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Hay 86.000 vecinos de Castilla y León que se encuentran al borde del precipicio económico, cuando no con alguno de los dos pies ya sobre el abismo. La tasa de pobreza severa escaló durante el año pasado en la comunidad desde el 2,3% al 3,6% de la población, según los datos publicados este jueves por la Encuesta de Condiciones de Vida del INE, que comienza a recoger el impacto que la pandemia y sus consecuencias económicas han tenido en los hogares españoles.
El incremento del paro (el año 2020 envió al desempleo a 28.832 personas en la región), los retrasos en la tramitación de los ERTE o las consecuencias de las restricciones en los negocios han afectado de lleno a los bolsillos de los castellanos y leoneses, hasta situar al 19,8% en riesgo de pobreza o de exclusión social (frente al 16,7% del año 2019).
Entidades como Cáritas o Cruz Roja ya habían alertado en los últimos meses de esta situación, que ha llevado a que pidieran ayuda familias que hasta ahora no habían tenido que recurrir a los servicios sociales. Cáritas dice que uno de cada tres nuevos usuarios atendidos por primera vez en 2020 nunca antes habían tenido que solicitar ayuda a su entidad.
El INE confirma ahora estas estrecheces económicas. El 29% de los encuestados aseguran que no pueden permitirse al menos una semana de vacaciones al año (sube en un año desde el 28,4%). El 3,1 que les resulta imposible comprar un coche (el 2,4% en 2019). Uno de cada cuatro hogares se ve incapaz de afrontar gastos imprevistos (entendidos estos como los que suponen un desembolso superior a 750 euros). Pero los problemas se enfocaron sobre todo hacia el mantenimiento de la vivienda.
El 5,4% reconoce que ha tenido retrasos en el pago de los recibos de la hipoteca, el alquiler, el gas, la comunidad (el año anterior eran el 2,2% y este es el porcentaje más alto desde la gran crisis de 2008). Además, el 7,1% dicen que no pueden permitirse mantener su casa con una temperatura adecuada (la pobreza energética alcanzó al 6,5% de la población regional en 2019).
Desde Cruz Roja ya habían alertado de esta situación. Las bautizadas como 'colas del hambre' (con decenas de personas haciendo fila frente a las instituciones para conseguir comida: el Banco de Alimentos atendió hasta a 21.000 personas solo en Valladolid) son solo una imagen de las consecuencias de la pandemia. Hay otros dramas no tan evidentes.
«Muchas familias han podido tirar de sus ahorros para lo más básico. Pero cuando la situación se prolonga, ese colchón se agota y llegan los problemas para pagar las facturas», apuntan desde diversas ONG. También el Ayuntamiento de Valladolid lo ha constatado. En 2020 tuvo que tramitar 2.700 ayudas de emergencia (frente a las 1.780 del año anterior). Subieron las ayudas para el pago de alquiler (884), la hipoteca (99), suministros eléctricos, adquisición de enseres básicos, derramas de las cuotas de la comunidad. Y además, con una peculiaridad: ha aumentado el número de ayudas para facturas vinculadas con los gastos de viviendas: 884 para los pagos de alquiler (de hipotecas: 99), suministros eléctricos, de la calefacción, reparación y adquisición de enseres básicos, derramas de las cuotas de la comunidad. «Antes, el porcentaje de estas ayudas vinculadas con la vivienda se situaba en torno al 40% y ahora ya son más de la mitad del total», apuntaba Rafi Romero, concejala de Servicios Sociales, durante la presentación de la memoria anual.
Otros indicadores que alertan de esta pobreza severa (cuando se dan combinados) son la imposibilidad de comprar un televisor, una lavadora, un teléfono o un coche.
La tasa en Valladolid está por debajo de la media nacional. Aquí, la tasa de riesgo de pobreza o exclusión social AROPE(creada en 2010) alcanzaba al 19,8% de la población. En el conjunto de España es del 26,4%, según los datos de la encuesta, elaborada en el último trimestre de 2020. Esta tasa se calcula a partir de los ingresos, de la posibilidad de empleo y de la carencia material en diversos aspectos.
Además, el 8,7% de los hogares indicaba que llegaba «con mucha dificultad a fin de mes», cuando el porcentaje en 2019 era del 4%. Baja, sin embargo, quienes dicen que terminan el mes «con dificultad o cierta dificultad». Esto es indicador, como subrayan varias ONG, de un fenómeno de cronificación de la pobreza. Hay hogares que, en un determinado momento de la pandemia, han atravesado por estrecheces económicas (por retrasos en el pago del ERTE, por restricciones en sus puestos de trabajo, como la hostelería), pero la situación se vuelve extrema en aquellos que ya sufrían las consecuencias de la pobreza y que ahora la pandemia ha agravado.
La radiografía del INE es, en cualquier caso, todavía incompleta, puesto que para la mayor parte de sus cálculos han tenido en cuenta los ingresos económicos de 2019 (29.125 euros, frente a los 27.679 de media por hogar el año anterior), sin conocerse aún cuáles han sido esas inyecciones económicas recibidas a lo largo de 2020, presumiblemente más bajos. Por eso, alertan los expertos, la huella estadística que ha dejado la herida económica de la covid se terminará de dibujar en los próximos meses.
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