He aquí un joven con las ideas claras respecto al futuro de los pueblos. PabloMaderuelo (Cuéllar, Segovia, 39 años), consultor en la firma Harmon, periodista y coautor, junto a la periodista Marta Fernández, de la serie documental 'Huellas en la tierra', que se puede ver ... en Prime Video. Desde noviembre, que lo presentó en el cine de Pedrajas de San Esteban, está recorriendo España –quedan, al menos, tres proyecciones gratuitas: el 27 de enero en Zamora, el 3 de febrero en Villamayor (Salamanca) y el 13 de febrero en la Universidad de Burgos– con la intención de que con las 25 historias de profesionales y residentes en el medio rural que se cuentan en él se pueda formar una corriente de opinión más positiva hacia los pueblos y su futuro. Tanto es así que huye de expresiones como España deshabitada para poner el foco «en la España medio llena». Con una sólida experiencia periodística, complementada con formación en Ciencias Políticas, este cuellarano de ejercicio y vocación muestra que los 2.500 kilómetros que recorrió para este documental, que produce Harmon, estuvieron bien empleados si logra coadyuvar a un clima social más a favor de los pueblos y el mañana que les espera.
Publicidad
–¿A qué responde la estructura del documental en Agricultura ecológica, Movilidad sostenible, Vivienda, Empleo verde y el Sol como fuente de energía?
–Quería hablar sobre sostenibilidad, que es una palanca que tiene un doble recorrido para los temas que tienen que ver con el medio rural. Es fundamental para la vertebración del territorio. Hay una necesidad de avanzar hacia el medio rural porque es insostenible el modelo que hemos construido de grandes urbes. Hay muchísimos proyectos vinculados a la sostenibilidad que están demostrando que pueden ser útiles para el medio rural.
–Nada mejor para ilustrar lo que dice que poner ejemplos...
–El proyecto que más está llamando la atención de los 25 que mostramos en el documental es el de una bodega de Aranda de Duero, San Gabriel, que ha colocado placas solares sobre las viñas para generar energía y, a la vez, dar sombra para reducir la temperatura que soportan y protegerlas de heladas y granizos. Es un proyecto pionero en España, que ha triunfado en países como Alemania, y que hace compatible la agricultura con la producción de energía. Proyectos como este hay que contarlos.
–¿Ayudarían a cambiar la imagen de la España deshabitada?
–Estoy un poco cansado, sobre todo el tiempo que estoy en Madrid, de ver la perspectiva que hay allí en relación a los pueblos.
–¿Cómo es esa perspectiva?
Publicidad
–Muy de fin de semana, muy de área de recreo...
–Vamos, de parque temático...
–Totalmente; yo lo llamo perspectiva de pueblos-zoo: gente que va a los pueblos, lo mira y lo toca todo y exige que esté todo perfecto, empedrado y colocado como si fuera una postal.
–¿Cómo convencer a los urbanitas de que no es así?
–Siempre trato de explicarles que los pueblos son mucho más que lo que hay de viernes a domingo, mucho más que esa parte estética. Las historias que muestra el documental también son los pueblos.
Publicidad
–Hasta para la presentación del documental primaron el medio rural: Se fueron a estrenarlo a Pedrajas de San Esteban (Valladolid), ¡un pueblo con cine!
–Lo de ir a un cine y a un pueblo lo tuvimos claro. Nuestros recursos no eran como para hacer una superproducción y llevarla luego a un canal de televisión. Cuando tuvimos rodado todo nos preguntamos qué hacer. Marta propuso estrenar en un cine y se nos vinieron a la cabeza dos. El de mi pueblo, Cuéllar, que lleva 20 años cerrado, y el de Pedrajas de San Esteban, que lleva abierto 80 años. Es un cine emblemático y una referencia. Javier y Juanjo, los hermanos que lo gestionan, no dudaron en que lo estrenásemos allí. Y lo hicimos.
Publicidad
–¿Cómo perciben que está siendo recibido el documental?
