Reunión sobre la financiación, en 2018, de los presidentes de Asturias, La Rioja, Aragón, Castilla-La Mancha, Galicia y Castilla y León. m. chacón
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Es la pela, amigo

«Rajoy durmió la reforma y los populares de Castilla y León lo justificaron. No era el momento según estaba lo de Cataluña, defendían. El PSOE regional aplicó hielo a su ardor reivindicativo cuando Sánchez tomó el relevo»

Susana Escribano

Valladolid

Sábado, 13 de noviembre 2021, 20:49

Un político abre el diccionario y tiembla la RAE. Si dice que va a ser breve ante un micrófono, debes prepararte para recibir una soba anestesiante. Defiende que el reparto de la financiación autonómica necesita una reforma urgente y confirmas que un asunto apremiante, inaplazable, ... imperioso, se convertirá en algo crónico, imperecedero, puede que perpetuo. 'Ad infinitum', en latín de estudiante de BUP de hace tres, cuatro, cinco reformas educativas.

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La revisión del modelo de financiación autonómica del que se quejan amargamente todas las comunidades (es un misterio insondable que no beneficie a ninguna) es un asunto urgente casi desde que se aprobó en 2009 impulsado por José Luis Rodríguez Zapatero. Son fondos que pagan la factura de los hospitales, del colegio, del centro del día del abuelo, pero también el bacheado de carreteras o el cuidado del monte. Es de interés vital. Los presidentes de las autonomías y Mariano Rajoy acordaron revisarlo en octubre de 2012. Hasta hoy.

El consejero Carlos Fernández Carriedo decía esta semana, en las Cortes, que los fondos estatales de la financiación autonómica dejan sin cubrir 16 de cada 100 euros de los 8.166 millones que sumarán en 2022 las partidas de las prestaciones esenciales: sanidad, educación y servicios sociales. La cantinela no es nueva. Carriedo solo tiene que sacar del cajón los papeles de su antecesora, Pilar del Olmo, igual que Fernández Mañueco solo tiene que rescatar los discursos de Juan Vicente Herrera cuando el día 23 se reúna con presidentes de la España despoblada para rearmar argumentos. Tampoco estos encuentros son nuevos.

Herrera amagó en 2015 con devolver competencias al Gobierno ante la infrafinanciación de las mismas y apeló a la reforma «urgente, urgente» del modelo. Pero siempre hay una excusa en La Moncloa para no meter mano a un asunto que dejará descontentos por el camino. Rajoy durmió la reforma y los populares de Castilla y León lo justificaron. No era el momento según estaba lo de Cataluña, defendían. El PSOE regional aplicó hielo a su ardor reivindicativo cuando Sánchez tomó el relevo.

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Ahí están empaquetados los pactos (en plural) de comunidad entre la Junta y la oposición para defender que se aplique el criterio de coste efectivo y no prime el reparto por habitante puro y duro. No cuesta igual la atención médica a un jubilado que vive en Sanabria que la del comercial de 40 empadronado en Vallecas. Y los dos tienen el mismo derecho a recibirla. Eso pone, al menos, en la Constitución.

Se reeditan esas reuniones que ya ligaban financiación autonómica y despoblación hace más de diez años entre Castilla y León, Galicia y Asturias, y luego Castilla-La Mancha, Extremadura... Porque cuando están en juego las cosas del comer, el carné del partido queda a un lado. La pela es la pela. Eso es lo que nos jugamos en la reforma de la financiación autonómica. Sin dinero no se pagan médicos ni maestros, no se arregla la carretera que une el pueblo con el centro de salud ni se contratan cuadrillas de extinción de incendios.

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Y no hay que olvidar que los recursos salen de la recaudación de impuestos. Ese es otro debate que, como el de la financiación, exige un enfoque honesto, de adultos. Incompatible con cuentas electorales.

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