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Carlos Espeso
Laura Polo, la confianza en un planeta mejor
VIII Premios del Campo

Laura Polo, la confianza en un planeta mejor

Premio juventud ·

Vecina de Alba de Cerrato, montó la primera granja de gallinas camperas de la provincia de Palencia, con un modelo económico sostenible con la sociedad y el medio ambiente

Silvia G. Rojo

Palencia

Martes, 23 de noviembre 2021

En su documento de identidad se puede leer que nació en Palencia, pero ella misma reconoce, con una amplia sonrisa por medio, que nació «en el sitio equivocado, soy muy de pueblo». Quizá Laura Polo Laureiro desde siempre supo que su lugar en el mundo estaba en Alba de Cerrato, una localidad palentina de 87 vecinos en la que se estableció hace siete años.

Su proyecto laboral y vital fue bautizado como Granja Pepín, la primera granja de gallinas camperas en libertad de Palencia, que en la actualidad cuenta con más de 2.000 gallinas camperas.

«Al principio me costó bastante porque al no haber ninguna granja así en la provincia, no existía mucha información», reconoce. «El primer año estaba como desubicada, lo que sabía era lo que había estudiado en los libros e internet, pero luego vas aprendiendo con el día a día, con la ayuda de veterinarios, cursos; ahora, nada más ver a una gallina sé lo que la pasa, de los errores se aprende», explica Laura Polo.

El jurado de los Premios del Campo que ha reconocido a Laura con el Premio Juventud ha valorado que haya sido capaz de implantar un modelo económico sostenible con la sociedad y el medio ambiente. Así, se manifiesta defensora de la economía local, de los productos de kilometro cero, «y al final, he ido conociendo a muchas personas que piensan igual que yo, que creando sinergias, quizás en un futuro, se pueda cambiar algo, pueda haber muchos pequeños que cuidemos mejor el planeta, creo que muchos pequeños podemos hacer algo grande».

Cuando a Laura se la pregunta por su futuro, no duda: «Aquí me veo, en Alba de Cerrato», donde siente que forma parte de una pequeña familia en la que «todo el mundo se preocupa por ti y tú, por los demás, estás mucho más arropada y a la hora de implantar el proyecto la gente fue maravillosa, no tuve ninguna pega tampoco por parte del Ayuntamiento, todos son muy abiertos para que venga gente a vivir y emprender». No solo desde el punto de vista agrario, «hay futuro en otros negocios para que las personas puedan venir a los pueblos». Con este proyecto, «hemos traído turismo al pueblo, viene mucha gente a conocernos; este es un pueblo pequeño pero muy chulo», subraya.

Sobre su día a día, esta ganadera confiesa que se mueve al ritmo del sol. «Ese es mi reloj, en verano trabajo más y en invierno menos». Se levanta cada jornada hacia las seis para recoger los huevos y comprobar que las gallinas tienen agua y comida. Los animales almuerzan con verduras del huerto y después comen. Ya por la tarde, recogen los huevos pendientes que, posteriormente, se clasifican. Incluso, a las nuevas camperas deben enseñarlas dónde dormir, siempre en alto. Su pareja trabaja con ella desde que amplió la explotación y agradece haber encontrado el tipo de gente que valora su producto: «Un animal criado en libertad y en el que parte de su alimentación es especial».

Concluye que con el número de gallinas con las que cuenta en la actualidad es suficiente, «me planto», aunque no deja de reconocer que piensa en otros proyectos. «Siempre tengo muchas inquietudes, la cabeza me va muy rápida y hay veces que me digo:¡Para!».

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