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Primero y segundo de Secundaria en los colegios: solo en los rurales y poco práctico en la ciudadPasar del colegio al instituto. Es uno de los cambios más importantes dentro de la vida educativa de una persona. Es un salto que sucede ... en su mayoría en los centros públicos y que es menos habitual en los concertados, donde lo normal es que los alumnos pasen por los diferentes ciclos en el mismo centro. Mínimo hasta Secundaria o incluso hasta Bachillerato. El paso es grande, y viene acompañado de diferentes cambios. Nuevo centro educativo o nuevos profesores, también cambian las propias metodologías y las asignaturas. Los alumnos ya no tienen un maestro tutor que imparte la mayoría de las materias, sino que ahora lo hace un especialista. Un paso que también tiene su reflejo en las notas. Según los últimos datos disponibles del Ministerio de Educación, los cursos con mayor número de repetidores en Castilla y León son los de la ESO, a excepción de Segundo de Bachillerato, que lidera la lista. Por detrás aparece primero de Secundaria, con un porcentaje de suspensos del 8%, y el resto del ciclo.
Hace unas semanas, saltó la noticia cuando Madrid planteó extender un modelo educativo, que los alumnos de Primaria puedan continuar sus estudios en el mismo colegio durante los dos primeros años de Secundaria sin necesidad de cambiar de centro. Hasta ahora, se han seleccionado ya 25 colegios que quieren adscribirse al modelo, que como tal contraria a la Ley. El proyecto de Madrid es por el momento solo eso. Pero también es importante preguntarse cuál es la situación en Castilla y León y cómo afecta de verdad este cambio a los alumnos. En la comunidad existen excepciones donde se aplica este modelo, como algunos centros rurales que, por necesidades propias, imparten clases de Secundaria. Son casos puntuales que no casan con la realidad del resto de centros. «Es una hoja de ruta que funciona habitualmente aquí. Por ejemplo para evitar que los niños hagan viajes muy largos cada día. Entonces el modelo se ha acoplado en estos casos», explica Beatriz García, secretaria de Enseñanza de UGT.
En las ciudades, por ejemplo, el modelo no se aplica, pero es habitual que a los alumnos de los dos primeros años de la ESO tengan normas específicas dentro en un instituto. «Se les cuida como si estuvieran en Primaria, para evitar la mezcla con alumnos más mayores, como puede ser que se les cuida en los recreos y que no tienen permitido salir a la calle», explica María Jesús Castañeda, responsable de Enseñanza Pública No Universitaria de la Federación de Enseñanza de CCOO en Castilla y León. No solo eso, ya que también pueden variar las horas de entrada y salida. «Está muy delimitado. Que un niño de once, doce años vaya al instituto no quiere decir que vaya a estar con uno de dieciséis», apuntan desde los sindicatos.
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Y esto es así desde el cambio de la legislación. Antes, con el modelo de EGB, los niños iban al colegio hasta lo que ahora es segundo de Secundaria. «Se diferenció en su momento. Quizá el cambio pudo ser brusco, que los chicos iban muy jóvenes a los institutos, pero ahora se ha normalizado». ¿Y aplicar esta medida ahora? «Sería un problema organizativo. Porque estarían en centros de Primaria necesitando características de Secundaria. Los profesores tienen horarios y horas de permanencia diferentes. También los colegios necesitarían instalaciones para impartir materias de instituto. Garantizar la calidad sería un problema».
Pero a pesar de que sea en el mismo instituto o en otro, el cambio afecta. Porque Primaria y Secundaria no tienen nada que ver. «Es una etapa que conlleva un cambio físico y mental. Nuevas materias, nuevos amigos. Pero todo depende de cada niño y de cómo se adaptan. Hay algunos que en sexto de Primaria les notas preparados y otros menos, pero al final todos llegan al mismo punto, se tarde más o menos», explica Dolores Jiménez, psicóloga educativa. Para evitar el choque en frío, la experta apunta a hacer un trabajo previo con el alumno para que conozca cómo será su futuro inmediato. «Que hagan una visita al instituto. Conozcan el nuevo entorno escolar y sean capaces de gestionar ese estrés y esa ansiedad que pueda generar la incertidumbre. Ahora, lo pasan peor durante el verano hasta Secundaria que durante el propio curso».
Por eso la psicóloga anima también a que en los colegios se puedan hacer actividades con los alumnos mayores con el objetivo de resolver las dudas. «No hay que presionarles, que se adapten cuando puedan», resume. Y para apoyar, también cuentan las familias. «Tienen que entender que es un cambio y que no todos los niños lo toleran igual. Pero que todos se adaptan y están contentos con el cambio. Es importante la preparación y para que el impacto sea mínimo deben responder sus preguntas. Hablar de ello, resolver problemas y temores de los hijos. Muchas veces son los padres los que tienen más miedo, una vez resuelvan las dudas propias, podrán resolver las de los hijos», explica.
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