La Junta de Castilla y León daba por controlado en la mañana de este domingo el incendio de San Bartolomé de Rueda, en León. Es el fuego que más ha hecho trabajar al operativo de extinción la semana pasada. Originado por un rayo que cayó ... el miércoles, el jueves había quemado unas 250 hectáreas de arbolado. Entre la noche del sábado y la mañana del domingo aún peleaban sobre ese cenizal dos agentes medioambientales una cuadrilla nocturna y tres cuadrillas terrestres, auxiliadas por una dotación de una máquina bulldócer, para evitar que un incendio que pasaba a «controlado» se reavivara.
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La mejora de este incendio y el que prendió el sábado en el municipio abulense de Santa María del Tiétar ha coincidido con el descenso de las temperaturas que ha permitido a la Consejería de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación del Territorio declarar el fin de la alerta por una meteorología adversa caracterizada por un calor desaforado, acompañado de fuerte viento y aderezado con tormentas.
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Eva Esteban
Los partes oficiales sobre incendios de la semana pasada recogen hasta diez fuegos prendidos por rayos en León y Burgos. A esos se sumaron estos días avisos por llamas originadas por negligencias humanas, que por desgracia son un clásico. En la comarca zamorana de Sanabria, una hoguera prendida por un turista que hacía acampada libre el monte (prácticas no permitidas) se extendió por la vegetación aledaña. La actuación rápida de una cuadrilla del operativo dejó esa negligencia en un susto. A los rayos y las negligencias se suman entre las causas que reflejan los dos partes diarios que publica la Junta, la intencionalidad. Es el caso de un fuego en un montón de fardos de paja en Palacios de Benaver (Burgos) o de un robledal en tierras leonesas de Toreno.
El operativo de extinción ha hecho frente también a avisos de fuegos originados bajo tendidos eléctricos en Salas de los Infantes, en la comarca de Aguilar de Campoo o Villalpando. Incluso cigarrillos como origen, una causa que parecía ya desterrada, es la más probable en un fuego iniciado en la localidad segoviana de Rapariegos que movilizó la noche de jueves a un agente medioambiental, una autobomba y una cuadrilla nocturna, que extinguieron las llamas sin que superaran la hectárea de pasto afectada.
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Castilla y León vive un verano con una superficie quemada por debajo de la media. El recuento de las hectáreas reducidas a cenizas en lo que va de año es de 450 sin contar los incendios de esa semana. Nada comparado con el verano anterior y su balance de más de 90.000 hectáreas hechas pavesas y cuatro fallecidos. Eso no puede llevar a bajar la guardia. Juan Carlos Suárez-Quiñones, consejero responsable del operativo de extinción, solicitaba esta semana a la ciudadanía «responsabilidad en el uso del medio natural y en el disfrute que ahora en verano se produce de ese medio natural».
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