Silvia G. Rojo
Martes, 9 de mayo 2023, 00:08
La situación derivada de la pandemia en el año 2020, puso de manifiesto que España necesita a los esquiladores uruguayos para cumplir con la campaña de esquileo. Pasado el tiempo, ya con menos focos, la realidad sigue siendo la misma y cada año son ... muchos los profesionales que llegan desde este país para durante unos tres meses, trabajar en la retirada del vellón. Solo la empresa Esquiladores Montaña de León cuenta cada temporada con unos 70 esquiladores de Uruguay.
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Para los ganaderos este proceso «es una vacuna más, se hace por limpieza, por sanidad, para que las ovejas estén frescas y evitar enfermedades», explica José Fernando García, que junto con su hermano Carlos, regenta la explotación Agropecuaria Banejo, de 2.200 ovejas de leche en la localidad vallisoletana de Pollos.
La lana está considerada como un residuo y es necesaria retirarla de manera adecuada, «se la llevan sin precio, el año pasado fueron unos 130 euros por toda la lana de 2.200 ovejas, con lo que no tienes ni para las coca-colas».
Lógicamente, esa cifra no cubre el coste del servicio de la cuadrilla de esquiladores que ronda 1,65 euros euros por cada oveja esquilada. La cuenta es sencilla.
En esta explotación es el segundo año que cuentan con estos profesionales uruguayos organizados desde León y tal y como comenta, «estamos encantados, ellos se organizan y no hay ningún problema, toda la cuadrilla está asegurada y con todo en regla».
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Poco tiempo para muchas ovejas
Para Sergio Severo, esquilador uruguayo, esta es su sexta campaña en España aunque en honor a la verdad, él mismo aclara que desde hace un año reside en España, «tenía aquí a mi compañera y me quedé», justifica, «la empresa Esquiladores Montaña de León trabaja durante todo el año, cuando se acaba aquí nos vamos a Portugal, no paramos, la verdad que estoy muy contento».
Reconoce que si sus compatriotas no vinieran sería imposible sacar adelante el trabajo, «es muy poco tiempo para muchas ovejas, no se puede llevar a cabo y en España hay poca gente que se dedique a esquilar».
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El método que utilizan para desempeñar la tarea se conoce como Tally – Hi y destaca porque se ejecuta con el animal suelto, no se le ata, «de este modo sufre menos y se producen menos abortos».
Sergio pasó por la escuela de esquiladores para aprender el oficio, «es importante ir a la escuela aunque la experiencia te la da el tiempo». Ha recorrido Argentina, Chile, Portugal y Brasil y comenta que los esquiladores uruguayos tienen muy buena fama, «tenemos mucha técnica, aunque hay gente muy buena también en Australia o Nueva Zelanda».
Comenzó con 26 años en este oficio, «ya tarde» y si le dan a elegir una raza se queda con la Assaf, «se pela muy bien, están todo el año encerradas y no tienen tanta capa de polvo, además son dóciles».
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Supera a diario las 100 ovejas esquiladas pero reconoce que «los mejores hacen más de 200, hay gente de 400, no todos los días, pero mismamente el jefe de la cuadrilla tiene su récord en 460, viene gente muy buena».
Ese jefe es Jorge de los Santos que recala cada año en España porque «en nuestro país en esta época no hay trabajo, en julio cuando terminamos aquí seguimos en Uruguay hasta diciembre».
Producción de lana
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La producción total de lana en España tiene desde hace más de una década una tendencia descendente, que va de la mano de la caída que están sufriendo los censos. En el caso de Castilla y León, en el último lustro el número de cabezas de ganado ovino se ha reducido en más de 730.000, para situarse en 2,29 millones de animales. En relación a la lana, los últimos datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación son los del ejercicio 2021, momento en el que se esquilaron 1.993.000 ovejas, con una producción de 4.334 toneladas de lana, situándose como la segunda comunidad productora después de Extremadura.
Según el reciente estudio publicado por Fademur, 'Manual de usos de la lana en España', el siglo XIX supuso la definitiva entrada en declive del sector lanero español, crisis que se irá acelerando a lo largo del siglo XX. «A nivel mundial la lana empieza a sufrir también la competencia de otras fibras naturales, como el algodón, producido de forma masiva y más barata por países como Estados Unidos, así como las consecuencias de la industrialización iniciada ya en siglos anteriores», se recoge en ese manual.
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En España quedan aún tres lavaderos de la lana: Mota del Cuervo (en Cuenca), Paredes de Nava (en Palencia) y Villalón de Campos (en Valladolid), y «de su continuación dependen muchos pequeños negocios del medio rural», refleja el manual.
Una de las personas que ha colaborado en esa publicación es Martha Peach, una americana asentada en Hoyos del Collado, Ávila, que cuando observó la realidad que la rodeaba se hizo la siguiente pregunta: «Si la gente tiene lana de la mejor oveja como es la merina, cómo es posible que no valga nada». Y en eso está, en la creación de una asociación «enfocada en la gente pequeña que quiera hacer algo con la lana, aprender a tratarla y tener un producto bueno», sin olvidar «poner a España en el mapa mundial de la lana».
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