Paracaidistas

Un paracaidista político es un cunero. Un dirigente al que el partido mete con calzador en la lista de una tierra que no es la suya para colocarle. Tiene su punto de engaño y de falta de respeto hacia el elector. Por parte de las direcciones nacionales de los partidos que dan la orden y de las autonómicas y provinciales que la acatan. El vitoriano Javier Maroto se quedó sin escaño en las generales de 2019 y en Génova 13 no se les ocurrió mejor manera de que llegara al Senado que a través de uno de los tres escaños autonómicos que le corresponden a Castilla y León, que es tierra acogedora y de aguante probado en hacer hueco a políticos foráneos de todos los colores.

Nunca es edificante la figura del cunero, pero la vitola autonómica de la plaza de Maroto conlleva el agravante de que es un escaño territorial. Tanto, que estos senadores sacan el billete a Madrid si logran en una votación el apoyo de la mayoría del pleno de las Cortes de Castilla y León. El pleno de los senadores abre la nueva legislatura el martes 10 y el vitoriano volverá a ser elegido parlamentario castellano y leonés. Semanas después de que cometiera el desliz de borrar del mapa de Castilla y León una provincia, respaldando la decisión de Alfonso Fernández Mañueco de pactar con Vox para aportar «estabilidad» a una comunidad «con ocho provincias». Son nueve.

Sin entrar en el trabajo desarrollado por el vitoriano, que puede llegar a presentar mejor hoja de servicio que muchos paisanos, o en su esfuerzo desde 2019 por participar en la vida del PP segoviano (tuvo que empadronarse de urgencia en la comunidad y eligió Sotosalbos), el artificio de la 'operación Maroto' no habría fraguado con la normativa previa al año 2000 que obligaba a que estos tres senadores que designan las Cortes fueran procuradores. Tampoco tenía encaje en 2019 en cualquier autonomía. Alberto Núñez Feijóo dejó bien claro que en Galicia, no. El hoy presidente nacional del PP dijo que, al ser la gallega una «nacionalidad histórica, los planteamientos son menos abiertos».

Javier Maroto es el único senador elegido por las Cortes en 39 años sin vinculación con Castilla y León, pero políticos paracaidistas tenemos para exportar. De todas las afiliaciones. Por el PSOE, la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega fue diputada por Segovia, como la ministra Ángeles Amador, y Margarita Robles sacó escaño por Ávila, provincia en la que compitió en 2019 con Georgina Trías, madrileña paracaidista de Vox. Y el PP aseguró a su ministro Íñigo Méndez de Vigo un escaño por Palencia, a Víctor Calvo-Sotelo otro por Zamora y tardó en desalojar el que ocupaba por Segovia el diputado cunero Pedro Gómez de la Serna tras un lío de cobro de comisiones. Podemos encaramó en un escaño de Valladolid a Juanma del Olmo, colaborador de Pablo Iglesias que cerró legislatura entre los cuatro diputados de Castilla y León con menos actividad y pasando por el juzgado. Y hay cuneros en las Cortes, con procuradores que bailan de provincia. Es un escuadrón populoso.

No era técnicamente un paracaidista el socialista Óscar López, hoy jefe de Gabinete de Pedro Sánchez, cuando optó a presidir la Junta en 2011. Descendía de Riaza y allí estaba empadronado, pero tenía su domicilio familiar en Madrid. Residiendo de hecho en la capital de España y abonado al Ave fue candidato del PSOE a gobernar la comunidad. Eso, como lo de Javier Maroto, tampoco tendría cabida en cualquier autonomía. Pero en Castilla y León todo es posible. Lo demostró José María Aznar, cunero 'cum laude', en 1987.