Paz Martín Rodríguez | Arquitecta y codirectora del informe 'Tierras Sorianas del Cid sobre vivienda'

«Pueblo que quiera, se repoblará; pueblo que no quiera, morirá»

–14.000 viviendas en 32 pueblos de esa zona, la mitad deterioradas o en precarias condiciones.

–Es que lo que aparece en los Censos de Población y Vivienda en España no es la realidad.

–Pero, bueno... ¿Y eso?

–Entrábamos en ese censo de determinada localidad y ponía que tenía 5 viviendas en ruina. Lo contrastábamos con el Ayuntamiento y salían 25. No hay recursos para ir pueblo por pueblo actualizando esos censos de viviendas.

–Muchas cerradas el 80% del año.

–Antes había más vivienda permanente y menos secundaria, pero eso ha ido cambiando porque la gente se va de los pueblos y las viviendas se quedan para fines de semana, fiestas... Y muchas no tienen calefacción.

–Realidad cruda, pero la que es.

–Cuando ves un anuncio de venta de vivienda 'En buen estado' en un pueblo hay que preguntarse qué es buen estado. En Soria en invierno necesitas calefacción. ¿Usted alquilaría en Soria una vivienda sin calefacción en invierno? Yo tampoco. Ni nadie. Analizamos todo lo que encontramos en portales de inmobiliarias, nos entrevistamos con ellas, hablamos con constructores, alcaldes...

–¿Y qué concluyeron?

–Las palabras 'ruina' y 'herencia' y expresiones sobre el estado de conservación y la falta para alquiler fueron las más frecuentes. Nos llevamos una sorpresa.

–¿Que fue...?

–Que no hay vivienda de alquiler en los pueblos. Hablan del mercado tensionado de Madrid y Barcelona y me hace mucha gracia. Para tensionado, el mercado de vivienda de San Esteban de Gormaz o de El Burgo de Osma.

–Localidades de peso en Soria...

–Es que en El Burgo de Osma está Nufri, la empresa de manzanas más grande de Europa, que trae a 1.500 trabajadores al año a recoger manzanas, y ha tenido que habilitar edificios de la empresa para viviendas para sus propios trabajadores porque no hay viviendas para ellos.

–De muestra, buen botón.

–Hay otras empresas que traen 400 o 500 trabajadores para vendimias y tampoco encuentran viviendas para ellos.

–El arraigado sentido de la propiedad del castellano viejo... y del no tan viejo.

–Hicimos también una encuesta de por qué no se alquilan y salió el miedo al impago, el miedo a que se la destrocen, el miedo a que se la ocupen, el miedo al subarriendo, el miedo a que les estropeen los muebles de sus antepasados... Ni las ponen a la venta ni las ponen al alquiler.

–Un panorama deprimente.

–Esta es la realidad y, una vez analizada, es cierto que hay desventajas, pero hay potencialidades. Si mañana un alcalde quisiese atraer gente a su pueblo y no tiene dinero para construir vivienda nueva, hay vivienda, lo que pasa que hay que gestionarla.

–Esa es la madre del cordero. ¿Cómo hacerlo?

–Primero, para muchísimos municipios, los más pequeños, hay un 'plan renove' de la Junta de Castilla y León, que lo solicitan los ayuntamientos y les financian la rehabilitación de viviendas. Las casas de los maestros, la del médico, las escuelas..., muchos edificios que son públicos en los pueblos, se arreglan. Y pueblo que rehabilita casa, casa que alquila. Y se la quitan de las manos.

–¿Comprobado sobre el terreno?

–En la zona de nuestro estudio hay cien y estaban planeando 36 más, que tenían reservadas de antemano. Es un mercado que funciona. Pusimos ejemplos de cosas que se pueden hacer.

–¡Adelante con alguno!

–En el País Vasco hay una agencia negociadora de alquiler, en Etxebide, el Servicio Vasco de Vivienda, en la que el propio ayuntamiento pasa a ser esa agencia. El ayuntamiento es garante de que al arrendador le van a pagar lo que le corresponde, se encarga de que los inquilinos paguen, de que mantengan los inmuebles... Y muchas personas dejan al ayuntamiento sus viviendas y estos se encargan de buscar los inquilinos, negociar las rentas, que paguen al mes, de que la conserve, de hacer los contratos... Eso está funcionando muy bien en todo el medio rural de Euskadi. Hemos propuesto que se puede hacer esto.

–¿Qué más cosas plantean?

–También una mediación sobre las ruinas.

–Las casas se caen, algunas con varios propietarios que ni siquiera se han hecho herederos, en tercera o cuarta generación...

–El desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento y ser propietario te da derechos, pero también obligaciones. Entre estas, la del mantenimiento y el ornato. No puedes tener un inmueble en ruina; si no lo puedes mantener en buen estado, has de cuidar de que no se caiga encima de los viandantes y has de tener el solar arreglado para que la maleza no acabe incendiándose.

–Pero no se hace.

–Hemos propuesto crear una especie de empresa municipal de suelo y vivienda de esos 32 municipios sorianos, una única oficina que fuese la que enviase la carta al propietario que no cuida su inmueble, una entidad por encima del Ayuntamiento de cada pueblo para que no sea cada alcalde quien se enfrente solo al problema y a los propietarios que no cuidan su inmueble.

–¿Ve usted factible que la despoblación se pueda frenar en según qué casos o a su regreso a Madrid, tras este informe en Soria, no alberga esperanzas?

