Los invisibles de Castilla y León. Los grandes olvidados que nos dan de comer cada día
Lo que no se ve de las zonas rurales de Castilla y León
PREMIOS DEL CAMPO 2023 ·
Cuando pones el foco en las personas que viven en los municipios menos poblados, sitúas el corazón de tu negocio en las zonas rurales y te preocupas de dibujar un horizonte de futuro para las nuevas generaciones
Cada día escuchamos en las noticias que la despoblación y el abandono de las zonas rurales es uno de los mayores retos que tiene Castilla y León. Además, el problema forma parte del debate público desde hace una década, pero seguimos sin poner cara a las personas que viven y mantienen las explotaciones agrícolas, ganaderas o los establecimientos del sector servicios, como bares y restaurantes, que son uno de los pilares más importantes de la economía castellanoleonesa.
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Si ponemos los datos encima de la mesa, el número de personas empadronadas en municipios rurales de la región (menos de 30.000 habitantes) es de 900.000 personas, según el último censo disponible de 2020; lo que supone casi el 36% de la población, frente al 16% a nivel nacional. Un censo que no ha parado de bajar en los últimos años (2013-2020), con un descenso de más del 6,7%.
Sin embargo, estos municipios albergan las principales explotaciones y fábricas que son el corazón de la industria agroalimentaria de la región. Un sector de la alimentación y las bebidas que ya supera los 11.700 millones de euros y dinamiza 187.847 empleos en Castilla y León, según el informe 'La contribución de la industria de alimentación y bebidas a la España Vaciada'. Es decir, la comunidad castellanoleonesa necesita potenciar sus zonas rurales para que la industria no deje de funcionar y que los pueblos sigan teniendo vida, con oportunidades y expectativas de crecimiento para las generaciones más jóvenes.
En este sentido, el futuro del mundo rural castellano y leonés está ligado a las empresas apegadas al terreno, como Pascual, que lleva demostrando desde 1969 su compromiso con la economía local y de proximidad a través de sus marcas. La empresa arandina nunca se ha olvidado de poner cara a los que dan comer cada día a más de dos millones de castellanoleoneses. Para ello, ha apostado por bebidas vegetales 100% cultivo local; leche que proviene de ganaderías de la región, sobre todo de municipios de menos de 30.000 habitantes; y agua mineral natural de la Sierra de Guadarrama, en su vertiente segoviana, concretamente de los municipios de Ortigosa del Monte y Trescasas.
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Tal y como explica César Vargas, director general de Negocios de Pascual, «la compra local, que está en el ADN de la compañía, contribuye a reducir el impacto de la agricultura en el medioambiente y afianza un modelo más sostenible que debe ser una de las piedras angulares de la sociedad de este siglo».
El mundo rural, en el corazón del negocio
Por un lado, Pascual trabaja con 104 granjas en Castilla y León, situadas en núcleos rurales, donde fijan población gracias a su colaboración estrecha con los ganaderos y sus familias, ya que el 85% lleva más de 15 años con la compañía; consiguiendo, además, que su granja sea sostenible y rentable con un programa pionero de eficiencia productiva.
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Por el otro, todas las materias primas de sus bebidas vegetales, como la soja y la avena, son 100% cultivo local, certificado por AENOR, procedentes de campos repartidos en Castilla y León por las provincias de Ávila, Burgos, Palencia, Salamanca, Zamora y León de la mano de 36 familias de agricultores.
Además, las fábricas de Pascual se encuentran en municipios rurales, como demuestran los casos del complejo industrial de Aranda de Duero y las dos plantas embotelladoras de Bezoya, su marca de agua mineral natural, afincadas en los municipios segovianos de Ortigosa del Monte y Trescasas. Los epicentros de la actividad industrial de la compañía generan más de mil quinientos empleos directos y decenas de miles indirectos en Castilla y León.
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Otro de los pilares de actuación, que es vital para seguir dando vida a los municipios rurales castellanoleoneses, es llegar hasta el último establecimiento de alimentación y hostelería de la región. La gran capilaridad de Pascual, a través de su filial de distribución Qualianza y de distribuidores exclusivos, les permite llegar a la hostelería y el pequeño comercio, que son quienes vertebran los territorios impulsando el tejido económico, empresarial y social de los pueblos y, en definitiva, del país.
Actualmente, Pascual tiene presencia en uno de cada tres negocios hosteleros y se consolida como el proveedor del 30% de los locales de Castilla y León.
En este sentido, César Vargas remarca que, «se crea también una cadena donde las empresas de los municipios rurales trabajan con productores y proveedores locales para obtener los mejores ingredientes y desarrollar todos sus productos. Esa cadena crea cientos de miles de empleos directos e indirectos que son fundamentales para el futuro de las zonas rurales castellanoleonesas».
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Compromiso con el futuro
Para poder crear un horizonte de futuro en los municipios menos poblados de Castilla y León, la industria alimentaria tiene el reto de revertir, junto a las instituciones públicas, el abandono de las explotaciones de agricultura y ganadería, es decir, el llamado relevado generacional. El trasvase constante de población entre el campo y la ciudad, en los últimos 50 años, también ha afectado a otros servicios en las localidades más pequeñas, como la falta de bares y restaurantes, comercios de alimentación o farmacias, entre otros.
Es una obviedad que los jóvenes son el futuro del medio rural, pero tienen que notar al apoyo público-privado para poder asentarse en los pueblos, crear riqueza y proyectos de vida a largo plazo. En este sentido, Pascual ha creado un programa ambicioso de becas para los hijos de los ganaderos, que proveen de leche a la compañía, y también para los hijos de los agricultores que cultivan las materias primas de las bebidas vegetales de Vivesoy.
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En esta primera edición, la empresa arandina ha concedido 4 becas en distintas ganaderías de Castilla y León y a un total de 12 estudiantes a nivel nacional. Como explica el director general de Negocios de Pascual, César Vargas, «han sido becados todos los hijos de nuestros ganaderos que actualmente están estudiando una carrera que les va a permitir seguir con el negocio familiar. Nuestra intención es dotar de continuidad y recorrido a este programa, de manera que se repita en cada curso académico, ampliándolo en próximas ediciones a jóvenes agricultores locales».
Pero Pascual no solo ha confeccionado este programa de becas para hijos de agricultores y ganaderos, también lleva trabajando desde hace dos décadas en un programa pionero de eficiencia productiva en sus ganaderías que consigue que la tasa de abandono sea muy inferior a la media del país. Si en España, entre 2011 y 2020, fue del 6%, la de Pascual fue del 2,8%, lo que equivale a menos de la mitad de los abandonos; unos datos muy similares a los que cosecha en Castilla y León.
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En resumen, la compañía burgalesa sigue impulsando el desarrollo de las economías locales para fortalecer la cadena de valor y mejorar la competitividad de las zonas rurales. Cada eslabón de su cadena de suministro se beneficia indirectamente de una economía local fuerte y fomenta, al mismo tiempo, la sostenibilidad ambiental y social de toda su actividad productiva. Todo un círculo virtuoso que prioriza, por encima de todo, el producto de cercanía y que intenta frenar, dentro de lo posible, la despoblación del medio rural.
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