–Generalmente, las sensaciones y las impresiones son positivas. Una tía mía, bastante poco optimista con el tema de los pueblos, al salir de Pedrajas me dijo que se iba con un poco de esperanza. También ha habido gente que me ha dicho que les hemos contado 25 historias que conocen, que tienen a su alrededor, pero consideran que son gotas de agua que no llenan el vaso. Hay gente que está muy instalada en el pesimismo y cree que por mucho que contemos estas historias, hay una tendencia global que hace muy difícil que los pueblos sobrevivan.
–Hartos de oír que si España vaciada, España vacía, España deshabitada, España despoblada, España desolada, España deshabitada o España resignada, llega usted y, hala, España medio llena. ¿Es optimista por naturaleza?
Publicidad
–Creo que cuando conformamos un clima de opinión positivo eso contribuye a que se retroalimente hacia el optimismo. Cuando tenemos una enfermedad, los médicos nos dicen lo importante que es mantener un estado de ánimo positivo para contribuir a la recuperación. Con todo en la vida pasa un poco eso.
PABLO MADERUELO
Coautor de la serie documental 'Huellas en la tierra'
–¿Los pueblos incluidos?
–Hay una tendencia global hacia las ciudades, pero creo que hay una alternativa. A mí no se me educó entre la posibilidad de ir al pueblo o a la ciudad, sino en que me tenía que ir a la ciudad; pero no solo por parte de mis padres, sino de toda la sociedad. Hoy hay suficientes alternativas para que se pueda educar a los chavales en las dos direcciones y que elijan lo que más les guste. Si generamos un clima de opinión un poco más positivo hacia los pueblos, algo haremos para contribuir a mejorar.
Noticia Patrocinada
–Si hay empleo, se mantiene la población. Pero resulta que en la época en la que el desarrollo tecnológico es esencial para las empresas, en muchos pueblos la conectividad es utopía.
–Ese es uno de los asuntos que hemos de cuidar más. Tenemos una de las mejores conectividades de Europa, pero no podemos generar oportunidades si no existe esa conectividad en el medio rural. No obstante, en los últimos dos años lo que me estoy encontrando en distintos proyectos vinculados al medio rural son dos problemas, además del de la conectividad: el de la vivienda y el de la falta de mano de obra. Ojo, no la falta de oportunidades de empleo, sino la falta de mano de obra. No se encuentra mano de obra, ni especializada ni sin especializar. Eso afecta desde un bar, que necesita camareros, hasta empresas que precisan ingenieros.
–Y no encuentran mano de obra, ¿debido a qué?
–Porque no hay gente y porque si la buscan más allá de 50 kilómetros a la redonda, en cuanto pueden se marchan. Habiendo oportunidades de trabajo y gente que quiere irse a los pueblos, da muchísima rabia que haya un problema de mano de obra y de vivienda, cuando resulta que hay viviendas y hay empleos.
Publicidad
–Grave y gran contradicción.
–Es la principal frustración de este momento para el medio rural. Hay un montón de casas vacías en los pueblos y, sin embargo, no hay viviendas para quien quiera trasladarse a vivir a un montón de pueblos. Hay muchísimas viviendas en ruinas y muchísimas cerradas todo el año, que solo se abren en agosto.
–Las administraciones públicas y los políticos denominan a la despoblación reto demográfico...
Publicidad
–El problema es muy complejo y completamente distinto tanto en función del tamaño del pueblo como del territorio. Los pueblos de Castilla y León no tienen nada que ver con los de Galicia o los de Andalucía.
–Además, aquí llamamos pueblo igual a la localidad de 20 vecinos que a la de 5.000.
–Por eso. Los problemas de una localidad de 5.000 habitantes no tienen nada que ver con los de la que tiene 20. Calificarlo es muy complicado. Y hay otra circunstancia: muchas administraciones abordando el mismo problema. Municipios, grupos de acción local público-privados, diputaciones, cuyo papel yo reivindico, gobiernos autonómicos y el Gobierno de España.
Publicidad
PABLO MADERUELO
Consultor y periodista
–A ver si entre todas la mataron...