–Creo que nunca vamos a ver los pueblos como los hemos conocido. Que se mantenga en ellos gente de manera permanente es bastante difícil. Pero creo que va a haber cada vez más población pendular.

–¿Población pendular?

–Personas que trabajan en un sitio y tienen una segunda vivienda en un pueblo y en este pasan temporadas al año.

–Cada vez hay más gente así.

–Y cada vez hay más casos de teletrabajo en los pueblos. En Allariz, en la provincia de Orense, al alcalde se le ocurrió promocionar la instalación de 'outlets' de ropa. Eso implicó que mucha gente que iba a comprar ropa, acabó necesitando quedarse a comer o a tomar café; se impulsó el sector de la hostelería; acabaron mejorando el entorno del río y han revitalizado el municipio porque ofrece vivienda para jóvenes y funciona todo muy bien. ¿Va a volver este pueblo a ser lo que fue un día? No, pero va a sobrevivir. Hay pueblos que van a seguir, pero van a tener que especializarse, porque no va a haber una repoblación masiva.

–¿Especializarse de qué forma?

–Ahí está el caso del pueblo extremeño de Pescueza, en el que la asociación de amigos del pueblo ha impulsado que las personas mayores no hayan tenido que irse del pueblo. ¿Cómo? Reactivando un centro de día, que sirve comidas a domicilio, que presta servicios, han puesto barandillas por todas las calles, tienen transporte para los mayores que tengan que viajar al médico, al banco... Lo llaman el pueblo-residencia. Han creado diez empleos con esto y han vuelto a abrir la escuela. Todo con el cuidado de las personas mayores.

–Un caso especial, porque si miramos los problemas de falta de servicios, son muchos.

–Mire otro problema grande del medio rural: no hay constructoras. Conozco un caso de tres años de espera para construir una casa en un pueblo por falta de una empresa que lo haga.

–Le añado otro: el del precio del metro cuadrado construido.

–Es cierto. No es barato comprar casa en un pueblo. Todo el mundo piensa que la de sus abuelos que pone en venta vale lo que pide: sesenta mil, cincuenta mil euros... Y la rehabilitación es más cara que la obra nueva, y no hay albañiles, no hay carpinteros...

–¿Cuando era estudiante de Arquitectura pensó que un día se centraría en el medio rural?

–A mí me encanta mi profesión y he tenido la suerte de hacer siempre lo que me ha gustado. Acabé la carrera, me fui a Holanda a hacer un máster y me quedé a trabajar en la oficina más importante del mundo y he hecho tiendas de Prada, aeropuertos, museos... Volví a España y he hecho mucha obra y muy grande, pero cuando mi padre enfermó, ya con edad avanzada, inicié el estudio de las necesidades arquitectónicas de los mayores ¡y me cabreé bastante con mi profesión! Decidí dar una vuelta de tuerca y que todo lo que había aprendido y hecho lo iba a dedicar a pensar en los mayores, en el medio rural, en el patrimonio. Me gusta pensar y se me ocurren cosas alucinantes pensando en el medio rural y los mayores. Veo los sitios de gallineros, cuadras, paneras y pajares abandonados, veo el espacio y se me ocurre la casa más alucinante para mayores. Las ciudades no tiene una cosa que sí tiene los pueblos en España: las tipologías edificatorias diferentes.

–Interesante temática.

–En las ciudades las casas son o chalet o piso, pero en un pueblo puedes tener un hangar, una nave, una casa grande, una pequeña, con piedra, con adobe, con cerámica... Eso es lo bonito, porque es diverso ¡y ahí me imagino mil vidas! Hay millones de cosas que se pueden instalar en el medio rural y no solamente relacionadas con el sector primario. Y hay mucha gente joven que está innovando en el medio rural. Además, hay ahora nuevas técnicas de rehabilitación de edificación, con el tema de la energía...

–Encontraríamos un ejército de personas que dirían que esa es una visión muy romántica de la vida en los pueblos.

–Le aseguro como arquitecta que se pueden hacer en los pueblos cosas maravillosas, baratas, bonitas, que le gusten a la gente y que sean útiles y bellas. Pueblo que quiera, pueblo que se repoblará; pueblo que no quiera, morirá. Es así. En este país la gente está muy acostumbrada a lo de 'El Estado me dará', 'Dios proveerá', 'Ya harán una política para...'. No, no, tú eres parte de eso y si no pones tu vivienda a disposición, si no alquilas y la mantienes cerrada, ¿qué va a hacer un gobierno? ¿Construir 100.000 casas? ¿Dónde? ¿Y preguntarían los vecinos que para qué gente, que a quién les van a meter allí? No, no puede ser eso. Pero ahí hay casos de éxito: el de Pescueza está claro.

–Si volviera a nacer, ¿volvería ser arquitecta?

–Vamos, ¡sin dudarlo! Yo ahora mismo volvería estudiar la carrera de nuevo. ¡Hay tantas cosas nuevas y tan chulas! El mundo ha evolucionado mucho en este sentido. Es verdad que el Urbanismo es muy lento y la construcción, también, pero por otro lado es un reto: ¿Sabe la cantidad de palos que tocamos los arquitectos?

–Ni idea.

–Sociología, urbanismo, movilidad, iluminación, organización de usos, vivienda, formas de vivir, sostenibilidad...

–¿En algún momento de su vida se ha parado ya a pensar qué quiere ser de mayor?

–¡Arquitecta!