agroalimentario, estratégico en la región, busca soluciones de futuro, como se vio en la firma de constitución de la plataformade distribución Campo de encuentro. El de la construcción ya tiene el apoyo de la Junta, recibido ayer de forma expresa por parte del consejero de Fomento, Suárez-Quiñones, que está dispuesto a mantener los compromisos en obras públicas a pesar de que no se sabe qué presupuestos quedarán después de este mazazo sanitario.

Otros actores, sin embargo, consideran que ha llegado el momento propicio para un cambio de modelo. Lo dijeron los sindicatos, que ya miran a ese 1 de mayo atípico que se avecina. «Uun nuevo modelo productivo y social es ya inaplazable», dirá su manifiesto reivindicativo. Y en esa línea sirve la pista que ofrecía el economista de la Universidad de Valladolid José Luis Rojo. «Debe repensarse el modelo de economía regional», apuesta «Las empresas deben pensar en su orientación y potencialidad, acometiendo inversiones tecnológicamente avanzadas y favoreciendo no sólo nuevas estrategias de comercialización, sino la investigación básica que puede propiciar una innovación del producto». Una innovación que debería ser posible en una comunidad con nueve universidades –cuatro de ellas públicas– dispuestar a aportar su saber investigador. Por eso Rojo invita «a empezar a imaginar cuáles serán los productos que se demanden en dos o tres años» y cree que «las Administraciones» deberían sostener esta estrategia.

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