La gala de entrega de los II Premios de Sostenibilidad Ambiental de Castilla y León contó con la ponencia de Ignacio Viguera, arquitecto y socio de Nagami, una empresa que se concibió hace casi diez años como un reto tecnológico para responder a un proyecto ... de impresión 3D para una exposición en el Centro Pompidou de París y que, posteriormente, derivó en la marca Nagami. Asentada en Ávila, Viguera reconoce que «Nagami no existiría de haber nacido en una gran ciudad» pues esos primeros años en los que se realizó una investigación continua de prueba y error para crear una tecnología que no era accesible hasta la fecha, con horas infinitas de taller en dicho proceso, facilitó la supervivencia de la marca por los costes asociados al desarrollo de la actividad. La ventaja de la inmediatez a los proveedores del día a día y Madrid a un paso para cuestiones más técnicas fue también un valor determinante.
–¿Cuál es el cambio que aporta su tecnología al medio ambiente?
–La impresión 3D, en los distintos sectores en los que se aplica, presenta diferencias con respecto a la fabricación tradicional que pueden ayudar al medio ambiente. Es una tecnología aditiva en la que utilizas sólo el material que necesitas, el material puede ser reciclado y reciclable, y se produce bajo demanda, sin generar stock, por lo que dista bastante de la fabricación tradicional. El sector de la construcción por ejemplo es uno de los más contaminantes. La impresión 3D en arquitectura puede reducir los residuos significativamente llegando incluso a producir in situ limitando la huella de carbono.
–¿Y al usuario?
–Para el usuario final tiene una ventaja medioambiental muy clara con respecto a la obsolescencia programada de los productos, ya que la impresión 3D permite hacer recambios de piezas que los fabricantes ya no hacen para obligarte a cambiar el producto. En otros sectores como la medicina, es el usuario final el mayor beneficiario de lo que aporta esta tecnología. En el sector del diseño y la arquitectura en el que está presente Nagami, una de las principales ventajas es la posibilidad de materializar proyectos que de otra manera serían imposibles.
–¿Cómo es el vínculo entre la tecnología y la sostenibilidad?
–La impresión 3D además de presentar beneficios con respecto a la fabricación tradicional, es una vía industrial mucho más sostenible, principalmente en lo que a la utilización de los recursos se refiere. Por ejemplo, podemos pasar del diseño a la pieza fabricada en mucho menos tiempo que con la fabricación tradicional con menos recursos y consumiendo menos energía. También, al ser una tecnología muy versátil, de un tamaño contenido, se puede producir de manera local, reduciendo por lo tanto las emisiones de CO2 de la logística.
–El plástico es su materia prima
–Por un lado utilizamos plásticos reciclados que se pueden al mismo tiempo reciclar tantas veces como demandemos. Lo que supone que nuestro método de fabricación, unido a que la impresión 3D es una tecnología aditiva en la que se emplea el material necesario para la fabricación, es de por sí una fabricación con residuo cero ya que podemos reutilizar cualquier pieza o material sobrante. Pensando en la temporalidad de alguno de los proyectos que realizamos, ofrecemos a nuestros clientes la posibilidad de recuperar el plástico utilizado en sus proyectos y reciclarlo para reincorporarlo en nuestro propio proceso productivo sin necesidad de depender de terceros para dar salida a ese material. Lo que en otros métodos de fabricación tradicional se convierte en un residuo que podrá o no ser reciclable, en nuestros proyectos ofertamos la posibilidad de que ese material nunca se convierta en un residuo y sea reutilizado por nosotros mismos en otros proyectos.
–¿El plástico está demonizado?
–Para bien o para mal, el mundo está saturado de plásticos. Para bien, la humanidad ha mantenido una relación idílica con los envases de usar y tirar por ser prácticos y económicos. Para mal, se ha convertido en una convivencia insostenible como todo el mundo conoce pero empresas como Nagami demuestran que es un recurso totalmente válido sin necesidad de la producción de nuevas materias primas.
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