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El esfuerzo adicional que los servicios sanitarios han tenido que afrontar durante el último año y medio por culpa de la covid ha repercutido de forma negativa en las listas de espera y en el diagnóstico precoz de otras enfermedades, como el cáncer, las dolencias cardiacas o las vinculadas con la salud mental.
Así lo ha reconocido la consejera de Sanidad, Verónica Casado, quien ha calificado de «terrible» el impacto provocado por la pandemia, a la que calificó como un «desastre natural». «Es como preguntarse por el impacto de una guerra o un terremoto», dijo Casado, quien recordó que las patologías que no están vinculadas con la covid «siguen ahí, avanzan y preocupan mucho».
Así, durante el año pasado se detectaron el 2,9% menos de nuevos casos de cáncer, se redujeron el 16% los ingresos por infarto agudo de miocardio y un 9% los de ictus. Además, hubo un 19% menos de complicaciones diabéticas y cayeron una cuarta parte los problemas relacionados con episodios de hipertensión. Y más: las consultas de salud mental descendieron el 8%. Para explicar todos estos datos, habría que fijarse en lo que ocurría en los centros de salud, con la Atención Primaria de forma telefónica durante buena parte de 2020 por culpa de la pandemia.
Pese a que la primera ola «se saltó» la Atención Primaria (puesto que la mayoría de los pacientes entró en hospitalización y en unidades de críticos), la segunda, la tercera y la quinta ola han sobrecargado a un sistema que ha jugado un «papel esencial» en el rastreo y seguimiento del coronavirus, así como en la vacunación.
«No se va a cerrar ni un consultorio local ni se va a suprimir una sola plaza de médico en el medio rural». Hasta en cinco ocasiones llegó a repetir esta frase el secretario autonómico del PP de Castilla y León, Francisco Vázquez, al tiempo que exigió al Gobierno de España que elabore un plan nacional de especialistas sanitarios que siente las bases para salir del actual «atolladero» que supone la falta de médicos en determinadas especialidades. «Es un problema nacional, pero Pedro Sánchez prefiere irse de vacaciones», dijo.
Esta presión vinculada a la pandemia ha resentido el trabajo de la puerta de entrada al sistema, que es donde se identifican los factores de riesgo, las primeras señales de una enfermedad grave, y que es responsable de que estén controlados los factores de riesgo, como la hipertensión, diabetes o la insuficiencia cardíaca.
«El hecho de tener a toda esa Atención Primaria pendiente de una sola patología provoca una disminución de diagnósticos, como puede ser de cáncer, que es previsible que no haya caído, sino que se mantenga igual». De hecho, las consultas disminuyeron el 50% durante la primera ola, aunque a partir de junio de 2020 la actividad ha estado siempre por encima de la realizada en 2019 .
Pero el «golpe» –como lo definió Casado– ha llegado a todos los niveles, con unas emergencias que se han visto tensionadas, con muchos más ingresos y traslados, así como en los hospitales, donde se tuvieron que redoblar esfuerzos y «agudizar el ingenio» para multiplicar por tres las camas habituales, y pasar de las 166 a las 500. «Hemos tenido que extender las unidades de críticos a la REA, incluso a los quirófanos. Esto tiene un impacto: dejar de hacer intervenciones y centrarse en una patología que lo desplaza todo».
No en vano, destacó que en la segunda ola la actividad quirúrgica se vio fuertemente resentida, hasta tal punto que los hospitales Clínico Universitario y el Universitario Río Hortega, en Valladolid, así como el Universitario de Burgos, llegaron a tener menos del 50% de sus quirófanos en activo. Esta situación se ha traducido en la lista de espera, pese a que a lo largo de toda la pandemia el 93% de pacientes en lista de espera quirúrgica en prioridad 1 ha sido intervenido en menos de 30 días. Después de este diagnóstico, la consejera de Sanidad –en declaraciones a Ical– insistió en que ha llegado el momento de «comenzar a reconstruir el sistema», especialmente en las patologías en las que el tiempo juega un papel crucial y donde el diagnóstico precoz es clave, como los casos de cáncer o enfermedades cardiovasculares.
De este modo, con la esperanza puesta en las vacunas y bajo la premisa de que la covid será endémica–, la Consejería de Sanidad trabaja ya en su «plan de choque» para reconstruir un sistema «muy tocado, pero no hundido» por la pandemia. Ahora habrá que hacer frente a otra ola, advierten:la de la patología no-covid. «Se trata de poner todas las medidas que nos permitan reactivar el sistema. La morbimortalidad evitable imputable al sistema sanitario va a tener un crecimiento, y nuestro objetivo es minimizarlo lo máximo posible», aseguró Casado.
Su departamento ha creado grupos de trabajo «para abordar la patología no covid y la pospandemia». Los equipos están integrados por veinte profesionales de Primaria, tanto médicos como enfermeros, y 26 de Atención Hospitalaria, para compartir y realizar un análisis «de la situación actual del sistema sanitario, priorizar los problemas para abordarlos, y detectar las oportunidades de mejora».
Estas son las medidas incluidas en ese plan de choque:
Fase 1: abril-diciembre 2021
Premisa: En esta etapa hay todavía dependencia sobre la evolución de la pandemia.
Lista de espera: Ninguna intervención quirúrgica urgente (calificada como de prioridad uno estructural) se demorará más allá de 30 días. Además, ningún paciente estructural en Sacyl esperará más de 300 días. El objetivo de demora media para diciembre será alcanzar los 90 días.
Recuperar la atención presencial: Esta medida comenzó a finales de mayo y convivirá con la atención telefónica, que ha «llegado para quedarse a la hora de resolver dudas sobre medicamentos, resultados analíticos y otras consultas. El paciente rural opta más por la cita presencial (60%) que el urbano (40%).
Atención Primaria: Se trabaja en el proyecto Hadas, que busca que el personal administrativo esté entrenado para identificar los motivos de consulta:si se trata de un asunto burocrático, de una consulta específica con enfermería o de una que debe resolver el médico.
Diagnóstico: Se «redoblarán esfuerzos» para identificar los problemas no-covid.
Atención hospitalaria: Dimensión de la plantilla (tanto en medicina como en enfermería) a las nuevas realidad, mejorar la estabilidad laboral. Ante el «déficit de recursos humanos», crear alianzas estratégicas entre hospitales y servicios y aprovechar las nuevas tecnologías. Reducción de listas de espera.
Fase 2: enero-diciembre 2022
Premisa: Se trabaja con la previsión de tener capacidad de utilizar todos los recursos por haber cesado ya la epidemia.
Listas de espera: Se mantienen los objetivos de prioridad clínica y de garantías de espera.
Atención hospitalaria: Objetivos individualizados para cada hospital. Tanto de número de pacientes como de tiempo medio de espera. Se plantearán al finalizar el año 2021 de forma personalizada para cada centro.
Horizonte ideal: Regresar a cifras prepandemia, con 30.000 pacientes en lista estructural: demora media de 90 días.
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