Un producto que fija población

Si hay un sector que ha hecho los deberes en cuanto a innovación con el objeto de mejorar la producción y reducir costes, ese es el de la remolacha azucarera.

Este sector lleva padeciendo una profunda reestructuración desde el año 2005, que se ha traducido en la reducción del 50% de la producción de azúcar, situándose actualmente en algo menos de 500.000 toneladas, de las cuales el 85% se obtienen de molturar remolacha en Castilla y León.

La importancia del cultivo en esta región nadie la discute: a día de hoy el sector abarca unos 2.900 remolacheros, que cultivan 19.000 hectáreas y unos 1.300 trabajadores en la industria, lo que supone, en su conjunto, 4.200 empleos directos y otros muchos empleos indirectos.

Además, es un sector joven, el 17,5% de los cultivadores de remolacha son jóvenes agricultores y la edad media de los titulares de explotaciones es de 50 años, siendo la menor de todos los cultivos.

En la región se localizan alrededor del 70% de las hectáreas de remolacha que cada año se cultivan en España, un país deficitario en cuanto a producción.

De igual modo, existen cinco plantas transformadoras de azúcar en España, cuatro de ellas en la comunidad, propiedad de Azucarera (La Bañeza, Toro y Miranda de Ebro) y de Acor (Olmedo).

Estos son algunos de los datos que hacen que para la región sea un sector estratégico pues genera un impacto económico y social muy importante, especialmente, en las áreas rurales.

Así lo ha reconocido el jurado de los Premios del Campo que ha valorado que el cultivo del azúcar y por extensión, el azúcar, es un producto «que fija población, que impulsa la innovación y la tecnología y que constituye una base esencial de la economía y el desarrollo rural de Castilla y León y de España».

Esa idea de mejora continua la refrenda la evolución de los rendimientos del cultivo. Tomando como referencia los años del siglo XXI, los rendimientos de remolacha han pasado de las 70 toneladas por hectárea en el año 2000 a las más de 105 toneladas por hectárea que, de media, se alcanzaron la pasada campaña y que no es descabellado pensar que se puedan superar durante la presente, lo que supone un incremento en productividad del 60%.

El azúcar es un alimento tradicional en la dieta y, como ocurre con todos los alimentos, los ciudadanos deben seguir unos hábitos saludables de consumo, evitando los excesos, algo que el sector de la región ha querido recordar en tiempos recientes dado que no ha salido muy bien parado en alguna campaña institucional.

La producción de azúcar es sostenible en la comunidad y se fundamenta en fuertes valores sociales, económicos y medioambientales. Desde ese punto de vista medioambiental, su contribución es destacada ya que es un cultivo que exige la rotación, un sumidero de CO2 y, por tanto, muy en línea con uno de los principales retos de la nueva PAC (Política Agrícola Común).

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