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Los morados rompen con Sumar, dirigentes significados se dan de baja en Podemos alegando falta de «autocrítica» y «bunkerización» del núcleo directivo y desde el partido en Castilla y León aseguran que esas turbulencias, «a efectos prácticos», no les afectan.
Pablo Fernández, secretario general ... de Podemos en la comunidad, procurador en las Cortes y coportavoz nacional de la formación, resalta que cuentan con una «hoja de ruta», con la que afrontar el día a día de un partido que, en el caso de Castilla y León, ha pasado del bombazo electoral de 2015 a la languidez política actual, tras un descalabro importante en los escrutinios de 2019, en diputados, en procuradores y en concejales.
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«Estamos a revertir esa situación, a fortalecer el proyecto. Somos moderadamente optimistas», valora Pablo Fernández, hoy parlamentario único morado en las Cortes autonómicas, bajo la marca de Unidas Podemos, lejos de la bancada de diez procuradores que encabezó hace ocho años, que sumaba a la izquierda del PSOE a José Sarrión, por IU.
Ese escaño de Fernández y 17 concejales en ayuntamientos de la comunidad son el magro suelo institucional con el que cuenta hoy Podemos en Castilla y León, tras unas municipales que afrontó con IU en unos casos, en solitario en otros o con Alianza Verde como tercera opción. Los morados están fuera, por ejemplo, de primera línea como León, Burgos, Salamanca o Ponferrada. En Valladolid concurrió dentro de Toma la Palabra y la agrupación perdió uno de sus tres concejales, lo que dio al traste con la mayoría con la que partía hacia las urnas la coalición con el PSOE de Óscar Puente.
La crónica de Podemos en Castilla y León es la de un resultado de vértigo, el de 2015, al que ha seguido un achique prolongado. De los 165.475 votos en las autonómicas de 2015 y sus diez escaños o los 225.824 en las generales de meses después y tres diputados (que perdió en 2019) a los 62.138 votos que recogió en febrero de 2022, en la cita del adelanto electoral de Alfonso Fernández Mañueco, y que dejaron a los morados con el único escaño de Fernández, perdiendo el otro que habían logrado en 2019.
De la irrupción de Podemos en las instituciones al momento actual, quedan sobre todo personas que se han ido bajando de ese autobús morado. Procuradoras de trabajo fiable en las Cortes, como la segoviana Natalia del Barrio o la burgalesa Laura Domínguez, descartaron volver a presentarse en 2019 y 2022. En un mundo en el que quien empieza en política profesional o semiprofesional pugna por seguir, se autodescartaron.
No fueron las únicas en un grupo que conformó la tercera fuerza política de la comunidad, puesto que luego heredaría Ciudadanos y ahora es titularidad de Vox, y que llegó a las Cortes con el sentido de trabajo en las instituciones que les transmitió Carlos Sánchez-Reyes, que presidió el parlamento autonómico con el CDS.
El veterano economista y político centrista llegó a encabezar la lista del Podemos de los primeros tiempos al Congreso por Palencia. «Podemos surgió como algo diferente a los partidos tradicionales, en el que cabía gente como yo, que me declaraba católico practicante y monárquico por razones pragmáticas», apunta Sánchez-Reyes, que incide en la defensa entonces de una salida de la crisis con medidas sociales y expansivas frente a los recortes.
Para el expresidente de las Cortes es 2016 cuando se produce un punto de inflexión en la formación hacia «un radicalismo de extrema izquierda marcado desde un liderazgo muy fuerte. Entonces ya se vio que tendía hacia un partido tradicional de extrema izquierda, de aplicar el aquí nadie se mueve y pensar todos lo mismo. Eso les condena a ser un partido absolutamente minoritario», resume el expresidente de las Cortes.
De los dirigentes de Castilla y León que un día tuvieron responsabilidades en Podemos y ahora están desvinculados de la formación son varias personas las que prefieren no valorar el punto en el que está el partido y cómo ha llegado hasta ahí. Alguno coincide con Sánchez-Reyes en el análisis y ese momento de 2016 en el que Pablo Iglesias muestra la puerta de salida al sector errejonista.
«Todos los partidos tienen familias dentro de sus filas. Es un error no asumirlo si aspiras a llegar a algo más allá de la izquierda tradicional», valora un exdirigente. «Si ya salen Roberto Sotomayor y Carolina Alonso, que eran del sector más férreo de Pablo Iglesias», remarca otro 'ex' de la formación obre los dirigentes de Podemos en Madrid que han anunciado estos días su baja, es que «todo el mundo es un traidor» par quien se queda en una formación cada vez más cerrada, concluye.
Desde Podemos Castilla y León señalan que han tramitado «nuevas altas» tras la ruptura con Sumar, que se unen a «una militancia rocosa». Alrededor de 30 nuevas afiliaciones, subraya Fernando Barrio, secretario de Organización de la formación morada en la comunidad, que cifra los militante con pago de cuota en Castilla y León en 1.098, frente a los 921 contabilizados «hace un año».
Barrios explica que Podemos mantiene actividad en 32 'círculos' en Castilla y León. Eso implica agrupaciones de más de cinco militantes en municipios o comarcas. Los militantes son 1.098, pero en la comunidad, matiza Barrio, hay «alrededor de 6.000 personas inscritas», que muestran su cercanía a la formación y pueden participar en consultas.
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