–Y es que incluso dentro del propio Gobierno está la Secretaría General frente al Reto Demográfico, que depende de la Vicepresidencia Tercera, y está la Dirección General de Desarrollo Rural, que depende del Ministerio de Agricultura. Hay muchas entidades trabajando, cada una con sus políticas y perspectivas sobre un problema que ni siquiera es el mismo en cada territorio.
–¿Apañados vamos, entonces?
–Ojo, yo creo que las administraciones públicas hacen mucho, lo que pasa es que hay tanta gente trabajando en lo mismo, con distintas direcciones, a veces contrapuestas, y sin una política coordinada que ahí hay una falta de eficiencia y de eficacia muy grandes. He trabajado tres años en el Ministerio de Sanidad y en la pandemia se vio mucho lo que voy a explicar: En este ministerio hay un Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud; ahí se reúnen y toman las decisiones conjuntamente y luego cada comunidad gestiona su sanidad en su territorio. Funciona de aquella manera, pero por lo menos tienen un órgano de coordinación.
Publicidad
–¿Sería la fórmula para las políticas contra la despoblación?
–En el tema de población haría falta un consejo interterritorial en el que todas las administraciones coordinasen lo que hacen porque no puede ser que se pisen cosas o que vayan en direcciones contrarias. Pero reivindico que las administraciones públicas hacen mucho, mucho más de lo que parece, lo que pasa es que muchas veces no lo comunican bien.
–De existir soluciones para la despoblación, Alemania ya las habría aplicado, ¿no?
–Las soluciones que tienen las pedanías y los pueblos pequeños no pueden ser las que se apliquen para los pueblos intermedios o los grandes. Los que tomen las decisiones deberían focalizarse en los pueblos intermedios en el corto plazo para fortalecerlos. Y en los pueblos pequeños, quienes tienen que tener la clave para encontrar su narrativa son los ayuntamientos y las diputaciones. No puedes pedir a un Gobierno central que arregle la situación de un pueblo en el que quedan 20 o 30 personas porque las decisiones que va tomar desde la lejanía no tendrán la sensibilidad del territorio.
–Ya, pero encontrar una narrativa para cada pueblo...
–Por ejemplo, Urueña, en Valladolid, la ha encontrado: es la Villa del Libro. Villadiego, en Burgos, la Villa de los Seis Museos. Se trata de encontrar lo que hace diferente a cada pueblo. Todos tienen algo especial y si un pueblo encuentra que es peculiar en una cosa, todos los agentes de ese pueblo, no solo los públicos sino también los privados, han de remar hacia ahí.
Publicidad
–¿Qué se aprende de las historias que muestra el documental?
–A mí me carga las pilas de energía y lo que he aprendido es que es un efecto dominó, como un hilo en una telaraña: de una historia sale otra, siempre. Nos escribe gente, nos contactan por redes sociales... Realmente, en cada sitio hay muchísima gente con muchísimas ganas de hacer cosas, pero están muy deslabazados, cada uno en su sitio.
–¿Se ha encontrado a alguien que le haya dicho que predique con el ejemplo y se vaya a vivir a un pueblo?
–Tal cual no, porque en realidad la mayor parte de mi tiempo de trabajo no estoy en Madrid. Estoy todo el día tratando de pisar el terreno. Si pudiera vivir el 100% del tiempo en el medio rural, lo haría, pero las circunstancias personales muchas veces no lo permiten. He llegado a un equilibrio en el que estoy muy contento porque estoy en un punto en el que no podría estar en Madrid todo el tiempo, pero en el que seguramente tampoco podría estar en Cuéllar todo el tiempo.
–Con todo lo que conoce y lleva vivido, y al filo de cumplir los 40, ¿se ha parado ya a pensar qué quiere ser de mayor?
–Lo que estoy haciendo ahora es el momento profesional que más satisfacciones me produce porque todo lo que hago lo estoy dedicando al impacto social. Y me gustaría que el resto de mi carrera gire siempre en torno a generar impacto social.
0,99€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.