Primer balance de urgencia
Diario de un confinamiento. Día 11 ·
Se cumplen ya diez días de reclusión, con jornadas laborables y con otras de fin de semana. Es momento de valorar las medidas que hemos puesto en marchaSecciones
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Diario de un confinamiento. Día 11 ·
Se cumplen ya diez días de reclusión, con jornadas laborables y con otras de fin de semana. Es momento de valorar las medidas que hemos puesto en marchaHoy se cumplen diez días desde que entró en vigor el real decreto que nos ha cambiado la vida, quién sabe si para siempre. Yo no sé si alguien más comparte la sensación de que esta semana y media de confinamiento parece más de un ... mes. Muy, pero que muy lejanos son ya los días anteriores a estos de ahora, cuando ni nos cuestionábamos que lo normal era salir de casa, quedar con amigos, cenar fuera, hacer planes de fin de semana o simplemente ver un partido en la tele para acabar irremediablemente ciscándonos en la falta de puntería, en el infortunio de las lesiones, en el calendario, en la pésima gestión de fichajes y sobre todo, aunque solo fuera por la novedad, en el VAR, fenómeno que ha desaparecido de nuestras vidas si bien temporalmente. Sin bar y sin VAR. Y luego nos discuten que seamos héroes.
Consejos y recomendaciones
Carmen Barreiro
Nada de todo aquello es posible hoy, por lo que lo echamos de menos. Y esa añoranza de hábitos cotidianos perdidos tiene que servirnos para apreciar más lo que teníamos antes del 15 de marzo y para prestar atención al maestro Benedetti cuando dice eso de «¡Si uno conociera lo que tiene con tanta claridad como conoce lo que le falta!».
Hasta que recuperemos lo que hemos perdido, hasta que podamos volver a valorar todo lo que tenemos, –pero también, antes de que me deslice por la resbaladiza pendiente de Mr. Wonderful, algo que jamás me perdonaría Samuel, que ya alguna vez me ha apercibido sobre el riesgo–, toca hacer balance de cómo estamos llevando esta reclusión, que ya ha pasado por días laborables y de fin de semana, por días de lluvia y despejados, por momentos de euforia y de zozobra, cuando no directamente de hundimiento. ¿Funcionan las nuevas rutinas que nos hemos marcado? o tal vez mejor, ¿nos hemos marcado alguna? ¿las respetamos? ¿respetamos la diferencia trabajo/ocio, con sus condicionantes de espacio y vestuario? ¿hemos previsto tiempo para hacer algo de ejercicio? ¿dosificamos los ratos de tele? ¿los de furtivismo neveril? ¿y los de autocompasión?
¿Leemos? ¿escuchamos música? ¿hablamos con nuestra pareja? ¿y con nuestros hijos? ¿hemos dejado de hacerlo con la tele cuando sale Pedro Sánchez? ¿nos hemos hecho ya algún propósito de año nuevo para cuando esto se acabe? No me iréis a decir que los hacéis a cholón todos los años el rato que estamos esperando la conexión con la Puerta del Sol la noche del 31-D y ahora, cuando nuestras vidas se ven sometidas de verdad a un cambio que nos permite mirar lo que somos con algo de perspectiva, estáis ahí como amebas, a verlas venir. ¡Por favor!
Moveos, que ya toca. Además, el cambio de hora is coming y su efecto será el de un más difícil todavía circense. La investigación del portal acierto.com revela que «alterará nuestro ritmo interno y fomentará los problemas para conciliar el sueño, ergo más estrés. Aumentará la secreción de cortisol (una hormona, no una marca blanca de El Corte Inglés) y la sensación de apetito». Y vamos para bingo: «(Tendrá) unos inconvenientes que podrían verse agravados por el encierro y que se suman a los sentimientos de ansiedad que algunas personas empiezan a experimentar». «Por otra parte, sigue el estudio, adelantar el reloj incrementa los riesgos de sufrir hipertensión y migraña e incluso eleva las tasas de suicidio. Hasta la productividad decrece y se disparan los accidentes laborales» –supongo que se refiere a tropezar con el camión de bomberos de Noé tirado en cualquier parte–.
La parte positiva, la hay, es que estaremos una hora menos confinados en casa (un consuelo), y que ganaremos una hora de luz, con el consiguiente ahorro energético y lo que representa de chute contra el desánimo, más sol y menos tinieblas. Ah y todo ello, con el factor campo a favor, que este partido lo jugamos en casa.
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