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Colas para hacer la compra en un súper de San Isidro, en Valladolid. Gente dando ejemplo. Ramón Gómez

Cuando van los pájaros a las escopetas

Diario de un confinamiento. Día 33 ·

Dado que hay algunos políticos que dan pocas muestras de aptitud para solucionar los graves problemas de la sociedad, qué menos que cundan con el ejemplo

Viernes, 17 de abril 2020, 07:19

Haciendo bueno aquello de que si no eres parte de la solución, al menos no seas parte del problema, la clase política da muestras –en casos concretos, tampoco conviene generalizar– de que viajar en el asiento de atrás de coches oficiales con chófer y ... contar con un equipo de asistentes para satisfacer sus demandas pueden alejarles tanto de la vida real, que luego ya resulta imposible bajarles al suelo. Lo peor, lo que se puede comentar como un disparate pero hay que valorar como una irresponsabilidad grave, es que lo hagan ahora, en pleno estado de alarma, transgrediendo unas normas excepcionales dictadas para tratar de luchar contra una pandemia que está dejando en España miles de muertos. Sí, son unos pocos, pero están o han estado al frente de puestos de representación pública que les obligan a exhibir maneras modélicas, y sin embargo muestran con su comportamiento su nulo pudor a la hora de actuar como si las leyes no fueran con ellos.

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Al menos que haya transcendido en toda España por el perfil de sus protagonistas, son reprobables unas veces y denunciables otras comportamientos como los de, en orden cronológico, el expresidente José María Aznar, que en el fin de semana de mitad de marzo, seguramente al oír en la radio aquello de confinamiento él debió de entender apartamento , fue de a los que les faltó tiempo para abandonar Madrid en busca del Meditarráneo –quién sabe si porque su niñez siga jugando en su playa–, en concreto a su casa de Marbella, decisión merecedora de aparecer en un reportaje de The New York Times sobre 'señores ricos que huyen del tedio y del peligro a su casoplón' y en sintonía con su célebre «¿Quién te ha dicho a ti las copas de vino que yo tengo o no tengo que beber?», que espetó, no a un amigo en la barra del bar en un arranque de esos de «sujétame el cubata», sino como respuesta a las campañas de la Dirección General de Tráfico para tratar de frenar la sangría de muertos en accidentes en carretera. Liberalismo edificante.

Pocos días después fue el turno para el mesianismo adanista de quien vino a la política para acabar con los malos usos. «Si es que lo mío es la teoría, la reflexión académica desde mi departamento en la Universidad pero se están poniendo de mal las cosas que... sujétame un momento el cubata y arreglo esto en un plis plas», pareció decir Pablo Iglesias, vicepresidente segundo del Gobierno de Pedro Sánchez y líder de Podemos... podemos respetar la ley cuando nos conviene. Cuando la ciudadanía aún se estaba aprendiendo los detalles del real decreto, qué se podía hacer y qué no en el confinamiento, él se saltaba en dos ocasiones la cuarentena preceptiva tras el positivo de su mujer. Una, para asistir a una reunión del Consejo de Ministros; la otra, para protagonizar una rueda de prensa de presentación de medidas sociales con las que hacer frente a los daños por la enfermedad y la reclusión social, medidas para cuya aplicación no es condición sine qua non que comparezca el número tres del Ejecutivo. También en esos días, la portavoz del PSOE en el Congreso, Adriana Lastra, anunció una 'autocuarentena' tras detectarse un contagio en un estrecho colaborador. Esa 'autocuarentena' de la de Ribadesella debe de ser una versión portátil, más llevadera. No guardó dos semanas de reclusión, a los pocos días asistió a una sesión de Pedro Sánchez en la Cámara Baja. Seguimos. 6 de abril, un descabalgado Santiago Abascal y otros quince diputados de Vox decidieron presentarse en el Congreso pese a que este ha reducido al máximo su actividad y pese a que se ha recomendado a los parlamentarios, ¡también como actitud ejemplarizante!, que trabajen desde casa, que para eso se les dota de medios electrónicos.

Y por si éramos pocos, se ha sumado a la fiesta el predecesor de Pedro Sánchez en Moncloa. Bien pensado, en una actitud llena de coherencia. Si cuando no había necesidad de protegerse contra ningún virus mortal él fue pionero en las ruedas de prensa telemáticas, o plasmáticas –vía pantalla–, quién le dice ahora a Mariano Rajoy que no puede salir en chandal todas las mañanas a la calle a andar deprisa. Andar... anda que no habrá leído en Marca que los Juegos de Tokio se han pospuesto.

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